CUBANET .INDEPENDIENTE 6x1s15

20 de febrero, 2001


Una agroindustria colapsada

Lic. Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, febrero – La zafra azucarera 2000-2001 ascenderá a 3 millones 700 mil toneladas, expuso el ministro de Economía y Planificación de Cuba en el informe presentado a la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre pasado. Esta será inferior a la anterior en 359 mil toneladas, cuando se alcanzó una producción de 4 millones 59 mil toneladas.

Para brindar elementos sobre estos montos, debe subrayarse que en 1919 se elaboraron 4 millones 180 mil toneladas de azúcar, con una población de 2,8 millones de habitantes y recursos técnicos marcadamente menores, siendo como ahora la principal industria del país.

De acuerdo con los medios oficiales, la causa principal de esta caída de los niveles productivos reside en la reducción de las disponibilidades de caña para moler, por motivo de la sequía que azotó en el 2000. Una explicación que deja muchas interrogantes pues, en los últimos años, los niveles de siembra han sido por lo regular superiores a las 335,5 miles de hectáreas (25 mil caballerías). Estos volúmenes, por sus magnitudes, debieron haber servido para reemplazar la mayor parte de la superficie cañera nacional, que ha oscilado en los años 90 en alrededor de un millón 500 mil hectáreas.

La verdadera causa de esta deplorable situación es la poca atención a la gramínea. Las propias siembras se han hecho con insuficiente calidad. Entre 1990 y 1997, según datos disponibles, se malogró la quinta parte de la superficie plantada. El más perjudicado fue el sector estatal, a pesar de contar con más recursos. Las áreas restantes han estado caracterizadas por una pobre germinación debido al uso de semillas no aptas: mala preparación de las tierras, falta o exceso de humedad en el momento de las siembras y, posteriormente, la carencia de atenciones culturales.

A lo anterior se agregan los daños ocasionados a las plantaciones establecidas por la deficiente atención a los retoños, el intenso enyerbamiento, la afectación a las cepas por la mala utilización del corte mecanizado, entre otros factores. Todos íntimamente relacionados con la ínfima motivación laboral que se expresa en una pobre productividad resultante en rendimientos cañeros inferiores a las 40 mil arrobas por caballería (33,8 toneladas por hectárea). Mientras, los promedios obtenidos a nivel mundial son superiores a las 60 toneladas por hectárea, de acuerdo con cifras de la FAO. Ello puede apreciarse en el Cuadro 1, donde además de mostrarse los promedios internacionales, se reflejan los logrados por los principales países productores de caña en años recientes.

Cuadro 1

RENDIMIENTOS MUNDIALES DE LA CAÑA DE AZUCAR

UNIDAD: TONS/HA


Promedio

1989/91

1996

1997

1998

Mundial

60,9

61,6

62,3

63,0

Brasil

61,8

67,5

69,1

68,7

USA

77,4

74,2

77,7

74,9

Australia

72,9

99,5

101,5

100,3

México

70,6

77,8

71,7

79,5

Colombia

86,1

71,2

80,5

80,5

India

63,9

68,1

66,4

66,9

Tailandia

52,1

58,7

43,4

50,6

Indonesia

79,0

73,7

71,0

71,4

Cuba

55,3

33,2 (a)

31,2 (a)

31,3 (a)

Fuente: Boletín Trimestral No. ¾, Volumen II de 1998, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)

a La Economía Cubana. Reformas Estructurales y Desempeño en los Noventa. CEPAL 2000.

La valoración de que este desolador panorama es resultado del titulado Período Especial resulta incorrecta. Sin duda alguna, la pérdida de las colosales subvenciones del bloque soviético fue un duro golpe para la agroindustria azucarera, como lo fue para la economía en su conjunto. No obstante, si se examina con detenimiento la experiencia de los años anteriores a la crisis, cuando se disponía de abundantes suministros, puede demostrarse que la ineficiencia del sector no es novedosa, tanto en el aspecto agrícola como industrial.

A tales efectos, si se toma la información contenida en los Anuarios del Comité Estatal de Estadísticas, podrá apreciarse que de las 32 zafras azucareras comprendidas en el período 1962-1993, únicamente en cinco el sector estatal agrícola tuvo rendimientos cañeros por hectárea cosechada superiores al sector no estatal, el cual comprendía los pequeños agricultores privados y las Cooperativas de Producción Agrícola (A), que fueron creándose con productores individuales a partir de mediados de los años 70.

El período examinado llega hasta 1993 debido a que en ese año fueron formadas las llamadas Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), con tierras y recursos de las granjas estatales para brindar una falsa idea del desarrollo de la cooperativización en el campo cubano. Sin embargo, en estas UBPC el productor no es propietario colectivo de la tierra; debe sembrar lo orientado y entregar las cosechas al Estado al precio fijado por éste, así como adquirir los insumos y medios de producción de un único suministrador (el Estado), en condiciones fijadas unilateralmente.

