¿Por qué
no somos eficientes?
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, febrero - ¿Existe hoy en Cuba la reserva laboral capaz
de dar el vuelco económico que requiere el país?
Otras interrogantes surgen a partir de esta pregunta.
¿Qué sucede con la primera industria nacional, o sea la
azucarera? ¿Por qué falta la caña y el bajo rendimiento
mantiene paralizado a decenas de centrales?
Y cuando se logra moler, ¿por qué hay tantas pérdidas?
Respecto a la ganadería, los cultivos varios o los servicios a la
población, ¿por qué hay tanta ineficiencia en los mismos?
El gobierno de Cuba ha construido un mito en torno a la calificación
profesional del pueblo cubano. Pero es conocido que la mayoría de la
tecnología y de los equipos de todo tipo procedían de la difunta
URSS, como también se sabe qué pasó con ellos.
Nuestros técnicos, profesionales y obreros han dado lo mejor de sí
durante más de cuatro décadas, incluso han llegado al sacrificio
personal, pero, no nos engañemos, nos falta actualización.
A la utopía tecnológica del régimen se adiciona la
burocracia, el voluntarismo y la falta de calificación en materia técnica,
todo lo cual se refleja en la falta de resultados positivos en la economía
y en las transformaciones que el país pide a gritos. Sin embargo, nada se
ha logrado encauzar establemente.
La falta de competitividad devino en una autocomplacencia cuya principal
tara es que no se logra rebasar la mala calidad de los productos y servicios.
Especialistas consultados opinan que se impone la recalificación
masiva de amplios sectores laborales del país para elevarla a un nivel
superior y así lograr la eficiencia no sólo en calidad y
presentación de los productos, sino también para que al fin se
cubra la creciente demanda nacional.
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