Un equipo de Estados Unidos del montón supera a los caribeños
en la final
J. J. Fernández / M. Vicent, Sydney.
El País. Jueves 28 septiembre 2000 -
Nº 1609
La humillación cubana en béisbol se consumó ayer. Tras
la derrota ante Holanda, que pudo considerarse una sorpresa, los cubanos se
olvidaron venciendo después en todos los partidos. Especialmente les
devolvió la moral el ganado por un rotundo 6-1 a Estados Unidos. Pero eso
ocurrió en la fase previa y aún podían enfrentarse en
semifinales o en la final los mismos rivales.Lo hicieron ayer en la final y fue
otro partido. Los estadounidenses, viejos profesionales mezclados con jóvenes
promesas, una especie de "equipo C" para el que podría montarse
con las estrellas de las Grandes Ligas, se bastaron para, con astucia, imponerse
a los cubanos. La selección invicta durante años no sólo ha
perdido dos partidos en el torneo de Sydney, sino la medalla de oro. Una
tragedia para un país que brilla en muchos deportes, pero que no digerirá
el disgusto de ser humillados en su deporte nacional por un equipo más,
no el mejor, de la gran potencia.
La ciudad de La Habana amaneció ayer mal dormida y humillada después
del desastre ante EE UU. El palo fue tremendo. Casi de dimensión política.
Decenas de miles de aficionados cubanos no durmieron para ver en directo el
partido, trasmitido por televisión a las 4: 30 de la madrugada, y después,
con la cabeza baja, se fueron a trabajar. Al alba, La Habana parecía una
ciudad de sonámbulos, no se había asimilado todavía la
pesadilla, y algunos locutores comentaban en la radio lo sucedido con voz queda,
como si se tratase de un funeral.
"A nosotros no nos gusta perder, pero mucho menos ante un equipo de
Estados Unidos", se lamentó uno de los narradores deportivos al
terminar el partido. Y dijo la verdad. El que el equipo no pudiese ganar esta
vez la medalla de oro que obtuvo en los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96 quizá
no era lo más doloroso, sino el haber caído ante el vecino del
norte. El preparador del equipo norteamericano, Tommy Lasorda, de 73 años,
ya había advertido antes del partido que su equipo haría el máximo
esfuerzo para ganar y dedicar la victoria a los cubanos del exilio. En el caso
de la selección cubana, a cuyos entrenamientos en la isla previos a los
Juegos Olímpicos asistió en varias ocasiones Fidel Castro, el
choque de ayer también estaba planteado en términos que iban mucho
más allá de los estrictamente deportivos. En toda Cuba sólo
hubo un tema de discusión; y el centro de todas las críticas era
el seleccionador, Servio Borges: "La dirección del beisból
cubano debe analizar ahora lo sucedido y exigir responsabilidades", sugirió
un comentarista en un programa de radio, tras la debacle más dolorosa que
podía sufrir el deporte cubano.
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