¿De dónde
saldrá el martillo?
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, noviembre (cubanet.sergipeconectado.com) - Ver que explotan el trabajo de un
niño me lacera. Ver que los usan como pancarta política me asquea.
Yo los he visto, en muchas partes del mundo, por un mendrugo, menudos y frágiles,
limpiar zapatos ajenos, rastrear los basurales, fregar automóviles,
vocear periódicos, labrar la tierra, trasladar pesadas cargas, y nunca más
vibrantes y altos han sonado en mi memoria los versos del doloroso poeta español
Miguel Hernández sobre el niño yuntero.
Pero si hay un crimen mayor que el de forzar a los niños a trabajar, ése
ha de ser el de utilizarlos en maniobras políticas.
Qué sabe un niño de labores ajenas a sus juegos, sus estudios,
sus sueños. Qué sabe un niño de trácalas y engañifas
ajenas a sus adivinanzas y trabalenguas pueriles. ¿Quién tiene
derecho de hacerlos trabajar? ¿Quién tiene derecho de mostrarlos en
tribunas políticas como "loritos amaestrados" para repetir el
credo de quien los utiliza?
Si criminal es cobrarles su existencia haciéndolos trabajar
precozmente, abominable es usarlos con fines políticos después de
torturarlos con el aprendizaje de discursos que apenas si comprenden.
Si un día los niños pudieran decidir sus vidas debían,
en honor a tantos de ellos maltratados, hacerles pagar a los adultos por tanto
abuso.
Independientemente de las muchas organizaciones protectoras de la infancia,
el mundo todavía es muestrario lastimoso de atrocidades contra la niñez.
Se les obliga a trabajar por míseros salarios. Se les vende como mercancías
sexuales. Se les adoctrina como animalitos de corral. No pueden los niños
vivir sus infancias con el mimo y el celo que merecen. Se les ofende, manipula e
irrespetan sus derechos. ¿A qué infierno traemos a nuestros hijos?
Estériles, infecundos debían ser los incapaces de propiciarles
a sus hijos un mundo donde ellos sean la bienaventuranza y el amor. Mucho sufre
el corazón humano cuando un niño amanece con el alma vieja ya y
encallecida; mucho sufre el corazón humano cuando un niño es
arrastrado por el torbellino político de una maquinaria infernal que
desde las primeras letras le arranca su pureza, su candor, su ingenuidad y los
enseña a recitar mentiras para estimular aplausos.
¿Cuál de los crímenes es más viejo? ¿Desde cuándo
se ha obligado a trabajar a los niños? ¿Desde cuándo se les
ha inoculado doctrinas ajenas a su inocencia y se les ha obligado a declamarlas
con propósitos abyectos?
Los propios gobiernos de los adultos, mientras les endilgan adjetivos
futuristas, crean niños monstruosos que después crean gobiernos
monstruosos. ¿De dónde saldrá el martillo / verdugo de esa
cadena?
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