Belkis Cuza Malé. Publicado el miércoles, 4
de julio de 2001 en El Nuevo Herald
Si por algo deberíamos celebrar los exiliados cubanos el Día
de la Independencia de Estados Unidos es porque ha triunfado la justicia sobre
la prepotencia de la tiranía castrista y sus espías, al
condenarlos a largos años de presidio. La lección está
clara: ésta no es la finca privada de Fidel Castro. El que venga de espía
sabe ya a qué atenerse.
Pensar que los jueces de este país dictaron la sentencia contra estos
señores, presionados por "la mafia de Miami'' sólo cabe en la
cabeza de un loco al estilo de Fidel Castro. De un general que nunca se retira,
a pesar de que pierde una tras otra todas las batallas. Batallas van y batallas
vienen, pero sigue inventando. Así entretuvo al pueblo durante todos
estos años, desde el momento mismo en que tomó el poder, desde que
--como buen actor-- montó la escena de la paloma en el hombro.
Luego, a cada momento se inventaba una invasión, un "corre que
esta noche vienen los yanquis''. Y nada. Inventaba e inventaba, sabiendo que
existía el pacto entre Kennedy y Jruchov. No creo que haya un solo cubano
--uno solo, no importa su compromiso con el régimen, porque todos
disimulan--, que a estas alturas no sepa la verdad: que Fidel Castro le ganó
"al vendedor más grande del mundo'': les vendió la revolución,
con invasiones, imperialismo yanqui, patria en peligro, internacionalismo
proletario, justicia social, poder del pueblo y no sé cuántos
otros esquemitas más, y al cabo de 42 años, todavía continúa
ofreciendo su mercancía de segunda. Sólo que ahora también
se inventa tribunas y espías sofisticados.
El pretexto de sus nuevas perretas por esos muchachitos culpables --gracias
a Dios condenados como espías--, le llevó una vez más al
delirio. Sus "héroes'' no han hecho nada malo, sólo cumplir
la misión sagrada de espiar a sus enemigos, a la "mafia de Miami''
en su propio patio, ha dicho, haciéndose el bobo. "Héroes'',
repite, encandilado por su propia mentira. Pero "héroes'' que
cumplirán largas condenas por sus crímenes de espionaje contra
este país.
La realidad es que si usted levanta una piedra en el exilio, puede que
encuentre un espía. Mejor dicho, un "héroe''. Antes espiaban
y luego escribían libros. Ahora espían y se siembran, como un árbol,
y ya no regresan. ¿Han visto alguno por ahí? Dense una vuelta por la
internet y los encontrarán en cada esquina, sembrando marabú ideológico.
Son los quitacolumnistas solapados, capaces de ocultar sus verdaderas
intenciones defendiendo las ideas del enemigo. Pero también los hay de a
pie, ésos que caminan por las calles, o hasta visitan las iglesias.
Disfrazados de cualquier cosa: de carteros, de científicos, de
rinocerontes, de periodistas, de enfermeros, pero muy bien entrenados. Tocan a
la casa de uno, llegan diciendo que son amigos, que traen quizás un
recado de alguien en Cuba, o que desean quedarse aunque hayan dejado a toda la
familia allá. Estos "patriotas'' --eso sólo se lo cree
Castro-- son "héroes'' porque están exponiendo sus vidas en
un sitio como Miami, de "alto riesgo'', lleno cuando menos de cocodrilos y
de tentaciones capitalistas.
Siendo un niño, Castro le escribió al presidente Roosevelt
pidiéndole que le enviase $10. Alguien me dijo que ahí estaba la
clave de su "antimperialismo'', que a partir de ese momento comenzó
su rencor contra las norteamericanos. No me extrañaría. Pero su
odio se parece más a un amor imposible, a una frustración. Y
recordemos también cómo quiso jugar en las Grandes Ligas, sin
conseguirlo. Este hombre ha querido ser de todo, menos abogado. Creo que perdió
el único caso que defendió en su vida.
Pero volviendo a los espías cubanos, les diré que son
identificables sólo por la mirada --no miran de frente--, y por la forma
en que se visten: atildados, a la moda, como soldados de pase. Hablan inglés,
y hasta ruso. Se manejan muy bien en éste o cualquier mundo, porque están
acostumbrados, como agentes de la Seguridad cubana que son, a viajar por el
extranjero en sus misiones secretas. Lo mismo se meten en un laboratorio, un
centro de computadoras, un almacén, que en una casa haciéndose
pasar por amigos. Si usted se topa con alguno, identifíquelo por el olor:
huelen a carroña.
Y mucho cuidado, porque puede que intenten colársele en su patio hoy
Día de la Independencia, aunque usted no los haya invitado a la fiesta.
Porque aprovechan cualquier pretexto para recordarle que usted es cubano y que
no debería celebrar esta fecha, ni perder un minuto de su vida en nada
que no sea la lucha contra el tirano. Así son de disimulados. Recuerde:
para un espía cualquier dato es válido, hasta sus suspiros.
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