Cuba y el
ALCA
Ana Leonor Díaz, Grupo Decoro
LA HABANA, noviembre (cubanet.sergipeconectado.com) - Escuchando la radio oficial hace
unas tardes me sorprendió nuevamente la más reciente cantinela de
las mesas cuadradas de los caballeros -y las damas- redondos: Cuba está "luchando"
para que América Latina no adopte el acuerdo de libre comercio de las Américas
con los Estados Unidos (ALCA).
¿Qué hace el gobierno cubano en un debate del que fue democráticamente
excluido desde la primera cumbre de las Américas en 1995?
En la más reciente reunión negociadora de ministros del
continente, convocada en Quito, Ecuador, infiltrados entre los representantes de
Organizaciones no Gubernamentales (ONG) que fueron itidos en la reunión,
se encontraban funcionarios sindicales oficialistas y religiosos simpatizantes
del gobierno cubano.
Asistieron, según se dijo, en solidaridad con las entidades no
gubernamentales del hemisferio que, a diferencia de Cuba, son toleradas por los
gobiernos democráticos del continente.
La intervención cubana en los eventos económicos
internacionales no es nueva. Aunque en la Cumbre de Seattle Fidel Castro eludió
participar a última hora. En la de Quebec -donde nació el ALCA-
fue excluido, pero el gobierno de La Habana se las arregló para enviar
funcionarios.
Ahora, el régimen cubano anuncia que a finales de noviembre La Habana
será sede de un evento internacional contra el ALCA, al que asistirán
políticos de la izquierda pro-comunista y sus respectivas "ONGs".
Entre ellos se incluirán trasnochados radicales de los años años
60 de Estados Unidos y Canadá.
La convocatoria me trajo el recuerdo de las maratónicas sesiones
convocadas por el régimen cubano a mediados de los años 80 para
promover la suspensión de pagos de la deuda externa.
En esa época, aún disfrutando del subsidio soviético,
el régimen predicaba a los incautos políticos del continente lo
que no hacía, pues con el respaldo en oro de Moscú, cumplía
puntualmente sus obligaciones con Europa Occidental y Japón.
Decenas de miles de dólares se derrocharon en aquellas sesiones de La
Habana, donde recuerdo la presencia extravagante de una delegación
palestina y varios representantes de África. Era la internacional de la
conspiración haciendo turismo político.
Entonces, como en estos días, al desfasado modelo dirigista de Cuba,
el progreso de otros países resultaba un engorro frente a la decadencia
económica de la Isla, que no encuentra argumentos ante los éxitos
en México y Canadá del experimento de libre comercio, después
de diez años de la firma del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) con los
Estados Unidos.
Un dato curioso: las autoridades de Ecuador lograron expulsar del evento de
Quito al gángster cocalero boliviano Evo Morales, aunque no pudieron
detectar a los enviados oficiales de La Habana, quienes se escurrieron en el
plenario de sesiones donde se encontraban 34 ministros de las Américas.
Como si el mundo no hubiera girado 180 grados a fines del pasado siglo, el
gobierno cubano se empeña en el XXI en rescatar un protagonismo digno de
edades pretéritas. Y todo para exhibir un país en ruinas, sin
rumbo fijo, o para recaudar algunos dólares del nuevo turismo político.
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