Extraños
en el paraíso
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Aquí todo el mundo es comunista, comecandela,
charco 'e sangre. Gente de Patria o Muerte, Hasta la Victoria Siempre, Fidel pa'
onde sea. Según la propaganda oficial, parece no haber en Cuba una
condenada alma que disienta, que piense de otra manera, que no esté de
acuerdo. El país, según la óptica gubernamental, viene
siendo algo así como la tierra de jauja, el paraíso recobrado.
Por la radio, la televisión, los periódicos sólo se
describen metas conquistadas, actos de apoyo al sistema, logros en todas las
esferas de la vida. Es como si la armonía reinara en el país y
nadie protestara por las deficiencias del transporte, la insuficiencia de la
alimentación, la carestía de la vida, el permanentismo político.
Cualquiera que desde otra orilla del mundo se deje llevar por las autoapologías
con que se canta y se celebra el gobierno cubano, que además no permite
que otro gallo cante en su valla, pensaría que el Edén es una cámara
de torturas comparado con la tierra más fermosa que ojos humanos vieran.
Pero para nosotros que convivimos día a día junto a los serafines
rojos, los querubines verde oliva, los arcángeles -más que
anunciadores, impositores de sus anuncios- nos haría falta más de
un Virgilio para que nos guiara por esta selva oscura y enrevesada.
Nadie nos habla nunca de los cientos de presos políticos que padecen
encierros injustos en las cárceles de Cuba, nadie entrevista a un líder
opositor que propone un proyecto político diferente, nadie se atreve a
darle un mínimo espacio público a las decenas de periodistas
independientes que se ven obligados a publicar sus despachos en el extranjero,
nadie indaga las verdaderas causas de una emigración cada día más
profusa y, a veces, arriesgada hasta la muerte.
En el paraíso socialista tropical no hay disidencia, no hay
opositores, no hay prensa independiente, y por tanto no hay presos de
conciencia, ni represión política, ni violación de la
libertad de expresión. Los que "engañados por los cantos de
sirena" se dedican a esos menesteres ni son cubanos, ni opositores, ni
periodistas. Son gusanos, vendepatrias, mercenarios. Las organizaciones
disidentes son grupúsculos contrarrevolucionarios pagados por los
norteamericanos, y sus crápulas de la peor calaña.
Si cuando haya pasado el tiempo a alguien se le ocurre investigar la
historia de esta época por medio de la prensa oficial cubana se dará
cuenta de que el país era una delicia y quienes se oponían al régimen
sólo extraños en el paraíso, gente sin formación
cultural ni patriótica, pobres muertos en vida de quienes para saber algo
sobre ellos habrá que remitirse a fuentes en el extranjero que los hayan
descrito con menos acidez.
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