MADRID. Antonio Rojas. ABC
/ 16 de julio
Niño prodigio que con apenas unos pocos años ya actuaba en público,
el nombre del músico Paquito d´Rivera (La Habana, 1948), uno de los
saxofonistas más grandes del momento, ha empezado sin embargo a ser
conocido del gran público a partir del documental «Calle 54»,
de Fernando Trueba. Miembro fundador de la Orquesta Cubana de Música
Moderna y de la formación Irakere, exiliado en Estados Unidos desde 1981,
es una de las figuras más relevantes del latin jazz. Con su grupo,
Havana-New York Ensemble ha realizado giras por todo el mundo, además de
compartir escenario con nombres como Dizzy Gillespie, Carmen McRae o Benny
Carter.
Hombre incansable, de magnífico humor, embarcado en infinidad de
aventuras artísticas y musicales, acaba de terminar una novela, «En
tus brazos moreno», sobre La Habana de noche hasta el año 1963 vista
por los ojos de músicos, bailarines y otros seres nocturnos.
Ahora se halla de gira por España dentro del programa «Calle 54»,
que incluye también la intervención de Jerry González, Bebo
Valdés y Patato. Este jueves Paquito d´Rivera estará en el
Cuartel del Conde Duque con su quinteto en una velada que contará también
con la presencia del sexteto de Chano Domínguez, uno de los músicos
que más ira el saxofonista habanero.
-¿Lleva la cuenta de las veces que ha pasado por España?
-No, pero a mí me fascina venir aquí, me siento como en mi
casa. Me encanta estar en España, me agrada mucho el país, y sobre
todo Madrid, en donde viví seis meses.
-Está inmerso en infinidad de proyectos. ¿Acaso es incansable?
-No, lo que pasa es que no me queda más remedio. El teléfono
suena, caramba, y hay que responderlo. A veces me aterra un poco eso. Vivo en un
constante terror de no poder terminar a tiempo las cosas.
-Aunque su trayectoria viene de lejos, su nombre ha saltado a la palestra
con «Calle 54»
-«Calle 54» no es una causa sino una consecuencia de lo que ha
venido pasando todos estos años atrás. Fernando Trueba, que es un
artista tan oportuno, no oportunista, ha documentado lo que hemos hecho estos años
y ha provocado el reconocimiento de nuestro trabajo.
-¿Por qué los ritmos latinos triunfan ahora en todo el planeta?
-Siempre ha sido así. Ahora parece que géneros como el son, la
bossa nova o el tango están saliendo de su aislamiento y con «Calle
54» va a ser la rehostia, como dicen ustedes por acá. Yo no tengo
tiempo de estudiar el fenómeno, no soy sociólogo.
-¿Y se le ocurre alguna?
-Yo creo que es el florecimiento de las artes del Nuevo Mundo, lo que se ha
estado cocinando durante quinientos años. Dentro de la música del
Nuevo Mundo también entra el flamenco por alguna razón. Se siente
parte de nuestra propia cosa, como que encaja ahí. Mozart, que es un
autor que yo amo, no encajaría, como el flamenco que va al lado de
Piazzola, Jobim o Bebo Valdés. Quien lo ha mezclado magistralmente es
Chano Domínguez.
-Después de haber cultivado infinidad de géneros musicales, ¿en
cual se siente más cómodo?
LA COMODIDAD DEL JAZZ
-Donde más cómodo me siento es en el jazz, porque en algún
sitio se tiene uno que sentir más cómodo. Pero me gusta hacer
otras cosas.
-Donde no se encuentra cómodo es en la Cuba de Castro
-Ahí no, eso no va conmigo. Es que la Cuba de Castro no es Cuba
realmente. A mí me deprime ver la triste situación de un país
muy artístico, no solamente musical. Sobre todo la de grandes escritores
que escriben sobre cosas feas; me da una lástima tremenda, una soberbia
al mismo tiempo y una tristeza ver a Pedro Juan Gutiérrez, al que iro,
obligado a escribir sobre cosas tan sucias.
-Musicalmente, ¿cómo encuentra a la Isla?
-Es un país sumamente musical, no lo inventaron ellos. Lecuona no
estudió en Moscú, ni Bebo Valdés en Checoslovaquia. Estaban
ya allí cuando la revolución. El mambo no se inventó en
1959. Es un país musical y lo va a ser. La otra versión es la de
algunos exiliados, que dicen que el son se fue de Cuba, pero no se ha ido porque
no le mandaron nunca el visado. ¡No pudo irse!
-¿Echa de menos La Habana?
-¡Cómo no! Es una de las ciudades más lindas del planeta,
que volvió locos a muchos como a Hemingway, Cabrera Infante o Strawinsky.
Y tengo en cuenta sus defectos, no digo que sea perfecta, porque el ser humano
no lo es, siempre tiene que cagarla en un momento.
-Confiéseme algo. ¿Es verdad que el saxofón es un
instrumento muy sensual?
-En torno al saxo hay una contradicción. Dicen que es el instrumento
más sexual que hay. Pero eso es absurdo, porque viene jorobado de fábrica.
Si fuera el clarinete, la flauta...
-¿Cómo lo definiría?
-Es un instrumento hermafrodita. Tiene, sin duda, lo mejor de los dos
mundos.
-¿Qué proyectos más inmediatos tiene?
-Estamos ahora en esta gira de «Calle 54», después grabaré
con Chano Domínguez y también tengo un disco de cámara en
Argentina y debo terminar un concierto de flauta para la Orquesta Sinfónica
Nacional. Son muchas cosas juntas.
-¿Le queda tiempo para disfrutar de otras cosas?
-Sí, yo colecciono coches antiguos. Tengo un Volkswagen 1973
convertible, un 1964 cubierto y un aparato maravilloso que esperé durante
44 años que es un Chevrolet 57 que me lo entregaron el día de mi
cumpleaños, el 4 de junio de 2000. |