Las características de las UBPC de ninguna manera corresponden a las de las verdaderas cooperativas, donde debe regir, ante todo, el principio de la voluntariedad. Por ese motivo no se tomaron en consideración las estadísticas oficiales de 1994, que ubican las informaciones de las UBPC en el sector no estatal de la economía, sin aportar un desglose que permitiera desagregarlas.

Efectuada la aclaración de por qué las cifras abarcan sólo hasta 1993, presentamos el Cuadro 2, donde se comparan los rendimientos de caña por hectárea entre el sector estatal y el no estatal, dividido el período 1962’1993 en etapas, para una mejor comprensión.

Cuadro 2

RENDIMIENTO PROMEDIO DE CAÑA DE AZUCAR

UNIDAD: TON/HA

SECTORES

ETAPAS

(1)

NO ESTATAL

(2)

ESTATAL

(3)

DIFERENCIA

(2) – (3)

RELACION EN PORCIENTO

(2) / (3)

1962/65

34,6

37,6

- 3,0

92,0

1966/70

47,5

45,0

2,5

105,5

1971/75

45,4

42,2

3,2

107,5

1976/80

57,8

50,4

7,4

114,7

1981/85

58,6

54,1

4,5

108,3

1986/90

59,2

54,9

4,3

107,8

1991/93

52,9

44,1

8,8

120,0

1962/93

50,8

46,9

3,9

108,3

De este cuadro se desprende que en el período 1962-1993 el sector no estatal, por cada hectárea de caña cosechada produjo 3,9 toneladas más de la gramínea que el sector estatal.

Como se mencionó anteriormente, sólo en cinco zafras el sector estatal tuvo un rendimiento superior; concretamente, las de 1962, 1963, 1964, 1965 y 1967. Esto no es casual, pues fueron los años de las confiscaciones de la tierra, lo cual posibilitó al sector estatal el empleo de métodos, sabiduría y estructura heredadas, que transcurrido el tiempo desaparecieron, llevándose consigo sus beneficiosos efectos.

Debe resaltarse que en la etapa 1991-1993 la diferencia a favor del sector no estatal fue de 8,8 toneladas, lo cual indica que en los años del Período Especial la tendencia a la superioridad productiva del sector no estatal se ha reforzado. Con toda seguridad, si se dispusiera de la información de los años posteriores a 1993, esto se confirmaría.

Ahora bien, los datos disponibles, además de señalar una mayor productividad agrícola del sector no estatal, también corroboran que ha estado presente en el período 1962-1993 un apreciable deterioro en los parámetros relacionados con el procesamiento industrial de la caña cosechada.

De tal forma, si tomamos los rendimientos industriales promedio base 96° de la etapa 1952-1958 y los comparamos con lo logrado en las zafras correspondientes a los años 1962-1993, puede apreciarse lo siguiente:

Cuadro 3

ETAPA

Rendimiento industrial

Promedio 96°

1952/58

12,74

1962/65

12,46

1966/70

11,70

1971/75

11,38

1976/80

11,22

1981/85

11,01

1986/90

10,73

1991/95

10,03

Fuente: "Anuarios Estadísticos", Comité Estatal de Estadísticas de Cuba.

"La Economía Cubana. Reformas Estructurales y Desempeño en los Noventa". Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

En este Cuadro está reflejado el mismo fenómeno existente en los rendimientos por área cosechada, o sea, un continuado deterioro que ha tenido como consecuencia una menor producción azucarera y costos más elevados en el período analizado. Esto resulta más evidente si se efectúa un análisis sobre la base de dos supuestos:

- El área total cosechada en los años 1962-1993 se efectuó con el rendimiento agrícola del sector no estatal.

- El azúcar fue elaborada con el rendimiento industrial base 96° del promedio de los años 1952-1958 (12,74).

Cuadro 4

UNIDAD: MILLONES DE TONS.

ETAPA

(1)

Caña Molida con el Rendimiento del Sector NO ESTATAL (2)

Azúcar calculada con Rendimiento Industrial de 12,74% (3)

Azúcar producida realmente en 1962/93

(4)

PRODUCCIÓN ADICIONAL

(3) - (4)

1962/65

147

18,7

19,4

- 0,7

1966/70

257

32,7

28,9

3,8

1971/75

263

33,5

27,7

5,8

1976/80

364

46,4

34,6

11,8

1981/85

377

48,0

38,8

9,2

1986/90

400

50,9

37,9

13,0

1991/93

218

27,8

18,9

8,9

1962/93

2026

258

206,2

51,8

Como puede verse en el Cuadro 4, de haberse cumplido los supuestos se hubieran obtenido 51,8 millones de toneladas de azúcar adicionales a las realmente producidas, equivalentes a más de diez zafras de 5,0 millones de toneladas cada una.

