Campamentos
para no albergar a nadie
Lázaro Raúl González, I / CubaNet
"Que bueno ser gobierno ... para gastar el dinero
ajeno" - (Economista anónimo)
HERRADURA, noviembre - Cuando los funcionarios cubanos idearon hace una década
construir algunos campamentos para albergar trabajadores en la costa sur de la
provincia Pinar del Río, donde realizarían labores agrícolas,
de verdad creyeron que favorecerían a la economía del país,
lo que demuestra la inexperiencia de esos dirigentes y sus deficientes
capacidades organizativas.
Hasta ese momento, miles de trabajadores de todos los sectores productivos o
de servicios eran movilizados diariamente para que atendieran los cultivos,
principalmente tomates, que en la temporada de invierno se sembraban en áreas
del complejo agroindustrial arrocero Los Palacios, inmenso latifundio estatal
que comprende cientos y cientos de caballerías de tierra.
El movimiento de esas masas representaba tremendo costo pues se gastaban
toneladas de combustible en transportación, se deterioraba el parque de
camiones, la gente llegaba cansada al surco y, por tanto, la productividad
descendía.
Por eso los funcionarios provinciales, municipales y de base de Pinar del Río
se pusieron de acuerdo y ordenaron la construcción de campamentos en las
tierras bajas de la costa sur. Aquello, según sus planes, sería el
gran salto. Ahora los trabajadores amanecerían descansaditos al lado
mismo de los campos que atenderían, los rendimientos se multiplicarían
y la jugosa actividad se perpetuaría.
A un costo de decenas de miles de pesos y con los mejores materiales
disponibles, se erigieron los campamentos: piso de cemento, paredes de bloque,
techo de tejas de fibrocemento. Grandes naves para dormitorios y otras para los
baños, la cocina-comedor y las oficinas de la jefatura. Todas fueron
pintadas con esmero y se les dotó de cierto confort: servicios de agua y
electricidad, televisores y todo lo necesario para garantizarle a los albergados
una feliz estancia. En teoría, el proyecto era inmejorable.
Sin embargo, la práctica fue diferente. Unos pocos años después
los campamentos permanecían abandonados, silenciosos como conventos.
Alguna que otra vaca deambulaba por ellos. Los únicos habitantes fijos
eran los mosquitos.
El descalabro sobrevino cuando a algún dirigente de mayor rango
decidió, al poco tiempo de la erección de los campamentos, que en
las tierras de esa región no se sembrarían más cultivos
varios sino sólo arroz. A partir de ese momento las instalaciones para
albergar trabajadores perdieron su utilidad.
Todavía las siluetas de los campamentos adornan el horizonte saturado
de plagas de mosquitos. Algunos, como el ubicado en Santa Bárbara, ya no
tienen techo. A casi todos les sustrajeron las piezas de madera, las
instalaciones eléctricas e hidráulicas de sus estructuras.
Temporalmente estos campamentos sirvieron de asentamiento temporal a tropas
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Testimonio de ello son las
consignas escritas en sus paredes: "¡Comandante en jefe Ordene!",
"Academia de las FAR, ¡lista para vencer!", "Somos los
relles (así, con doble ele) del tomate", "¡Avajo (con v)
el bloqueo!", "¡Viba (tal y como aquí se escribe) la
Rebolusión!", "!Socialismo o Muerte!", y de nuevo "¡Comandante
en Jefe Ordene!".
A un kilómetro de la unidad agrícola Vueltabajo, hay uno de
estos campamentos cuyo suelo está cubierto de estiércol y en las
paredes huellas de manos. El sitio parece una caverna de hombres primitivos.
Se dejaron de construir cientos de viviendas para personas sin techo y se
usaron los materiales para levantar estas instalaciones abandonadas hoy.
Este fenómeno no es exclusivo de esta zona de Pinar del Río.
Lo mismo sucede en otras provincias de nuestro país. Evidentemente hay
irresponsables con poder. Si los faraones consiguieron inmortalizarse por sus
obras monumentales no sucederá lo mismo con los funcionarios responsables
de tanto desastre, porque a éstos nadie los recordará dentro de
poco debido a sus monumentales barbaridades, como ésta de erigir
campamentos para no albergar a nadie.
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