Crónicas
de ayer y de hoy: Tres frutas cubanas
Lucas Garve, I
LA HABANA, marzo - En la actualidad una señora -trabajadora por
cuenta propia, eufemismo al uso socialista- propietaria de un negocio, oferta el
vaso de champola de guanábana o de anón a tres pesos en la calle
Neptuno entre Gervasio y Belascoaín.
Entre muchas frutas cubanas existen tres que gozaron de gran aprecio por el
delicioso sabor que las distingue: el caimito, el anón y la guanábana.
El caimito es un fruto antillano. De todas las regiones tropicales del
mundo. El caimito ya crecía en el archipiélago cubano a la llegada
de los europeos.
En sus Crónicas de Indias lo distinguió el Padre Las Casas: "Había
otra (fruta) mucho buena y suave, mui sabrosa puesto que no odorífera,
tan grande como un membrillo, que no es otra cosa sino una bolsa de natas o
mantequillas i así es blanco I más ralo o líquido que
espeso, como mantequilla mui blanda (...)".
El caimito posee dos variedades: una de cáscara verde y pulpa blanca;
la otra de cáscara y pulpa moradas. Pero la variedad blanca es más
alimenticia que la morada.
Al igual que el anón, el caimito regala una buena dosis de potasa y ácido
fosfórico. Mas, son los azúcares en un 9,55 por ciento en las
composiciones respectivas el elemento que los hace apreciables.
Quien no haya apreciado una champola de anón en pleno calor de julio
o de agosto, ¡lo que se ha perdido! La champola se hace con leche. Se le
saca la masa al anón y se mezcla con azúcar, se bate y enseguida
se deja reposar una hora. Se cuela gracias a un colador bien fino y se le añade
la leche a la mezcla. Preferiblemente se consume luego de refrigerar la mezcla.
También la champola puede hacerse con guanábana.
El valor alimenticio del anón lo garantizan sus azúcares (21,5
por ciento) y el ácido fosfórico (14 por ciento). Además el
cocimiento de hojas de anón posee cualidades medicinales beneficiosas en
indigestiones y problemas de la vejiga.
Parienta del anón, la Guanábana (una Anonácea) es un
fruto de los más apreciados por su aroma. Puede consumirse servido sin
elaborarlo y, como ya mencioné, en forma de champola bien fría.
La pulpa de la guanábana es blanquecina y contiene un 12 por ciento
de azúcares, un 0,90 por ciento de acidez y un 64 por ciento de calorías,
cifra que la coloca entre el anón (97,93 por ciento de calorías) y
el caimito (52 por ciento de calorías).
Aunque su por ciento de digestibilidad es alto, la parte de fibra es de difícil
digestión, por lo que es aconsejable la utilización de su jugo
rico en elementos nitrogenados, azucarados y fosfatados.
En la cocina cubana de los siglos pasados, por ejemplo, se hacía una
natilla con el jugo del caimito, azúcar, yemas de huevo y maicena.
Mientras, para agasajar visitantes a la hora del mediodía un buen vaso de
fino cristal sudado por el frescor de la champola de guanábana o de anón.
A pesar de todas estas cualidades que adornan la belleza de estas tres
frutas cubanas hoy se consumen muy poco. La deforestación de la campiña
cubana ha llegado a convertirlas en frutos del recuerdo prácticamente.
Sólo después de la reinstauración de los mercados
agropecuarios de venta libre, se encuentran guanábanas y anones, lo que
no ocurre con el caimito. Este último es consumido únicamente en
zonas rurales. Y los dos primeros por sus altos precios y el olvido de los
consumidores perdieron su reclamo.
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