Aniversario 84 de la Virgen de la Caridad como Patrona de Cuba
Rev. Pedro Crespo Jímenez, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - La historia de nuestra Isla está providencialmente unida al nombre de María. Ya en 1604, año en que apareció la imagen de la Virgen de la Caridad en la bahía de Nipe, la Madre de Dios se escogió un lugarcito entre las montañas y
las palmas de Oriente desde donde bendice a toda Cuba. De aquella fecha para acá, creyentes de todos los estratos del pueblo se han postrado ante su sagrada imagen. La Virgen nos ha acompañado a lo largo de todos estos años compartiendo con nosotros las alegrías y las
penas.
No es de extrañar, entonces, que nuestros valerosos mambises también profesaran gran amor a la Virgencita del Cobre. Una imagen o estampa de la amada Madre nunca faltaba en los bohíos de los cubanos que luchaban por la independencia. El mismo General Calixto García,
cuando en agosto de 1898 fue impedida su entrada en Santiago de Cuba por las tropas norteamericanas, mandó a su Estado Mayor a la Iglesia de El Cobre para pedir que se rezara un Te Deum (acción de gracias a Dios) y proclamar el fin de la guerra.
Pero sin lugar a dudas el gesto más amoroso de esta tierra (para con la Madre de Dios) lo tuvieron los veteranos de la independencia cuando en 1915, reunidos en El Cobre, pidieron al Papa Benedicto XV que proclamase a la Santísima Virgen de la Caridad patrona de la joven República.
En la carta al Sumo Pontífice, fechada el 24 de septiembre, los valientes patriotas le dicen: "No pudiendo ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fe y el amor que nuestro pueblo profesa a esa Virgen Venerada, antes al contrario, en el
fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte, o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa
virgen, cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción y porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la han proclamado nuestros soldados orando todos ante ella para la consecución de la victoria, y por la paz de nuestros muertos inolvidables
(...)"
Termina la misiva con innumerables firmas entre las que están las del mayor General Jesús Rabí, el Teniente Coronel Arturo Villalón, el Comandante Antonio Santa Cruz Pacheco, el Brigadier Tomás Prado Griñan y muchos más. El 10 de mayo de 1916, el
Papa Benedicto XV proclamó Patrona de Cuba a la que desde siglos venía cuidando con entrañable amor esta tierra.
Ochenta y cuatro años han pasado desde aquel gozoso hecho, pero los ojos de los cubanos aún siguen dirigidos y esperanzados hacia la Madre del Amor. Damos gracias a Dios por este inapreciable regalo.
Cuando ahora miles de cubanos acuden a tus pies para invocarte como Madre y caminar en la esperanza de que mañana será mejor que hoy, nos unimos a tu bandera, Madre de la esperanza y el amor.
Tú nos enseñaste desde siempre que somos hijos de la esperanza, y la esperanza es el alma del combate. La esperanza, nos dijiste, es la hija predilecta de Dios.
Ahí has estado, estás y estarás, en cada instante de nuestra historia, como madre de todos los cubanos. Ungiendo de ternura nuestras plegarias al Padre. Perfumando nuestro difícil camino al cielo. Alegre con nuestras alegrías, y sufrida con nuestros
sufrimientos.
Peregrina de nuestras gestas libertarias, sigues siendo la Madre de Cristo, la Virgen Mambisa, la fuente de inspiración de cuantos vibran de cubanía y ansias de libertad. No importa en qué parte del mundo estén.
Ella nos congrega en el nombre de su Hijo.
Así, Madre de la Caridad y de la Esperanza, sabemos por fe que la hora del reencuentro definitivo ya viene llegando, la hora de desterrar para siempre de nuestra patria el miedo, la tristeza y el desaliento, de desterrar para siempre a la serpiente de mil cabezas que ha esclavizado y
subyugado de manera fría e impasible a todos tus hijos. Sigue acompañándonos, cuida nuestros pasos en este peregrinar hacia el encuentro de Jesucristo.
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