El Nuevo
Herald, febrero 13, 2003.
Solicita asilo político un famoso caricaturista
Wilfredo Cancio Isla . El Nuevo Herald
Después de satirizar al gobernante Fidel Castro en numerosas
publicaciones alrededor del mundo, el famoso caricaturista cubano Carlos Villar
Alemán (Carlucho) comprendió que su regreso a La Habana sería
un acto suicida y decidió solicitar asilo político en Estados
Unidos.
Carlucho, de 54 años, una reconocida firma del humor gráfico
latinoamericano, está en Miami luego de cruzar la frontera mexicana con
esposa e hijo, y pedir protección a las autoridades migratorias de
Brownsville, Texas.
''Mi línea de humor político se hizo más mordaz en la
medida que comencé a dibujar libremente y a darme el gusto de hacer las
caricaturas sobre la realidad cubana que era imposible dentro de Cuba'', declaró
ayer Carlucho desde el hogar de su familia en Hialeah. "Y ejercer este
oficio sin cortapisas puede resultar fatal para cualquier cubano que pretenda
regresar''.
Actualmente está afiliado al Sindicato Cartoonists & Writers, que
distribuye sus creaciones en más de 600 periódicos y revistas de
Estados Unidos.
Desde 1998 Carlucho se había radicado en México con su esposa
Noris Miranda, de 48 años, y el hijo de ambos, David, de 23. El permiso
de estancia en el extranjero que otorgan las autoridades cubanas expiró
el pasado año y la familia temía por su suerte en territorio
mexicano.
''En estos años en México, nadie me impulsó a hacer
caricaturas burlonas de Fidel Castro y la debacle revolucionaria... creo que fue
por una convicción personal, una responsabilidad asumida como artista
ante el desastre nacional'', manfestó el caricaturista.
Laureado con más de 20 premios internacionales de caricatura y dibujo
en prestigiosos concursos de Europa, Canadá y Japón, Carlucho es
considerado un maestro del género.
''Carlucho es un caricaturista que hizo escuela con un dibujo estilizado,
inconfundible en su detallismo y refinamiento'', opinó el humorista José
Varela, quien le envió un saludo de bienvenida a Miami.
Varela consideró que Carlucho, junto a Manuel Hernández
(Manuel) y Alberto Morales (Ajubel), encabeza una brillante generación de
caricaturistas que se hizo sentir en el semanario satírico DDT, fundado
en 1969.
Carlucho laboró en esa publicación por 30 años e
incluso llegó a dirigirla entre 1986-1993. Fue precisamente dentro de DDT
que experimentó las trabas de la censura oficial.
''Como nunca hice caricatura oficialista y me refugié en un dibujo de
humor general, me costó mucho trabajo imponerme'', recordó. 'Me
cuestionaban que mis personajes eran 'raros', europeos o extraterrestres,
sencillamente porque no se enmarcaban en el 'teque' revolucionario''.
Los reconocimientos internacionales, como el Datil de Oro (Italia) y sendos
premios de excelencia en el Salón de Caricatura de Tokío, lograron
desbrozarle el camino. "Creo que eso ayudó a que me dejaran
tranquilo haciendo el humor diferente que yo quería hacer''.
Como director del DDT vivió una verdadera odisea tras aprobar la
publicación de una caricatura a Fidel Castro en 1987, luego que el propio
gobernante asegurara en un foro de periodistas que no estaba prohibido dedicarle
dibujos humorísticos. La caricatura de Ajubel presentaba una imagen de
Castro aplastando a los burócratas.
''Así y todo, llegaron a parar la tirada'', relató Carlucho. "El
número del DDT logró salir, pero recibimos la advertencia de que
estaba prohibido hacerle caricaturas al Comandante''.
Carlucho calificó el estado actual de la caricatura política
en Cuba de lamentable. ''Allí está muy definido que el humor político
sólo se ocupa de los enemigos'', concluyó.
Fecha de llegada a EU divide opiniones de exiliados
A. Elliott y E. de Valle. The Miami Herald
Los cubanos del sur de la Florida difieren abruptamente en cuestiones claves
relacionadas con Cuba, desde el embargo hasta el diálogo con el régimen
castrista, en dependencia de cuándo salieron de la isla. Los recién
llegados tienen más probabilidades de apoyar la normalización de
relaciones entre Cuba y Estados Unidos, según dos encuestas publicadas
esta semana.
La diferencia se deriva de vínculos emocionales y prácticos
con la isla, dicen encuestadores y expertos. Los que llegaron en las primeras
oleadas de los años 60 y 70 tienden a tener vínculos más débiles
con los que viven hoy en Cuba y se orientan más por su experiencia como
exiliados políticos.
En contraste, el fracaso de la economía cubana ha provocado las olas
más recientes de exiliados --especialmente en los años 90-- y
aunque estos exiliados también se oponen a Fidel Castro, están
mucho más abiertos a la normalización de relaciones debido a sus
mayores os con la isla.
''Lo que uno ve son personas que están íntimamente
involucradas en la tragedia cubana, en contraste con personas que están
involucradas ideológicamente'', dijo Joe García, director de la
Fundación Nacional Cubano Americana. "Hay gente en Miami que tiene
dos trabajos: uno para mantenerse en Miami y otro para mantener a sus familias
en Cuba. Esa gente quiere resolver el problema porque los destruye''.
La diferencia más dramática en las actitudes se puso de
manifiesto en relación con las restricciones para viajar y enviar dinero
a la isla, levantar el embargo, apoyar al movimiento disidente en Cuba y
participar en un diálogo político con funcionarios del gobierno
cubano, según una encuesta realizada por el Herald.
La encuesta del Herald y una encuesta separada, comisionada por el Cuba
Study Group, encuestaron cada una a 400 cubanoamericanos en los condados de
Miami-Dade y Broward. El Cuba Study Group apoya el Proyecto Varela, una
iniciativa de los dirigentes de la oposición en la isla para conseguir
reformas democráticas mediante un referendo basado en la propia
Constitución del Partido Comunista.
Ambas encuestas le preguntaron a los encuestados la fecha de su llegada a
Estados Unidos.
Mientras 34 por ciento de los llegados en los 60 apoyan suavizar las
restricciones a los viajes, esa cifra casi se duplica a 64 por ciento entre los
que llegaron en los 90, según la encuesta del Herald.
Otra gran diferencia: sólo 29 por ciento de los llegados en los 60
apoya eliminar las restricciones en el dinero que se puede enviar a los cubanos
de la isla, mientras 61 por ciento de los llegados en los 90 respalda que las
eliminen.
Y aunque una ligera mayoría de los que llegaron primero está
de acuerdo en que el Proyecto Varela es importante para una transición
democrática en Cuba, esa cifra aumenta al 87 por ciento entre los que
llegaron después de 1990.
''Uno ve un punto de vista mucho más moderado en los que llegaron en
los años 80 y 90, en contraste con los que llegaron en los 60 y 70'',
dijo el encuestador Sergio Bendixen, que realizó la encuesta del Cuba
Study Group. "Es la razón principal por la que la comunidad exiliada
ahora tiene un enfoque mucho más moderado''.
Aunque 54 por ciento de los exiliados de los años 60 apoya el
concepto de ''perdón y reconciliación'' como parte de una transición
democrática, el apoyo salta a 70 por ciento entre los exiliados del 90,
según esa encuesta.
De la misma forma, 66 por ciento de los exiliados de los años 60
apoya el embargo, en comparación con 47 por ciento de los que llegaron en
los 90, según la encuesta del Herald. |