La subversión
sube a escena
Lucas Garve, I
LA HABANA, febrero - Dentro de las reglas tradicionales de belleza
occidental, la esbeltez del cuerpo alcanza valor de mito.
Estará de acuerdo conmigo que la ruptura con ese principio estético
implica entonces una violación de reglas tradicionales de belleza.
Justamente es lo que ocurre con una obra de danza-teatro que el grupo "Danza
Voluminosa" mostró sobre la escena del teatro Mella en la calle Línea.
El maestro de la danza moderna cubana Ramiro Guerra regresó a la
escena al asumir la puesta de la versión de Fedra. Ocasión que
aprovechó para dar su clase magistral de una "estética de la
transgresión".
¿Qué mejor continente que los "cuerpos extratallas" de
los de Danza Voluminosa? Por supuesto, asistir a este espectáculo
equivale a acoger el asombro de lo inesperado.
El papel de Fedra se construye sobre el trasvestismo que corresponde con su
ambigüedad a la transgresión. Si bien el montaje ¿respeta? la
estructura clásica del teatro griego, la presencia del coro a ritmo de
rap marca la implosión de las normas estéticas tradicionales.
Marca el camino de lo desconcertante.
De esta manera "¿Fedra?" no sólo viola los lazos de la
unión conyugal con el hijo de su esposo. No vacila en golpear al
espectador con su trasvestismo. La versión de Ramiro Guerra pervierte en
comedia lo que por el conflicto debió ser un drama.
La subversión de lo establecido es la clave con la cual pretende
agitar al espectador. Invertir. Alterar. Trastocar. Amotinar. Formas de seducir
la mirada acostumbrada a la disciplina de la Tradición. Mirada sometida u
obediente, pero cansada.
La transculturación del relato valora el ritmo afrocubano, recurso
habitual en otras piezas del maestro Ramiro Guerra. Pero este procedimiento no
es gratuito, si atendemos a los objetivos.
El título de la obra es una interrogante: ¿Fedra? La ambigüedad
de la duda está ya expresa. En fin, lo que "ves" no es lo real.
Lo que "es", no es tal.
Parece decirnos desde las tablas el coreógrafo Ramiro Guerra que
desnuda el conflicto más tradicional con una carcajada. ¿Quiere
usted algo más serio para asumir la subversión?
Después de más de cuarenta años de trabajo y no pocos
sinsabores, el Maestro Guerra reafirma así su juventud artística.
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