Por Carlos M. Estefanía.
Revista Cuba Nuestra. Julio 8, 2002.
El Esperanto, concebido como la lengua que uniría a todos los pueblos
fue inventada hace poco más de un siglo por el polaco Lázaro
Zamenhof. En 1908 se fundó la Asociación Universal de Esperanto,
ella cuenta con en 117 países y representa al Movimiento
Esperantista ante instancias internacionales como las Naciones Unidas, UNESCO,
el Consejo de Europa, etc.
No todos los días se conoce un esperantista cubano, sin embargo yo
tuve la suerte de topar con uno y muy bueno; el entonces doblemente licenciado;
en Química y en Derecho, Orlando Raola. Me hice amigo de este "discípulo"
de Zamenhof, en un curso de semiótica (ciencia de los signos y la
comunicación) organizado, si mal no recuerdo, por la Unión de
Periodistas de Cuba y la Universidad de La Habana, muy al principios de los años
noventa. Me cayó bien por ser una persona extraordinariamente culta y
educada. Me llamaba particularmente la atención su filosofía pedagógica;
no le permitía a su pequeño niño ver la televisión.
En su defecto, Raola nutria la imaginación infantil del hijo con los
mejores libros.
Más de una vez, lamentablemente sin mucha suerte, quiso Orlando
Raola convertirme "al esperantismo", facilitandome interesantes
folletos y manuales sobre el tema y manteniendome al tanto de numerosos
eventos sobre el Esperanto, nacionales e internacionales, de los que era un
apasionado promotor. No fue en realidad la falta de interés, sino más
bien de tiempo, consagrado como estaba yo por entonces a implementar la semiótica
como asignatura en el Instituto Superior de Arte de la Habana, lo que me impidió
sumarme a la "cofradía" de los esperantistas cubanos.
El esperanto corespondió con crecer a la consagración de
Raola. En un país semihermético como era la Cuba de entonces. La
lengua inventada por Zamenhof le abrió al cubano las puertas del mundo,
ayudándole a llega llegar a los Estados Unidos en 1994. Allí se
cerró un capítulo en la vida de Raola para abrirse otro, de no
menos esfuerzo y estudios, pero sin dudas con muchos más triunfos que el
anterior.
A fines de junio pasó el esperantista cubano, pero en su condición
de investigador químico por Suecia. De aqui se dio un saltillo a la
vecina Noruega a visitar unos conocidos. El lunes primero de julio de 2002,
retornó el viajero criollo a Estocolmo, sólo de paso, para tomar
el vuelo de regreso a su segunda patria, los Estados Unidos de Norteamérica.
La estancia en la capital sueca sería de unas pocas horas, suficientes
para resumir en amistosa la charla el largo desencuentro con este "socio".
Raola llegó a la estación central, en un tren procedente de
Oslo a las 22:24 horas. Allí mismo, tras el ritual abrazo, iniciamos la
grata conversación de dos viejos amigos que no se veían desde hacía
nueve años.
Tras remerorar los viejos tiempos, me cuenta Raola de todas sus venturas;
los riesgos que tuvo que asumir para llegar a los Estados Unidos, el esfuerzo
para reconstruir su carrera de químico, ya que desde Cuba no le quisieron
enviar sus documentos, del trauma sufrido por la separación familiar, de
sus investigaciones científicas, de sus innumerables éxitos, y de
sus cargos dentro del esperantismo norteamericano, donde desempeña prácticamente
la misma responsabilidad que tuvo en Cuba.
Me habla de la felicidad de su hijo, hoy un adolescente, capaz de financiar
con su trabajo su afición por la pesca, de la gran cantidad de viajes
que ha dado y del proyecto de continuar sus estudios de doctorado en la ciudad
académica por excelencia de Suecia, Uppsala. En medio de esta charla y
de consejos para su futura vida sueca, nació esta entrevista con
un cubano ejemplar por su inteligencia y amor a los estudios, cuyo programa
político se resume en obtener la libertad personal consagración al
bienestar de su familia y desarrollar una carrera profesional: lo ha conseguido;
¿que más se le puede pedir a un mortal?
CME: ¿Dónde y cuando naciste?
Orlando Raola: Nací en La Habana, el 13 de noviembre de 1955
CME: Háblanos de tu formación académica en Cuba.
Orlando Raola: Licenciado en Química en la Universidad de La Habana
en 1978 y luego Licenciado en Derecho en 1986.
CME: ¿Cómo te vinculas con el esperanto?
Orlando Raola: Conocía el esperanto desde niño, porque en la
Enciclopedia UTHEA, que estaba en casi todas nuestras bibliotecas escolares,
todos los artículos tenían su traducción en varias lenguas,
incluido el esperanto. Pero nunca me interesó seriamente. Después
que terminé la Licenciatura en Derecho me propuse estudiar un idioma, y
escogí el sueco. Siempre me había interesado Suecia, su cultura,
su historia, su pueblo. Le escribí al Instituto Sueco y me mandaron un
paquete a su embajada en La Habana con todo lo necesario para aprender la lengua
sueca. Mi entusiasmo sólo duró un día. Decidí que
mejor era emplear mi tiempo en aprender una lengua que me permitiera
comunicarme con gentes de todo el mundo en lugar de estudiar sueco para poder
hablar con 7 millones de suecos, pero cómo comunicarme con los húngaros,
y con los japoneses (países que también me fascinaron siempre),
etc...