Existe la posibilidad de que no hubiera habido mercado entre 1961 y 1993 para tales volúmenes extra de azúcar. Entonces, la cantidad producida se habría realizado con considerables menos áreas y recursos materiales y humanos que los empleados; con una disminución significativa de los costos de producción, destinándose las áreas y los medios liberados al desarrollo de otras actividades con enormes ganancias para la nación.

Podría pensarse que los rendimientos agrícolas conseguidos por el sector no estatal fueron demasiado altos y, por consiguiente, imposibles de obtener como promedio para toda la producción cañera. Esto no es así, pues si son comparados con los niveles internacionales correspondientes, lo alcanzado por este sector se encontraba por debajo de muchos países.

En modo alguno puede olvidarse que en todos estos años los campesinos han carecido de suficientes garantías para permanecer en sus tierras, siempre por temor, bien fundado por cierto, a la confiscación. Circunstancia que ha influido, junto a la carencia de estímulos económicos y otros factores, en la desestimulación para promover un cultivo permanente, que necesita importantes inversiones iniciales y un período más largo de recuperación de las mismas que otras producciones agrícolas. Esto queda corroborado por el hecho de que, mientras en la zafra 1964-65 el área cosechada del sector no estatal fue del 31,2% del total, la de 1992-93 disminuyó a un 16,3%

Asimismo, si se analiza la asignación de recursos a los sectores, podrá contemplarse que los entregados al estatal sobrepasan considerablemente a los suministrados al no estatal. Las estadísticas reflejan que en los años 1971-1980 el por ciento de la superficie con regadíos dedicada a la caña era del 16,5 % para el sector estatal, y del 6,7 % para el no estatal. Los porcentajes para el período 1981-87 fueron del 22,7 % y 8,7 %, mientras que para 1990-92 resultaron 24,1 % y 11,7 %, respectivamente. Estos indicadores ponen en evidencia que por cada hectárea bajo riego en el sector no estatal, el estatal ha tenido más de dos.

En cuanto a los fertilizantes, en los años 1975-1987 el sector estatal tuvo un consumo promedio anual por hectárea de 440,8 kilogramos. El sector no estatal utilizó un promedio anual por hectárea de 379,4 kilogramos.

Referente al empleo de los herbicidas, las cifras muestran que en el período 1975-1987, como promedio el sector estatal presentó un índice de tratamiento de sus áreas cañeras del 116 %, tres veces superior al sector no estatal, que únicamente pudo tratar el 36 % de las suyas.

En el cultivo mecanizado de las tierras, también la supremacía del sector estatal es palpable. En los años 1975-1987, como promedio se cultivó 1,68 hectáreas por cada una en existencia. Este índice fue para el sector no estatal de 0,89 hectáreas, casi la mitad.

Como se aprecia, el supuesto asumido para la producción agrícola no tiene nada de exagerado, pues el sector no estatal logró sus rendimientos en condiciones bastante desestimulantes y con recursos significativamente menores que los empleados por el estatal.

La hipótesis planteada para el rendimiento industrial tampoco parece irracional, ya que si tomamos como base las fuertes inversiones realizadas en la industria azucarera cubana, así como los avances tecnológicos a nivel mundial en todos estos años, por lo menos los rendimientos logrados en el período prerrevolucionario debieron conservarse, neutralizándose los factores negativos que pudo haber traído la mecanización de la cosecha, como el incremento de materias extrañas en la molienda.

Puede afirmarse que la única explicación a los desastrosos resultados del sector estatal hay que buscarlos en un modelo económico fracasado, dilapidador de recursos y transpirador de incompetencia por todos los poros. Esto actualmente no sólo se mantiene, sino que está más arraigado.

La carencia de recursos es un problema relativo. La dificultad básica se halla en la inexistencia de mecanismos estimuladores de las labores agrícolas. Hoy, pocos desean laborar en el campo, pues para el campesino y el trabajador agrícola carece de sentido someterse a prolongadas jornadas de esfuerzos, bajo el abrasador sol tropical, para recibir ingresos en moneda nacional prácticamente sin valor alguno.

No debe olvidarse que mientras las industrias azucareras de muchos países se han ido modificando para producir a escala significativa otros productos derivados del procesamiento de la caña, como electricidad, alcoholes especiales, etc., haciéndose más versátiles y adaptables a la influencia del mercado internacional, la agroindustria cubana ha permanecido relativamente estancada y, por consecuencia, es hoy altamente dependiente de las veleidades de los factores externos.

Cuba ha dejado de ser la azucarera del mundo; con una parte sustancial de sus centrales ociosos. Las ricas tradiciones de los productores criollos, debidas a los esfuerzos de muchas generaciones, se están perdiendo en un torbellino de incompetencia e irracionalidad. La principal industria, sumida en el caos, es un fiel reflejo del estado de la sociedad.


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