El pueblo más culto
Claudia Márquez Linares, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, marzo - En los últimos tiempos han aumentado los debates en torno al tema de la cultura. Mucho se ha hablado de que somos el único pueblo de América que erradicó el analfabetismo, que poseemos el mayor índice de maestros per capita, así como
el por ciento más alto de graduados universitarios.
Sin embargo, nos enfrentamos a una realidad que no se corresponde con lo que las estadísticas pretenden demostrar. Lamentablemente, el pueblo cubano no es un pueblo culto. Y los culpables, sin dudas, son quienes ostentan el poder hace 40 años.
En una reunión con trabajadores del sector de la cultura, el gobernante cubano reconoció esta realidad. Después de tanto tiempo en el que se ha dicho oficialmente lo contrario, esta evidencia ha sido manifestada. Lo que ahora se acepta era una expresión de
contrarrevolución. Entonces, ¿por qué tanto empeño en este asunto?
Sucede que para fomentar la cultura no basta con crear escuelas y formar maestros. A pesar de muchos, la cultura es el resultado de una sociedad libre, y es justamente de este tipo de sociedad de lo que hemos carecido. El marxismo, cual dogma de fe, ha predominado como única visión
del mundo. Nuestras universidades no resultan el mejor recinto para crear hombres de pensamiento libre. La lapidaria frase de "la Universidad es para los revolucionarios", es una muestra de cuán poco se estima la dignidad del hombre. Es una pena que en los umbrales del siglo XXI, jóvenes
inteligentes sean voceros de frases como ésa.
No podemos pasar por alto las penurias y privaciones que han sufrido los cubanos. Las adversas condiciones económicas también han atentado contra la cultura. ¿Puede acaso el hombre en tales circunstancias cultivar su espíritu?
En uno de sus últimos discursos, al clausurar el congreso de la FEU, el presidente cubano anunció una nueva meta para el socialismo cubano. Se trata de lograr a la vuelta de 10 años que nos convirtamos en el pueblo más culto del mundo. Habló de garantizar
pinceles a todos los pintores, de a los museos por sólo 5 pesos, de equipos de audio en cada Casa de Cultura de los municipios del país. Mencionó también las mesas redondas, que llegaron para quedarse. No puede negarse que estos medios son necesarios para difundir
la cultura. Pero cabría preguntarse, ¿y la libertad?
¿Pueden los cubanos llegar a ser el pueblo más culto del mundo sin tener a la información? ¿Seguirán primando los criterios ideológicos para definir qué literatura es posible leer en Cuba? ¿Podrán los escritores y artistas cubanos
reflejar la realidad sin temor a la censura? Creo que sin este requisito, aunque reinen óptimas condiciones materiales no se alcanzará esa nueva meta.
El propósito de masificar la cultura es muy positivo. Sólo que no debemos confundir la promoción del cultivo del saber con la creación de medios más eficaces para adoctrinar las mentes de un pueblo. Los pueblos se hacen cultos cuando tienen la vocación,
los medios, y aunque al gobierno no le agrade, la libertad para lograrlo.
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