Isidore y
Lili: cómplices pero no los únicos responsables
Víctor Rolando Arroyo Carmona, UPECI
PINAR DEL RIO, octubre (cubanet.sergipeconectado.com) - Los cuantiosos daños
ocasionados por los huracanes que azotaron a la provincia de Pinar del Río
entre el 29 de septiembre y el 1ro. de octubre, evidencian cuán
inoperante es el aparato istrativo cubano, que a pesar de su
autocomplaciente propaganda, no ha logrado crear una infraestructura técnica
y habitacional capaz de soportar los fenómenos naturales que nos visitan
con frecuencia y que, según los pronósticos, tienden a ser cada
vez más devastadores.
Decenas de miles de viviendas pinareñas deben ser reedificadas. A
esto se suma más del 80 por ciento de las capacidades de curación
de tabaco (aposentos, ranchos y kalfresas), así como otras miles de
instalaciones diversas que prácticamente desaparecieron al paso de
huracanes que no rebasaron la categoría II.
Tan dispuestos a ver los errores ajenos e impugnarlos sin miramientos, sería
conveniente que los gobernantes criollos volvieran el rostro al estado y la
calidad de la vivienda en Cuba, que ha involucionado hacia la más penosa
precariedad en momentos en que el gobierno se ufana de contar con un excelente
potencial constructivo, avalado por certificados y experimentados profesionales
del ramo.
En buen cubano: si lo que se construye en el país no resiste un
viento de huracán categoría 2, ¿qué pasaría si
la naturaleza nos sube la dosis aeólica y nos alcanzan rachas de 250 kilómetros
por hora? Nada impide que el país sea afectado por huracanes de categoría
superior.
Sería difícil encontrar un cubano que no conozca el cuento de
los tres cerditos y la amenaza del lobo feroz. Sólo sobrevivió el
que fabricó su casa de ladrillos.
¿Acaso hay alguien interesado en que los cubanos estén siempre
pendientes del lobo o a la espera del noble cazador que lo compone todo?
Pero mucho más hirientes para los pinareños han sido las
palabras de altos funcionarios estatales, incluyendo las del jefe de gobierno,
que aseguraban que el país se puede resarcir por sí mismo de los
daños, que en su mayoría ocurrieron por el precario estado de las
instalaciones, las cuales se mantenían en pie sólo por un milagro
de equilibrio. "El país tiene de todo para levantarse"
-afirman.
¿Hasta cuándo? ¿Serán tan torpes nuestros
gobernantes que no aprenden la lección?
El país necesita rediseñar totalmente el sistema constructivo,
hacerlo sólido y resistente a los ciclones. Es un clamor popular que se
reitera cada vez que surge el tema en cualquier conversación entre
cubanos.
La actividad agrícola debe buscar fórmulas para minimizar los
daños. De lo contrario giraremos en un círculo nefasto de
construir, soportar daños y volver a construir.
¿Cuánto tiempo podremos resistir eso?
En el mundo sobran ejemplos de países amenazados por las fuerzas
destructoras de la naturaleza que han buscado fórmulas para atenuarlos.
Es grotesco que el gobierno cubano se ufane de haber construido miles de kilómetros
de túneles para hangares y depósitos de medios bélicos que
sólo han sido usados en safaris africanos, mientras los vientos de un
huracán hacen añicos viviendas e instalaciones productivas.
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