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Abril 18, 2001



Cada premio Nobel lo merece Fidel

Jose Antonio Zarraluqui. Publicado el miércoles, 18 de abril de 2001 en El Nuevo Herald

Va como un mes desde que al parlamentario noruego Hallgeir Langeland se le ocurrió proponer para el premio Nobel de la paz a Fidel Castro y todavía encuentro gente que no ha traído de vuelta el grito que puso en el cielo por lo que le parece una incalificable falta de respeto, una burla cruenta, un contradiós. Bueno, no participo de esa santa indignación y no sólo porque a estas alturas no tengo claro si el tal Langeland es un canalla o un guasón, sino porque en el fondo creo que el compañero desvelado en jefe merece ese premio Nobel, todos los premios Nobel, y cualquier otro que en el futuro se instituya bajo el nombre del destacado hombre de ciencia.

Tomemos el premio Nobel de literatura. Si hace unos años le fue otorgado a Dario qué peste, qué peste, qué peste Fo, un mimo y activista político para la izquierda sobre las tablas, no un autor teatral, ¿cómo no lo va a merecer el compañero parlanchín en jefe quien, siempre en un castellano aceptable y con una envoltura histriónica envidiable, a pesar de sus muchos años continúa soltando fábulas de siete u ocho horas por el menor quítame allá esas pajas? Literatura oral, me dirán, y estaré de acuerdo, pero añadiré que literatura al fin y al cabo. Y la más tremendamente fantasiosa que se puede encontrar hoy por hoy en el mercado.

Tomemos el Nobel de medicina. ¿No lo merece un tipo ante el que los principales funcionarios de la Organización Mundial de la Salud se quedan boquiabiertos, como cazando moscas, oyéndolo disertar --y disparatar-- lo mismo sobre la erradicación del hambre que de la escarlatina, el dengue o el mal de san Vito y después hasta lo aplauden? Un esforzado gobernante que ha puesto a un médico en cada fábrica, en cada barco, en cada cuadra --junto al comité de chivatos-- al tiempo que hacía desaparecer hasta las aspirinas y ahora los pacientes tienen que curarse con tisanas y cataplasmas de hierbajos recetadas por esos mismos profesionales supernumerarios?

¿Y el premio de economía? A mí que no me digan que no es un logro considerable --más allá de todo lo imaginable, más allá de todo lo creíble-- el que en el curso de pocos lustros por la voluntad de un solo hombre uno de los países más ricos del hemisferio haya quedado reducido a condiciones haitianas. Y ése es un mérito indiscutible del compañero buen sacador de cuentas en jefe. El mismo que contribuyó de manera decisiva al concepto de que las deudas resultan siempre impagables así como al desarrollo de la teoría del "apúntalo en el hielo''.

¿Qué se podría decir del galardón que tiene que ver con la materia y la energía, el de física? Fidel Castro ha demostrado que la energía de los cubanos es de una naturaleza especial, distinta a todas, pues mientras más se emplea, mientras más se gasta, menos riqueza produce. Y que el corcho de que está formada Cuba pesa más que el agua, pues lenta pero inexorablemente la isla se hunde en el mar.

En cuanto al premio Nobel de química, no creo que nadie osara disputárselo al compañero Midas al revés en jefe, si alguien lo propusiera este año por su maestría prestidigitadora capaz de convertir en basura cuanto toca, más basura incluso de la que es él mismo.

Y el Nobel de la paz ni se diga. Porque aunque es verdad que el compañero pendenciero en jefe ha liquidado a tal vez más gente de la cuenta, en su patio y en no pocos patios ajenos, ¿quién negará que a Cuba la pacificó, transformando a su pueblo orgulloso y levantisco en un rebaño de cobardicas amadamados? El premio Nobel de la paz es para quienes lo merezcan por sus denodados esfuerzos en favor de la paz, y si bien ni Angola ni el cuerno de Africa ni el medio Oriente ni Colombia ni otros lugares en los que metió las barbas están hoy en paz, lo que es Cuba más quietecita que una sala de prematuros no puede estar.

De modo que, después de todo, Hallgeir Langeland no andaba muy descaminado, excepto en que se quedó corto. El premio de la paz para Castro y el de economía y el de medicina y el de química y todos, más cualquier otro que se puedan inventar en el futuro. Personas como Fidel no son de las que aparecen todos los días, ni todos los años, ni todas las centurias. El es único. Y como lo hace todo y todo lo hace bien es digno de cada uno de los Nobel.

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