Por Sergio Perodín.
O Magazine. Julio 13,
2001.
Las embarcaciones del Servicio cubano de Guardafronteras, que habían
observado la tragedia sin impedirla, se percataron de la presencia de un barco
griego que se dirigía a la bahía de La Habana. Entonces, con la
intención de borrar la imagen de la masacre que se cometía,
iniciaron las maniobras de rescate.
El remolcador 13 de Marzo, en el cual habíamos intentado huir de Cuba
la madrugada del 13 de julio de 1994, estaba hundido. Los que habíamos
tenido la oportunidad de asirnos a una nevera que permaneció flotando en
el agua, logramos salvar nuestras vidas. Cuando todo terminó, habíamos
sobrevivido 31 personas. Habían muerto 41, entre ellas varios niños.
Mi esposa Pilar y mi hijo Yasser, de 11 años, estaban entre los muertos.
Preparativos
Desde mucho antes habíamos planeado la fuga. En un principio, durante
mis vacaciones de ese año, hice o con un amigo cercano. Con él
tuve la primera conversación sobre el tema. Ambos fuimos a ver a Raúl
Muñoz, ex capitán del remolcador 13 de Marzo que en aquel momento
capitaneaba otra embarcación de la Empresa de Navegación Mambisa.
Se produjo entonces otro lazo importante para nuestros planes. Después de
nuestro fructífero encuentro con Muñoz, nos reunimos con Fidencio
Ramel Prieto, jefe de operaciones del puerto de La Habana y secretario del
Partido Comunista de Cuba en aquel lugar. Había confianza. Muñoz y
Ramel Prieto tenían el mismo deseo que nosotros de huir de Cuba.
Así, entre todos, planeamos los pormenores de la fuga. Antes del 13
de julio hubo tres intentos de abandonar el país, pero por diversas
razones tuvimos que suspenderlos.
Finalmente, el día 13 logramos abordar el remolcador 13 de Marzo.
Ramel Prieto tenía el barco bajo su control, inclusive la llave del motor
y el timón. Es costumbre desactivar el timón de estas
embarcaciones cuando se encuentran en puerto.
Y de sólo poner proa rumbo al Estrecho de la Florida, aún
dentro de la bahía de La Habana, supimos que la Dirección de
Seguridad del Estado conocía nuestros planes.
Cronología de los hechos
Zarpamos a unos 300 metros de la capitanía del puerto, que está
en medio de la bahía. Bordeamos muy despacio el área de Regla,
alejándonos lo más posible de la capitanía. Al pasar por el
área de la capitanía un remolcador, del tipo conocido como
Polargo, nos vino encima a unos 200 metros de la fortaleza de El Morro y nos
lanzó los primeros chorros de agua con mangueras de alta presión.
Había gente en el Malecón habanero, parejas de novios, y
comenzaron a gritar al ver que el Polargo trataba de hundirnos. Las mujeres y
los niños subieron a cubierta para que los tripulantes del otro barco se
percataran de que iban a cometer un asesinato. Ellos no se detuvieron. En medio
de varias maniobras, el 13 de Marzo chocó con el Polargo, y en el
incidente logramos poner proa hacia afuera. Al salir de la bahía a mar
abierto, sin embargo, había otras dos embarcaciones Polargo esperándonos
escondidas detrás de El Morro. Entre los tres barcos hacen un cerco al 13
de Marzo, y dos de ellos nos lanzan potentes chorros de agua. Comienzan entonces
a alejarnos de la costa. Nos embestían y golpeaban, una y otra vez
tratando de volcarnos. La maniobra no surtió efecto porque el 13 de Marzo
era potente.
Entonces se colocó un Polargo delante de nosotros y otro detrás,
este último era el que nos golpeaba. Así lograron quebrar la
estructura del 13 de Marzo, el cual comenzó a hundirse por la popa. En
ese momento, el Polargo de atrás nos "escoreó", es decir
se montó encima de nuestra embarcación, la cual se hundió
hasta la mitad. Unas 30 personas quedaron atrapadas en la bodega del 13 de
Marzo. Los que logramos salir a la superficie vimos que las tres naves Polargo
giraban a nuestro alrededor a alta velocidad, tratando de hundirnos. Se
mantuvieron haciendo remolinos durante 40 minutos. Era evidente que tenían
el propósito de no dejar sobreviviente alguno que luego se convirtiera en
un peligroso testigo. Entre 15 y 18 personas que salimos a la superficie nos
asimos a una nevera que flotaba. Asi pudimos salvarnos. Mi pequeño hijo
Sergio estaba aferrado a mí. No sabíamos nada del resto de la
familia.
Rescate a "regañadientes"
Para nuestra sorpresa, vimos que los tres Polargos quedaron quietos y una
lancha torpedera de Guardafronteras entró hasta donde flotábamos.
Nos recogieron. Al subir a la lancha nos percatamos de que un barco de bandera
griega, que se encontraba a unos 800 o mil metros de distancia, trataba de
entrar a la bahía de La Habana. Comprendimos entonces por qué habían
detenido la masacre y nos habían recogido. La lancha torpedera sabía,
desde el principio, lo que estaba ocurriendo. Nos había seguido y sus
tripulantes habían sido testigos del hundimiento del 13 de Marzo. Nos
recogieron a las 4 de la madrugada y nos mantuvieron dando vueltas en el mar
hasta las 11:30 a.m., cuando recibieron la orden de conducirnos a Jaimanitas.
Cuando llegamos a una base naval de aquel lugar, había coroneles y
generales. Nos encerraron en calabozos hasta las 6 de la tarde. A esa hora, seis
niños y cinco mujeres que había entre los sobrevivientes fueron
llevados a sus casas. A los hombres nos trasladaron a Villa Maristas, la sede de
la Dirección de Seguridad del Estado. Allí permanecimos por
espacio de 20 días, tras los cuales nos impusieron prisión
domiciliaria.
Un nuevo intento
Con mucho esfuerzo, en tan difícil situación, fabricamos una
balsa a escondidas, y el 23 de agosto nos lanzamos de nuevo al mar. A unas 50
millas de Cuba fuimos rescatados por embarcaciones del Servicio de Guardacostas
de Estados Unidos y enviados a la Base Naval de Guantánamo. Por razones
humanitarias, especialmente por mi hijo Sergio, que huyó conmigo, el 24
de enero de 1995 cuatro de nuestra familia, todos sobrevivientes del
hundimiento del 13 de Marzo, recibimos un permiso "bajo palabra" del
gobierno de Estados Unidos para viajar a Miami.Voy a luchar, hasta donde me
alcancen mis fuerzas, para que el crimen que se cometió con el 13 de
Marzo no quede impune.
Perodín narró la tragedia del 13 de Marzo ante un comité
del Congreso de Estados Unidos, en febrero de 1995, ante la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU ese año y ante dos subcomisiones del Congreso
de Venezuela, en abril de 1995. Su relato ha sido recogido también en
documentales, noticieros y libros. En primera persona, ha contado su tragedia a
los lectores de o.
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