PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 3, 2003

SOCIEDAD De pr�ncipe a mendigo: historia de un linotipista 2k4267

LA HABANA, octubre (cubanet.sergipeconectado.com) - Todava Goyo recuerda aquel da de marzo del 59 en que Fidel Castro, acabado de bajar de las montaas de la Sierra Maestra, hizo una visita a los talleres del peridico El Pas, donde trabajaba en esos aos, en la calle Reina No. 158.

Acompaado de Armando Hart, la escolta y sus aparentes buenas intenciones, justific el cierre del peridico con la buena nueva de que all se imprimira propaganda revolucionaria.

Goyo era un consumado linotipista que trabajaba desde los 16 aos para este peridico. Primero haba comenzado como vendedor, luego como repartidor y ms tarde este ltimo oficio, para el que tuvo que aprender lgebra y matemtica.

Su dedicacin al trabajo le haba ganado la confianza de sus jefes. Muchos de sus compaeros pensaban que algn da Goyo ocupara un alto puesto en el peridico, pero tales esperanzas se vieron frustradas con la llegada del barbudo.

El mismo da que la imprenta se dedic a imprimir folletos revolucionarios, Goyo qued excedente junto a una docena de trabajadores. Como compensacin a su despido se le dio una carta acreditando que Goyo poda trabajar en cualquier imprenta del pas, y 6 meses de salario. Pero la carta de nada le sirvi, el dinero lo gast en menos de seis meses y estuvo casi un ao en que no encontr nada que se ajustara a su oficio.

Recorri todas las imprentas de La Habana y en todas le ofrecan lo mismo: mozo de limpieza por 3 pesos diarios. Tal vez por orgullo o porque este salario no le alcanzaba ni para el transporte diario, tuvo que vender la moto y no acept ninguna oferta.

Sin casa ni trabajo comenz una vida de nmada que lo llev a varias terminales y funerarias, hasta que al fin un hermano le regal una casucha abandonada en las afueras de Arroyo Naranjo. Una vez instalado comenz a trabajar como vendedor de viandas que traa de lugares tan lejanos como Artemisa y Guanajay.

Junto a sus fracasos, el malvivir y un rgimen que proyectaba durar ms de lo debido, una caneca de ron empez a acompaarlo a todas partes. En cualquier esquina el alcohol lo renda, obligndolo a dormir por horas, cosa que aprovechaban muchos para robarle su carga.

Su cuerpo tambin sufri los rigores de esta nueva vida. De las manchas de tinta pas a tener la piel cubierta de una costra negra y llagas en los pies debido a las caminatas.

Cuando cumpli 60 aos no quiso aceptar la pensin de retiro a la que tiene derecho, por considerarla una "limosna" de un gobierno que odia.

Hoy, con sus 79 aos, jorobado, una vida de saltimbanqui que todava recorre los campos en busca de viandas para vender, Goyo sigue sin aceptar nada del sistema.

Todava hoy se le puede ver en las terminales de Santiago de las Vegas, esperando un camin para Quivicn o el Gabriel, o tal vez la invitacin de cierta dama misteriosa y cruel que lo haga descansar para siempre. cnet/32


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