Oscar Peña. El
Nuevo Herald, julio 11, 2001.
La historia no va a absolver a Fidel Castro, al gobierno ni a los militares
actuales de Cuba. No va a absolver al exilio, a los religiosos, al movimiento
disidente ni al pueblo cubano, si la nación cubana se sigue deteriorando
y cada parte persiste con irresponsabilidad en un punto muerto.
Los opositores al régimen, esperando por la muerte de Fidel Castro, y
las autoridades de Cuba, descalificando a todos sus adversarios. Y ambas partes
con una actitud plattista y dependiente de acciones del gobierno norteamericano.
Un lamentable empate en falta de ética nacional.
La nación cubana no se merece esperar por la muerte de Fidel Castro
para que después se den cambios bruscos y acelerados que generen
traumatismos sociales y anarquía. Todavía no es tarde para que el
propio Fidel Castro y su hermano Raúl inicien y presidan un proceso
cubano serio de reedificación nacional de la sociedad cubana.
1ro.-- Porque Cuba lo requiere urgentemente y es un crimen no hacerlo.
2do.-- Porque existen muchos cubanos honestos dentro y fuera de Cuba
opuestos al cerrado sistema imperante en la isla, pero resueltos a ayudar y
participar con caballerosidad en un proceso escalonado de la nación
cubana. Para Cuba hoy es vital una disposición de buena voluntad de todas
sus partes.
Conociendo que la experiencia mundial ha demostrado que ni los socialismos
totalitarios ni los neoliberalismos capitalistas han dado en la diana de los
pueblos, tenemos que allanar nuestro camino entre cubanos de todos los frentes.
Cada parte con su equipaje abultado de errores y aciertos debemos ser capaces de
hacer un pacto nacional para el despegue sereno y organizado del país, y
llevar adelante un diseño criollo: la vía cubana.
No hay justificación ninguna para el estancamiento nacional, y la
mayor responsabilidad de ello la tiene el gobierno cubano
Propongo impulsar la vía cubana donde se reconozcan y preserven los
beneficios alcanzados en la salud, la educación y la seguridad social, e
impulsemos el desarrollo del país y las libertades universales. Propongo
un proceso que convoque no sólo a los extranjeros a invertir en
territorio cubano, sino también a sus nacionales. Y que el éxito
del país no se mida sólo en crecimiento, sino también en
equidad.
Nuestra nación se desangra de sus hijos no sólo por la Ley de
Ajuste Cubano y el bombo de la lotto de visas. Esa epidemia nacional de abandono
del país también es por el cierre y la represión que tiene
el gobierno cubano a todas las iniciativas de sus nacionales. Ambos males contra
la nación cubana hay que erradicarlos.
Las autoridades cubanas no tienen que esperar por cambios de la política
norteamericana hacia Cuba para, después, demostrar una disposición
de buena voluntad. Los argumentos del gobierno de Cuba para el candado nacional
impuesto a la isla no son sólidos. No hay justificación ninguna
para el estancamiento nacional, y la mayor responsabilidad de ello la tiene el
gobierno cubano, por no propiciar una mesa de concertación nacional.
Ni por una parte ni por la otra se mienta más. El gobierno de Cuba no
debe esgrimir más que Estados Unidos es hoy enemigo del pueblo cubano. El
primer país en apoyar y saludar la apertura de Cuba serían los
propios Estados Unidos. Y la parte cubana defensora de apretar tuercas económicas
y otras medidas de Estados Unidos contra Cuba debe reconocer que esas
arbitrariedades están vigentes todavía hoy no por el sentimiento
del pueblo norteamericano, ni porque científicamente esté
demostrado que ello derrumba muros totalitarios. Están vigentes sólo
por el mecanismo de presión electoral, donaciones económicas y
cabildeo que se ejerce en este país y que tanto daño hace al
mismo. Como el mal del libertinaje de las armas de fuego y otros.
Reconozco que ningún método es perfecto, pero entiendo que si
hay seriedad y verdadera buena voluntad de todas las partes de la nación
cubana, podemos lograr un alto consenso para abordar la seria situación
de nuestro país. De lo contrario, nadie será absuelto. Todos
seremos culpables y cómplices del retroceso y estancamiento de Cuba.
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Licenciado en ciencias sociales e historia.
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