Cinecidio
Lázaro Raúl González, I / CubaNet
HERRADURA, noviembre - En el número 2906 de la calle 30 en el poblado
de Herradura, provincia Pinar del Río, está el edificio grisáceo
de una planta en cuya fachada se desdibuja un letrero en el cual se lee: Imías.
Al lado, otro cartelito anuncia al forastero que en tiempos pasados allí
funcionó un cine.
Esta sala cinematográfica existió allí hasta hace más
o menos diez años, y sólo podían competir con ella las
canturías campesinas y las peleas de gallos.
La memoria del cine Imías perdura en los pobladores de esta región.
Aún se rememoran las colas que abarcaban varias cuadras de la calle
Principal. Todos los habitantes de Herradura iban al cine. El estreno de "La
vida sigue igual" marcó un hito en la zona y se recuerda como uno de
los sucesos más conmovedores.
En este pueblito pinareño, como en otros del país, ir al cine
no era sólo una aventura intelectual, sino la única forma en que
la gente de acá podía volar, navegar, viajar, ser turistas.
Aquella linterna mágica les proyectaba imágenes, escenarios,
sucesos, historias que les permitía salir de la desinformación que
los aprisionaba y ver el mundo de "allá fuera".
Por supuesto, no todo era ensoñación. Disfrutar clásicos
de Alfred Hitchock en la humilde sala cinematográfica hacía que
los guajiros de Herradura se sintieran a la par de los intelectuales de París
o New York. Al menos por un par de horas éramos ciudadanos del Primer
Mundo.
Pero el comunismo mundial se cayó y el régimen de Fidel Castro
perdió los subsidios millonarios que lo mantenían a flote. Súbitamente,
los cubanos fueron al fondo del Tercer Mundo.
Como la caída fue rápida y acompañada de crisis económica,
apagones y hambruna, la gente apenas lo notó. Pero en el primer lustro de
la década de los 90 decenas y decenas de cines dejaron de funcionar. El
período especial apagó la linterna mágica.
El Imías se negaba a que lo sacaran de circulación. Fue
convertido en sala de vídeo y durante un tiempo al menos los más jóvenes
acudían a las exhibiciones de filmes, pero el proyecto languideció,
y hace mucho tiempo ya que en la puerta principal del inmueble se lee: "Clausurado".
El cine Imías murió. Sólo le falta el epitafio. Algún
humorista propuso la siguiente inscripción: "Aquí yace
cerrado por tiempo indefinido quien fuera una joya del séptimo arte + ya
casi te olvidamos + Ministerio de Incultura".
La clausura del Imías no es un hecho aislado. La lucha entre barbarie
y civilización es un hecho real que el gobierno de Castro se niega a
reconocer. Entretanto, en Herradura ya se sabe quien ganó la pelea.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|