De cascabel
en cascabel
Tania Díaz Castro
LA HABANA, mayo (cubanet.sergipeconectado.com) - Lo de "cascabel" nadie sabe
por qué, porque se trata de un término específico que le
dio la policía cubana a un conjunto de investigaciones secretas hechas a
las istraciones de distintos centros laborales que, como todos, pertenecen
al gobierno de Fidel Castro.
Estas investigaciones se desarrollaron entre los escasos meses de julio y
agosto del año 1989 y tuvieron su culminación al cabo de medio año,
en diciembre, con el "golpe istrativo" como se denominó en
el argot popular. Se concentró en los centros laborales de Ciudad La
Habana y provincia La Habana. Terminaron encarcelados, y condenados a diez años
de prisión casi todos, más de cien es militantes del
Partido Comunista, quienes durante largos años malversaron el dinero del
pueblo.
Un ejemplo que recordamos se refiere al director de la Empresa de Gastronomía
del municipio capitalino Cerro, quien se apoderó de cuatro millones de
pesos a pesar de ser combatiente internacionalista y comunista partidista.
Han transcurrido trece años y en la actualidad las asambleas de
balance del Partido Comunista y del Comité Nacional de la Central de
Trabajadores Cubanos continúan enfrascados en la misma tarea, que parece
no tener fin: combatir el delito y la corrupción, mientras las
operaciones cascabeles se repiten y se repiten, batalla esencialmente política,
según manifiestan sus altos dirigentes.
Según Pedro Ross Leal, secretario general de la Central de
Trabajadores Cubanos, existen 19 preocupaciones a partir de las cuales tanto el
delito como la corrupción tienen una base político-ideológica.
Afirma el alto dirigente que se trata, ni más ni menos, de un
presente vinculado a la etapa capitalista. ¡Quién se lo va a creer!,
cuando ellos mismos afirman que eran los altos políticos lo que robaban,
y en el caso de la Cuba actual el robo, que se sepa, proviene de la misma base,
pues para combatirlo existen medidas como multas, decomisos, advertencias
oficiales y presentación ante los tribunales.
El resultado de esta constante cruzada se ignora. La prensa nacional apenas
refleja los hechos cometidos y sólo se comenta la necesidad de utilizar
la televisión como medio para dar respuestas, aliviar trámites y,
sobre todo, enaltecer los perdidos valores espirituales de la población.
Sabemos, por ejemplo, que en el aeropuerto internacional José Martí,
en La Habana, han disminuido los delitos asociados con los equipajes. Pero, ¿cuándo
se ofreció esta información para que tantos turistas como cubanos
viajaran prevenidos?
El pueblo de Cuba no goza de una buena calidad de vida. Los trabajadores están
mal pagados y el descontrol, la desorganización y la desmoralización
crecen como la espuma. O sea, que el carácter estratégico de esta
batalla por la legalidad representa un verdadero fracaso para el régimen
de Castro, cuyos poderes ejecutivo, legislativo y judicial se concentran en un
reducido número de funcionarios, quienes precisamente no han podido
evitar que se agraven los fenómenos del delito y la corrupción a
lo largo de estos últimos trece años.
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