Elizardo
S�nchez 5w2c2t
Emilio Ichikawa. El
Nuevo Herald, 24 de septiembre de 2003.
En los aos 80, mientras estudiaba y comenzaba
a trabajar en la Universidad de La Habana, no
tena muchas noticias del creciente movimiento
de disidencia y oposicin que se gestaba
en la isla.
Nuestro problema como profesores estaba centrado
en las aulas y en la reforma de los planes de
estudio, copiados de los modelos sovitico
y estealemn. El mundo de la disidencia,
en general, corra paralelamente al del
criticismo en el ambiente universitario.
La disidencia y oposicin interna es hoy
mucho ms fuerte, pero me atrevo a decir
que algunos elementos de aquel divorcio o paralelismo
siguen existiendo. En la Universidad de La Habana
los disidentes son menos conocidos que en el exilio,
a pesar de toda la paradjica publicidad
que el gobierno cubano le est haciendo.
En el ambiente en que yo me desenvolva,
eran conocidos ciertamente algunos disidentes,
pero por razones externas a la lgica de
la poltica. Conoca a Ricardo Bofill
porque el gobierno cubano le haba presentado
en televisin, difamndole con una
palabra espectacular: fullero; tambin
sabamos de Oswaldo Pay porque
una de nuestras amigas era vecina suya, y nos
aseguraba que tenamos que conocerlo porque
era una excelente persona, y a Elizardo Snchez
porque, en efecto, haba sido profesor
de Filosofa de la Ilustracin.
Ms tarde nos relacionamos con Leonel Morejn
porque estudi la licenciatura en derecho
por el sistema de cursos dirigidos, llegando a
trabajar como abogado en el pueblo de Bauta, donde
yo viva; y a Manuel Cuesta Mora
y Leonardo Calvo porque nos una la gran
amistad que da estudiar cinco aos juntos
en una misma escuela.
De Elizardo Snchez se contaba una ancdota
simptica. Cuando en el edificio del rectorado
se inaugur el Centro de Estudios de Alternativas
Polticas, aseguran que Elizardo se present
con un proyecto de apertura poltica y
el mismo portero (el CVP), le objet: "En
este centro, alternativas, hay slo dos:
socialismo o muerte''.
En la isla todo es sospechoso, y si razonamos
deductivamente, aceptando que la Cuba de Castro
es un rgimen totalitario y no slo
una dictadura entonces, per definitionem, en la
puesta en escena participa todo el mundo aunque
con diferentes grados de compromiso. Es un ''circo''
general, como se dice en las calles cubanas.
En el curso 1980-81, yo ocupaba en el piso 17
de la residencia estudiantil Lzaro Cuevas,
situada en F y 3ra, Vedado, el cuarto 06, dispuesto
con dos ''literas'' para cuatro estudiantes. Me
acompaaban all tres etopes,
grandes amigos e inteligentes estudiantes: Belae
Casaye, Mandrefo Hailu y Hailu Damas, casi un
genio de las matemticas.
Adems de amrico, ellos hablaban
perfecto ingls, por lo que escuchaban
msica en ese idioma que transmitan
emisoras del sur de la Florida captadas con facilidad
a esa gran altura frente al malecn habanero.
Un da, saliendo del cuarto, un explcito
miembro de la Seguridad del Estado en la Universidad
me pregunta si ''los extranjeros'' hacan
comentarios polticos y por qu
escuchaban msica en ingls.
Casi 15 aos despus, conversando
con otro agente de la Seguridad que trabajaba
y comparta la vida universitaria con nosotros,
me asegur que yo no tena por qu
preocuparme, que ellos estaban muy contentos con
aquella actitud que haba asumido informando
sobre los etopes. Aunque a m no
me condecor el ministro, como han dicho
en La Habana que hicieron con Elizardo, tambin
obtuve mi laudatio revolucionaria.
Negar cualquier tipo de entusiasmo o participacin
en una sociedad de organizacin totalitaria
es una tarea ftil. Se trata de un sistema
controlado por una imaginacin portentosa
para la maldad. El asunto es que esas celebraciones
no descaracterizan la labor de Elizardo Snchez
como defensor de los derechos humanos; en todo
caso no es un indiferente y ha dado muestras inequvocas
de estar sensibilizado con los problemas de su
pas.
La destruccin moral de la persona es
un arma menos escandalosa, menos dolorosa en lo
fsico, pero ms mortfera
que el encarcelamiento. Y eso es lo que se pretende
contra Elizardo Snchez. La ideologa
oficial est usando un arma mortfera:
el choteo.
Como el pecado es original, debemos seguir al
menos dos lneas en el debate:
o Desenmascarar lo que la propia constitucin
de 1976 llama ''delitos contra el honor'' all
donde la acusacin sea falsa.
o Cesar en la construccin de imgenes
de disidentes y opositores ''intachables'', y
trabajar porque su valor se reconozca ms
all de cualquier ''pecado'' que como todo
cristiano pueda componer su biografa.
Segn Pushkin, cuando el vulgo descubre
que Mozart es un pecador, rumora satisfecho: ''Mira,
mira. Si es bajo y vil como nosotros!'', a lo
que el poeta ruso replica: "S, es
bajo y vil, pero no como ustedes''.
|