Eudel Eduardo Cepero. Publicado el viernes, 9 de noviembre
de 2001 en El Nuevo Herald
El tema de la erosión de playas ha sido recurrente en los medios
durante los últimos días debido al espectacular efecto de abrasión
costera generado por el huracán Michelle en las costas de Hollywood, en
la Florida.
La erosión de playas es un proceso geológico natural y depende
de numerosos factores que incluyen clima, vegetación, topografía y
un gran etcétera que termina en el hombre. Este último con su
accionar puede facilitar los factores activos de la erosión costera hasta
el punto de destruir la playa y afectarse a sí mismo, existiendo
numerosos ejemplos en todo el planeta de ese absurdo proceso de autoflagelación
de litoral.
Dos de las acciones destructivas para las playas son la extracción de
arenas de los bancos naturales que las proveen y la construcción de
estructuras permanentes sobre las dunas costeras, que aceleran y concentran el
efecto de la energía del oleaje.
La famosa playa de Varadero, en Cuba, es un lamentable ejemplo de cómo
la extracción de arena para la construcción puede destruir una
joya natural.
En un artículo publicado en el periódico Gramma a mediados de
mayo, el gobierno cubano reconoce de forma oficial por primera vez que los
irreversibles procesos de erosión que ocurren en la playa de Varadero se
deben, entre otras causas, a la extracción de al menos un millón
de metros cúbicos de arena entre los años 1968 y 1978. La erosión
en Varadero alcanzó rangos espectaculares entre los años 1979 y
1987 cuando, según la misma fuente, la playa retrocedía como
promedio un metro y veinte centímetros al año y era posible
observar el afloramiento de rocas en diversos puntos del litoral. Actualmente,
es necesario realizar costosos vertimientos de arena en Varadero cada cinco años
para mantener en alguna medida las condiciones físicas y estéticas
de la playa.
Otro buen mal ejemplo ha venido ocurriendo en Cayo Coco, al norte de Cuba.
En este islote desde finales de los ochenta el gobierno cubano promueve un
acelerado proceso de colonización turística sobre el entorno
natural y para complacer a turoperadores europeos y canadienses que exigen
hoteles donde el turista pueda sacar el pie de la habitación y entrarlo
en la playa, se ha construido sobre la primer duna costera. El resultado no se
hizo esperar. A mediados de los noventa, evaluaciones independientes reportaban
que la franja de arena en el sector conocido como el Peñón, en
Cayo Coco, había disminuido con relación a 1984.
Y, como siempre ocurre, cuando la magnitud del desastre alcanzó
extremos catastróficos el gobierno cubano dejó entrever públicamente
la existencia del problema. El pasado mes de octubre una de sus publicaciones
electrónicas reportó que intensos procesos erosivos afectan las
playas del polo turístico Cayo Coco, principalmente en la zona
perteneciente al Hotel Club Cayo Coco. Según evaluaciones del Centro de
Investigación de Ecosistemas Costeros (CIEC) de la provincia Ciego de
Avila.
Los investigadores de la mencionada institución consideran que la
erosión por causas naturales se ha visto facilitada y acelerada por el
impacto ambiental causado por las construcciones hoteleras y de infraestructura
turística en la duna costera. En el interés de paliar la situación
se lleva a cabo una inversión de unos 30,000 dólares para crear
una barrera artificial sumergida que disminuya el impacto del oleaje en dicha
zona.
Sin embargo, los especialistas del CIEC consideran que esa alternativa es sólo
una solución transitoria ante esos graves problemas que precisan de
vertimientos de arenas para lograr un resultado efectivo y duradero,
procedimiento considerado costoso por las autoridades cubanas.
De esta forma, en un lapso de unos quince años el gobierno cubano ha
logrado destruir lo que a madre natura le demoró construir varios siglos,
y ahora es de esperar un cambio en la toponimia del lugar, el cual bien puede
comenzar a nombrarse Polo Turístico Cayo Playas de Piedras, todo un imán
para atraer turistas.
Geógrafo y ecologista.
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