CUBANET .INDEPENDIENTE 5o2j28

20 de noviembre, 2001


¡Ay, qué dolor, qué dolor de muela!

Héctor Maseda, Grupo Decoro

LA HABANA, noviembre (cubanet.sergipeconectado.com) - El régimen de Fidel Castro, como de costumbre, le endilga a los demás sus propias deficiencias, ya sea a personas, autoridades o fenómenos climatológicos. Los casi cuarenta y tres años que lleva en el poder así lo demuestran. La conducta que asume tradicionalmente el gobierno cubano al aumentar las afectaciones sufridas consiste en esperar a cambio jugosos donativos provenientes de la solidaridad internacional, los cuales le han reportado pingües beneficios para su sobrevivencia.

De este modo, la propaganda gubernamental dirigida a las esferas social y económica ha oscilado entre el embargo y las presiones económicas que dice recibir, presuntas agresiones terroristas y bacteriológicas, el desplome del campo socialista europeo, la desintegración de la URSS y sus consecuencias para Cuba, el tan cuestionado "período especial", así como la urgente necesidad de insertar la economía cubana en el ámbito internacional.

Desde los ataques terroristas ocurridos en las ciudades norteamericanas de New York y Washington el 11 de noviembre y el paso del huracán Michelle por el territorio cubano el 4 de noviembre, los gobernantes de la isla disponen de dos poderosos elementos en su arsenal de justificaciones para confundir al pueblo y reencontrar, al mismo tiempo, el eslabón perdido que vinculaba al pueblo y gobierno cubanos.

No es menos cierto que esos actos extremistas han creado una crisis mundial en el turismo, que golpeó y golpea rudamente a la economía cubana. El buen o mal desempeño de la llamada "locomotora" (el turismo) que arrastra a los principales sectores de la producción y los servicios nacionales no sólo destrozó el fondo en divisas con que el gobierno cubre sus compromisos internacionales y domésticos, sino también a millones de trabajadores que de una u otra forma dependen del avance o retroceso del sector turístico.

Por otro lado, se informó oficialmente que Michelle infligió daños a 45 mil viviendas y más de 500 instalaciones de salud, 780 industriales y 145 agropecuarias, 500 escuelas y círculos infantiles, 9 centrales azucareros, una termoeléctrica (la Antonio Guiteras), un millón de aves se ahogaron, 13 mil teléfonos quedaron interrumpidos, 145 postes telefónicos dañados, así como 34 grandes transformadores y 1,159 postes del tendido eléctrico, 100 torres de alta tensión y 8 de comunicaciones, además de vastas extensiones de cultivos cañeros y no cañeros.

Obviamente estos daños ocasionados por el huracán aumentarán las ya insoportables limitaciones y dificultades por las que atraviesa el pueblo desde que lo gobierna Castro. Pero lo que más daña al país son las decisiones erradas de las altas esferas del régimen en materia de política económica.

¿Quién responde porque la eficiencia económica nacional está por debajo de los índices permisibles, porque las zafras azucareras no lleguen a cinco millones de toneladas de azúcar producida hace ocho años, porque el peso cubano no tenga ningún valor en los mercados internacionales?

¿A qué se debe el exagerado paternalismo laboral que infla las plantillas de empleados en los centros de trabajo y afecta la productividad industrial y los servicios?

¿Quién responde porque cada dólar que ingresa a través del sector turístico apenas produce quince centavos de ganancia, porque el 76 por ciento de los suelos tengan algún nivel de degradación, porque en los últimos diez años se hayan incendiado 65,400 hectáreas de bosques (2,8 por ciento del total) por negligencias personales o insuficiente atención, porque la rama de biotecnología no obtenga los resultados que se esperan de ella?

¿Cuáles son los mecanismos de control existentes para que el pueblo conozca al detalle cómo y dónde emplea el gobierno los recursos productivos y financieros que produce la sociedad?

Estas y otras preguntas se hace a diario la ciudadanía pero el régimen, incapaz de solucionar los problemas colectivos, no tiene más opción que exagerar los reveses que por su incapacidad recibe la economía y justificarlos con cualquier razón externa sea un huracán, el gobierno estadounidense, el embargo o las lógicas fluctuaciones que ocurren en el mercado internacional de valores y que en alguna medida nos tocan a nosotros.

El último error cometido por el gobierno cubano fue rechazar, de hecho, la ayuda humanitaria ofrecida por el gobierno estadounidense. No tengo dudas que esta reacción se debe a los términos en que la istración de George W. Bush está dispuesta a concedérsela. Por su parte, el régimen de Castro nunca ha ocultado sus propósitos: en Cuba, el único negociador autorizado es... él mismo.


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