El Panda de
la discordia
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, noviembre - Nadie se deje llevar por el título engañoso
de esta crónica. No voy a hablar del gracioso osito blanco con manchas
negras alrededor de los ojos. La crónica pudiera llamarse igualmente "Hablar
en chino" porque es de algo chino que contaré. También
pudiera titularse: "Las buenas relaciones consolidan la unidad del barrio",
porque Panda es la marca de un televisor chino que están repartiendo por
los barrios y los centros de trabajo.
La vieja costumbre del socialismo cubano de otorgarlo todo, desde una caja
de fósforos hasta un automóvil, como premio a la adhesión,
la obediencia, el sacrificio, los méritos, ha reaparecido por estos días.
Desde que se supo, anunciado por el presidente de la república, que
la República China nos dotaría de un enorme número de
televisores Panda y que se venderían a la población en moneda
nacional, la gente ha esperado ansiosamente.
Ante la irrupción de equipos tan necesarios en un país donde
el mayor entretenimiento es seguir los culebrones, en los centros de trabajo y
en los barrios las personas se han preparado para la obtención de tan
preciado aparato.
En un principio, el ambiente fue de fiesta, más tarde de
incertidumbre y ya es abiertamente de guerra. Cuando se anunció, la
población creyó que habría televisores para todos, luego se
supo que se repartirían por barrios y centros de trabajos, más
tarde que la repartición sería por méritos y razones
humanitarias, de ahí que se transitara de la fiesta a la incertidumbre y
de la incertidumbre a la guerra.
Todo el mundo quiere tener su televisorcito en colores, aunque sea Panda y
chino. No todos los cubanos poseían la cifra de 300 ó 400 dólares
para comprar uno de los televisores que se vendían en la red comercial en
divisas y que eran Panasonic, L.G., Sanyo, National y otras marcas de más
prestigio. Y ante la buena nueva de que podrían adquirirlos en moneda
nacional estuvieron un tiempo afilándose los dientes -más bien los
ojos, ¿no?
Pero la decepción vino pronto. Para obtener un Panda hay que estar
dispuesto a pagar, menos mal que a plazos, como mínimo cuatro mil pesos,
casi una fortuna donde el salario medio es de 247 pesos más o menos, según
datos estatales. Hay que haberse fajado con King Kong, y por supuesto haberle
ganado, en la lucha permanente contra el imperio yanki, hay que ser un ama de
casa que por atender las tareas del CDR, la FMC, las MTT y la recuperación
de materias primas no tenga tiempo para atender su casa, hay que ser un minusválido
con más mérito que un mutilado de guerra o un conocido consagrado
a los deberes revolucionarios.
Tanto en los barrios como en los centros de trabajo, por estos días,
se suceden tantas batallas como en Kabul o Kandahar, las heroicidades y los
trapitos sucios vuelan por el aire; ganarse un televisorcito Panda, en esas
circunstancias, se torna más importante que atrapar a Osama Bin Laden.
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