Los encierros
Magaly Cruz, APIC
LA HABANA, marzo - Puede decirse que Cuba sigue siendo una especie de país cerrado, una elegía al enclaustramiento. El propio presidente dijo hace dos años que los cubanos no podían seguir en una urna de cristal, pero la postura gubernamental de no hacer concesiones
políticas y de no profundizar en las transformaciones económicas y sociales hacen que la isla sea como una reencarnación del shogunado.
El Papa Juan Pablo II lo dijo en su visita en enero de 1998: "Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo (...)", pero para muchos de sus habitantes y no pocos de quienes la visitan o están al tanto de ella la hermana mayor de las Antillas prosigue
representando una gran ciudad amurallada.
Junto a las rejas de las cárceles donde se hallan confinados los reos de conciencia al lado de los presos comunes, están las de la mayoría de los centros de trabajo donde también son habituales las plantillas de custodios para cubrir las 24 horas del día pero
no acaba el robo.
Llaman la atención las instalaciones portuarias que han sido rodeadas de alambradas, tanto por temor al hurto y trasiego ilegal de mercancías como a la sustracción o secuestro de embarcaciones para emigrar ilegalmente hacia Estados Unidos.
La manía de cercarlo todo se observa además en estaciones ferroviarias, restaurantes, cafeterías, cines, tiendas, paradas de ómnibus, etc. Los establecimientos del "área dólar" son frecuentemente aislados con mallas, muros, cercas o rejas, y
provistos con sistemas de alarma.
El frenesí por enrejar no tiene parangón antes de 1959. Antes se podía caminar libremente por los muelles y áreas de almacenes en casi todo el país, y la mayoría de las dependencias gubernamentales y privadas tenían directo desde la vía
pública.
Y hay otros encierros, o mejor dicho encerronas, que son como rejas invisibles y que causan la aversión en la población, como las regulaciones que frenan o impiden la salida de los ciudadanos hacia el extranjero. Una de las más recientes fue aplicada a los médicos.
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