HOLGUÍN, Cuba. – “El local tiene muy malas condiciones: aquí estamos haciendo la cola al sol; casi nunca hay asientos disponibles. Las personas tienen que estar de pie. Si el servicio fuera más rápido no tendríamos que esperar tanto tiempo”, se queja la holguinera Anay Cordero, quien desde la madrugada espera su turno para solicitar una inscripción de nacimiento en las oficinas del Registro Civil de su ciudad. 4r6m3n
Hacer trámites es un dolor de cabeza para los holguineros: esperas interminables, errores burocráticos que luego hay que pagar para enmendar y condiciones deficientes en todos los locales que brindan servicios. A pesar de una nueva ley del Registro Civil en el horizonte, la desconfianza prevalece entre quienes, día tras día, enfrentan la ineficiencia y el desgaste de un sistema que no mejora.
En 2019, el periódico local Ahora criticaba dificultades como la burocracia, la digitalización incompleta, las demoras en trámites, los errores en documentos, la falta de personal y la mala coordinación entre entidades municipales.
Seis años después del reportaje, la situación ha cambiado poco. Incluso, otros aspectos como la sobrecarga laboral, las deficientes condiciones de trabajo para los empleados ―calor, ruido, falta de agua y ventiladores― continúan afectando la labor de los trabajadores y, por ende, el servicio a la población.
Esta carga de la ineficiencia recae injustamente sobre el ciudadano. Yosbel Licea expone una de las facetas más irritantes de este sistema, en el cual el error de un funcionario afecta al .
“Si hay un errorcito, tienes que empezar de nuevo”, dice. “Yo no tengo que empezar de nuevo. Ese error tiene que enmendarlo quien lo hizo, pero en la práctica no funciona así”.
Desde dentro de la institución, el panorama no es más alentador: un trabajador, que solicitó el anonimato por temor a represalias o incluso a ser despedido, describe un entorno laboral afectado por las carencias, que inevitablemente impactan la calidad y rapidez de los servicios.
“No tenemos condiciones para trabajar”, confiesa. “Nos afectan la falta de materiales de oficina, el calor, los apagones… Todo esto ha provocado que algunos trabajadores hayan pedido la baja y, ahora, por el déficit laboral, estamos sobrecargados de trabajo”.
En medio de este panorama, el Gobierno ha anunciado una propuesta legislativa que ha sido recibida con escepticismo por la población. El anteproyecto de la Ley del Registro Civil fue presentado este año por el ministro de Justicia, Oscar Silvera Martínez, quien dijo que se trata de una decisión primordial para perfeccionar e informatizar el sistema, reforzar su institucionalidad y establecer reglas claras para el trabajo de los registradores civiles.
Sin embargo, para muchos, las promesas de mejora son falsas. Deborah Rodríguez, quien también espera en la cola para una inscripción de nacimiento, comparte este pesimismo: “Ojalá la nueva Ley del Registro Civil ayude a mejorar el servicio”, expresa. “Ya han sacado otras leyes, para lo de los trámites o para mil cosas más, y se han quedado en nada. Por eso, me cuesta mucho creer que esta nueva ley dará resultados”.
Por su parte, Michel Estrada califica de injusto que el ciudadano asuma la responsabilidad y el costo de errores ajenos. “Hace poco formé un bateo [discusión] en las oficinas del carnet de identidad porque tenía mal escrita una letra de mi apellido”, recuerda Estrada. “Y cuando me dijeron que tenía que empezar de nuevo me negué porque el responsable no había sido yo. Les dije que buscaran al culpable para que pagara su equivocación”.
La lentitud del sistema obliga a los holguineros a emplear un tiempo excesivo en gestiones que deberían ser rápidas. “Llegué temprano y no pude hacer ningún trámite porque ya van a cerrar”, explica Adrian Herrera, resignado. “Ahora tengo que volver mañana mucho más temprano. Esta es la tercera vez que yo vengo”, agrega.
La burocracia no se limita al Registro Civil, sino que parece ser un mal arraigado en otras instituciones. “Hay mucha burocracia para hacer cualquier tipo de trámites tanto en las oficinas del Registro de la Propiedad como en la del Registro Civil”, afirma Maylin Velázquez. “De todos modos, el peor de todos es el trámite en las oficinas de la Vivienda: largas colas y cometen errores”, detalla.
Las afectaciones por estas deficiencias van más allá de una simple molestia: “Para todos los trámites”, dice Luis Eduardo Pupo, “hay que dejar de trabajar”.
La burocracia puede derivar en un drama que consume años de vida y que recuerda la película cubana La muerte de un burócrata, estrenada en 1966. “Yo empecé mi trámite en 1998”, comienza Yolanda Reyes. “Era una gestión que me estresaba, me hacía sentir mal por lo que dejaba el trámite a la mitad. Llevo 27 años haciendo gestiones”.
Su larga agonía se debe a una transacción inmobiliaria aparentemente sencilla que se complicó por acciones posteriores del vendedor y la propia ineficacia del sistema.
“Yo lo resumo así, fácil, pero los miles de trámites que hice, las miles de veces que me mandaron para un lugar y no era ese… Por una mala indicación de una funcionaria de la Vivienda, fui cuatro veces a las oficinas de Planificación Física buscando un documento que al final apareció en las oficinas en otro lado”, termina.
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