Wilfredo Cancio Isla. El Nuevo Herald.
El Nuevo Herald,
febrero 9, 2003.
La abolición de los permisos de entrada y salida de Cuba para los
cubanos a partir de este año, pondría fin a la más
cuestionable restricción de la política migratoria de La Habana y
favorecería notablemente la imagen internacional del régimen
castrista en materia de libertades civiles, señalaron analistas y
de la comunidad exiliada.
La flexibilización de los permisos de viaje está en estudio,
indicó esta semana el presidente del parlamento cubano, Ricardo Alarcón,
y sería anunciada durante la III Conferencia ''La nación y la
emigración'', que se realizará en La Habana del 11 al 13 de abril.
Por el momento la medida está en la mesa de negociaciones entre
funcionarios del gobierno cubano y representantes del exilio que tratan de
definir una ''agenda constructiva'' para ese foro, al que se espera asistan unos
500 invitados, mayormente residentes en Estados Unidos.
''Este es un paso muy significativo para la normalización de las
relaciones de la familia cubana'', dijo Silvia Wilheim, presidenta de Puentes
Cubanos, organización que se opone al embargo estadounidense a la isla. "Creo
que va a estar en la agenda de la conferencia para sostener un diálogo
serio sobre temas contenciosos''.
Según la activista, Cuba está haciendo un esfuerzo encomiable
para que los asistentes a la conferencia ''no se vayan con las manos vacías'',
como sucedió en las convocatorias de 1994 y 1995. ''Hay un entendimiento
de que algo concreto tiene que darse para mejorar las relaciones entre los
cubanos de uno y otro lados'', opinó.
El pasado martes, Wilheim ofreció un almuerzo en su casa con la
asistencia de Dagoberto Rodríguez, jefe de la Sección de Intereses
de Cuba en Washington, D.C., y un pequeño grupo de "exiliados
moderados''.
El viaje del diplomático cubano a Miami para allanar el camino de la
conferencia se considera una acción sin precedentes, reveladora del interés
de La Habana en atraer los sectores menos radicales en un momento de cisma entre
diversas posiciones del exilio.
''Que el gobierno cubano esté dispuesto a cambiar esa restricción,
le está creando un profundo conflicto ideológico al exilio [de
Miami], pues no puede criticar algo por lo que ha abogado en los últimos
40 años'', dijo el abogado Alfredo Durán, secretario del Comité
Cubano por la Democracia (CCD). Durán figuró en el grupo de siete
activistas que almorzaron en Miami con Rodríguez y que el pasado mes había
sostenido un encuentro en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores en La
Habana con organizadores de la conferencia.
''No sé si en definitiva va a pasar o si es un globo inflado, pero
quien critique esta flexibilización para entrar y salir de Cuba tiene un
gran dilema'', agregó Durán, quien agregó que la iniciativa
es parte de "un proceso de normalización que La Habana está
promoviendo en las relaciones con Estados Unidos, y entre su propio pueblo''.
Aunque ninguno de sus ha sido ado o invitado para estas
rondas preparatorias, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) se
pronunció a favor de la iniciativa.
''Al fin el gobierno de Cuba reconoce un derecho universal negado a sus
ciudadanos, y ojalá que los primeros beneficiados sean las víctimas
de la represión retenidas en la isla'', indicó Joe García,
director ejecutivo de la FNCA.
Si finalmente la derogación de los permisos de viaje se incluye en la
agenda de la conferencia, serviría de estímulo a numerosos
exiliados partidarios del diálogo que están renuentes a asistir a
la cita de La Habana si no se define un "temario serio''.
El ex comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, presidente de Cambio Cubano,
se manifestó con escepticismo sobre la configuración de la agenda,
pero reconoció como ''un paso positivo'' la medida anunciada.
''Sería enmendar la prolongada arbitrariedad del gobierno de impedir
la entrada libre de los cubanos a su propio país'', expresó
Menoyo. "Es una reliquia del pasado que está destinada a
desaparecer, no tienen remedio''.
Obviamente, la exención tiene varias aristas políticas y económicas,
así como una nube de interrogantes sobre su implementación para
los residentes en la isla.
''Sin duda se trata de una decisión de gran significado político'',
comentó John Kavulich, director del Consejo Económico y Comercial
Cuba-Estados Unidos, con sede en Nueva York. Para él esto ayudará
a configurar un nuevo debate en el Congreso sobre el tema de los viajes turísticos
y el comercio con la isla. "Si Cuba toma pasos en esa dirección, va
a ser cada vez más difícil a la istración mantener las
prohibiciones a sus ciudadanos de viajar libremente, y de limitar las visitas y
las remesas familiares de los cubanos emigrados''.
El presidente George W. Bush ha advertido repetidamente al Congreso que
vetará cualquier legislación que signifique un debilitamiento del
embargo. De todas formas, el Departamento de Estado reconoció, aunque
cautelosamente, los aspectos favorables de la medida anunciada.
''Damos la bienvenida a cualquier medida que permita a los ciudadanos
cubanos hacer lo que ciudadanos de otros países hacen normalmente sin
intromisión y acoso de sus gobiernos'', aseguró Charles Barclay,
vocero de esa dependencia. "Pero esperaremos atentos a ver qué es lo
que realmente va a pasar''.
Se estima que en Cuba permanecen más de 90 casos con visas para
emigrar a los que el gobierno impide la salida por tratarse de médicos o
familiares de militares desertores.
Por otro lado, la medida causaría pérdidas de más de
$300 millones anuales al gobierno cubano. Las tarifas alcanzan los $150 por cada
persona que sale temporal o definitivamente, y una cifra similar se grava a las
visas de visitantes.
De acuerdo con los convenios migratorios bilaterales, unos 20,000 cubanos
reciben anualmente visas estadounidenses para emigrar. Al mismo tiempo, se
calcula que en el 2002 unos 175,000 residentes en Estados Unidos viajaron a la
isla, entre ellos unos 100,000 emigrados cubanos que tuvieron que abonar el
costo de sus permisos. Pero los expertos pronostican que en un corto plazo el
volumen de viajeros se triplicaría, con ganancias para Cuba muy
superiores a las actuales.
En la isla, la noticia ni siquiera se ha divulgado en los medios de prensa,
y sectores de la disidencia la han recibido con desconfianza.
''No veo esto como un gesto de compresión del gobierno dispuesto a
salir de una etapa cavernícola, sino como una alternativa de conveniencia
política internacional'', señaló el periodista
independiente Raúl Rivero, a quien las autoridades han impedido salir del
país desde 1988. Hace ocho años que Rivero no ve a su hija,
Cristina, exiliada en Miami.
Rivero negó que se tratara de un movimiento aperturista, y recordó
que el régimen podría esgrimir cualquier pretexto para retener a
las personas. ''De todas las experiencias traumáticas que aquí
tenemos, creo que una de las más humillantes es tener que pedir permiso
para entrar o salir del país'', subrayó Rivero. "Pero más
humillante aún es que se anuncie como un gran acontecimiento la
restauración de un derecho elemental''. |