CME: ¿Cuál fue tu desarrollo en esa asociación, en que
actividades participaste?
Orlando Raola: Cuando me decidí por el esperanto lo tomé bien
en serio y le dediqué mucho tiempo, muy en serio. Me dediqué a la
enseñanza del esperanto y trabajé en la dirección nacional
del movimiento esperantista en Cuba por tres años. Fui uno de los
organizadores del congreso mundial del esperanto celebrado en La Habana en 1990,
en el cual ofrecí una conferencia sobre panorama de la cultura cubana.
CME: ¿Y háblanos un poco del trabajo en Radio Habana Cuba?
Lo más interesante de mi trabajo en el esperanto fue fundar y
redactar durante seis años junto con Maritza Gutiérrez el programa
semanal en esperanto de Radio Habana Cuba, con oyentes en el mundo entero.
CME: ¿Como licenciado en química donde trabajaste?
Orlando Raola: Trabajé en la industria metalúrgica y como
investigador en le Centro de Investigaciones Metalúrgicas.
CME: ¿Y en la editorial José Martí, que hacía un
químico allí?
Orlando Raola: Después del desmantelamiento de la Unión Soviética
la situación en los centros de investigación en Cuba se hizo
extremadamente difícil. La ciencia requiere de recursos, y los recursos
sencillamente desaparecieron. Por eso, cuando la dirección de la
Editorial me ofreció trabajar allí como redactor en la redacción
de esperanto y dando una mano con el trabajo de computación en ese
centro, no lo pensé dos veces.
CME: ¿Cuándo y como te marchas de Cuba?
Orlando Raola: Salí de Cuba hacia Suiza para un programa de verano
del esperanto en el Centro Cultural Esperantista de La Chaux des Fonds en junio
de 1994. De Suiza me fui de visita a los Estados Unidos allí me quedé
a vivir.
CME: ¿Fue difícil tu integración en los Estados Unidos?
Orlando Raola: Como todo emigrante, tuve que luchar desde el inicio. No
tengo familiares allí y tuve que abrirme paso sólo. Tres años
después pude traer a los EE UU a mi mujer y a mi hijo. Ahora todo es más
fácil. Me he integrado y adaptado lo mejor posible, aunque siempre hay
cosas que arrastramos fatalmente, como por ejemplo, las comidas. No me adapto a
comer junk food, que bien podríamos decir que es la comida típica
de los EE UU, y en mi casa cocinamos todos los días de la semana comida
cubana.
CME: ¿Cómo se desarrolló tu trabajo esperantista allá?
Orlando Raola: Desde mi llegada a los EE UU he estado activo en el
movimiento esperantista. Hace tres años fui electo a la junta directiva
nacional, lo mismo que hacía en Cuba.
CME: ¿Cuál es tu tema de investigación como doctorante?
Orlando Raola: Mi investigación se desarrolla en el campo de
materiales inorgánicos para la industria electrónica.
CME: ¿Cual ha sido el motivo de tu viaje a Suecia.
Orlando Raola: Vine a presentar los resultados de mi trabajo de investigación
en un evento internacional de nanociencia y nanotecnología que se celebró
en la ciudad de Malmö.
CME: ¿Que te ha parecido Escandinavia?
Orlando Raola: Un lugar maravilloso para vivir y para disfrutar de la
extraordinaria naturaleza tan bien conservada en todos los lugares.
CME: ¿Tienes planes futuros en ella?
Orlando Raola: Estoy esperando una invitación de la Universidad de
Uppsala para venir como investigador post-doctoral el próximo año.
CME: ¿Que otros países conoces.
Orlando Raola: Candá, México, Argentina, Brasil, Uruguay,
Suiza, Lichtenstein, España, Rusia y Japón.
CME: ¿Y en cuanto a tus vínculos con la literatura?
Orlando Raola: La literatura siempre ha estado conmigo. En Cuba participé
en el movimiento de los talleres literarios y me publicaron algunos poemas.
También he escrito en inglés. Y siempre he sido un ávido
lector. Cuando mis estudios de química me aprietan demasiado, voy para la
biblioteca de mi universidad (que entre otras cosas tiene una enorme colección
de literatura cubana) y cojo primer libro que me salga al encuentro. Los últimos
fueron El Hereje y los Cuentos Completos de Virgilio Piñera.
CME: ¿Como ves el futuro de tus dos pasiones, el esperanto y la química
en Cuba?
Orlando Raola: ¿Futuro en Cuba? Cuando me fui de Cuba lo hice porque no
tenía la menor idea de qué futuro nos eperaba allí. Ocho años
después sigo en las mismas.... |