En lo que va de abril a La Habana le ha tocado oscuridad básica, no básica y dirigida, con hasta tres apagones en el día, de entre tres y cinco horas, con madrugada infernal para algunos circuitos. 52452e
La Habana es un río crecido, pestilente y letal donde cualquier ser humano, sin importar su edad, corre el riesgo de desaparecer succionado por una alcantarilla destapada.
Si ya decidimos que en Cuba “será mejor hundirnos en el mar”, entonces que arrasen de una vez porque este colapso lento es tortura.
Sandro Castro, que no es un joven humilde, pero al menos da la cara, ha demostrado ser un revolucionario de pura cepa.
Mientras el presidente del Gobierno español tuvo que ser evacuado por su equipo de seguridad entre palos y ofensas, en el pobrísimo y arrasado Oriente cubano Díaz-Canel fue recibido con loas.
A diferencia de muchas mipymes, Supermarket 23 dispone de todos los recursos del país, de potestad para establecer los precios que estime convenientes y de impermeabilidad ante cualquier fiscalización.
Un muchacho en La Habana dice que Fidel Castro siempre “nos dio todo”. No entiende que el máximo líder es, en realidad, el máximo culpable de nuestra pobreza.
El régimen ha terminado sacando provecho de la crisis energética, que le sirve de pretexto para su pedigüeñería crónica y para obtener otros réditos.
Quienes se autodenominan “gente de abajo” no creen en la necesidad de la libertad porque no tienen más aspiración que poner la comida sobre la mesa.
Los muertos, desterrados, humillados y extraviados gracias a individuos como Manuel Menéndez Castellanos continúan esperando justicia.
