La
iraci�n y devoci�n de Dar�o por Mart� 2m4t4f
Luis Gmez y Amador. El
Nuevo Herald, 24 de septiembre de 2003.
Mucho se ha escrito sobre la influencia de Mart
sobre Daro. Para el dominicano Bazil,
por ejemplo, no habra existido el uno
sin el otro; para Ons, Florit, Daz
Plaja, el Ismaelillo de Mart marca el
comienzo de un nuevo estilo expresivo, el llamado
modernismo, que cuaja, definitivamente en Azul,
de Daro. Y con ello, las letras de Hispanoamrica
inician histricamente su influencia sobre
las espaolas. Son, pues, el poeta cubano
y el nicaragense pares de una gesta: el
nuevo verso que vigoriz el aniquilamiento
lrico existente, dndole con sus
metforas y su esplendor esttico
la vida de que careca la lrica
hispana de la poca. Para Mart,
Daro es hijo; para Daro, Mart
es maestro. Son el uno arco y el otro flecha;
harina y pan de una nueva hostia potica.
Nunca lo dado, dijo Juan Ramn Jimnez
''tuvo mejor recibidor''. La devocin del
poeta de los cisnes por el poeta de la rosa blanca,
abarc toda su vida creativa: desde la
publicacin de Azul, en 1888, y el ao
de su muerte, en 1916. El gran erudito dominicano
Emilio Rodrguez Demorizi (a quien tuve
el honor y la satisfaccin de visitar y
conocer en Santo Domingo, en 1965, entre otras
cosas para que me autografiara su maravilloso
libro Mart en Santo Domingo), seala
en sus laboriosos apuntes Mart y la patria
de Daro, que me regal y del cual
tomo gran parte de las citas de este trabajo,
que el frvido amor de Daro por
Mart ''fue uno de los pocos que tuvieron
honda raz en su espritu''. En
su artculo La literatura de Centroamrica,
publicado en Chile en el ao 1888, dice:
``Otro lleg hace tiempo a Guatemala. Era
cubano. Hoy ese hombre es famoso, triunfa, esplende,
porque escribe, a nuestro modo de juzgar, ms
brillantemente que ninguno de Espaa o
de Amrica; porque su pluma es rica y soberbia;
porque cada frase suya si no es de hierro es de
oro, o huele a rosas, o es llamarada porque fotografa
y esculpe en la lengua, pinta o cuaja la idea,
cristaliza el verbo en la letra, y su pensamiento
es un relmpago y su palabra un tmpano
o lmpara de plata o un estampido. Ese
escritor se llama Jos Mart''.
En ese mismo ao, 1888, escribe: ''La
prosa y la poesa son dos artes muy diferentes.
El verso es msica. Y la prosa cuando es
rtmica y musical es porque en sus perodos
lleva versos completos que marcan armona.
Ejemplo, Castelar y Mart''. Luego le confiesa
a Pedro Nolasco Prndez: ''Si yo
pudiera poner en verso la grandeza luminosa de
Jos Mart! o si Jos
Mart pudiera escribir su prosa en verso!''
En 1891 le dedica a Mart su artculo
La risa; dos aos ms tarde visita
a Mart en Nueva York, y de sus recuerdos
escribi: ``All escuch
por largo tiempo su conversacin. Nunca
he encontrado, ni aun en Castelar mismo, un conversador
tan irable. Era armonioso y familiar, dotado
de una prodigiosa memoria, gil y pronto
para la cita, para la reminiscencia, para el dato,
para la imagen. Pas con l momentos
inolvidables''.
Cuando supo de la muerte de Mart en Dos
Ros, el 19 de mayo de 1895, Demorizi apunta
que ''ninguna muerte conmovi tan de raz
al poeta de los cisnes''. Despus de llamarle
''maestro'', ''autor'' y ''amigo'' le dice: ''Perdona
que te guardemos rencor los que te ambamos
y irbamos por haber ido a exponer y
perder el tesoro de tu talento. La juventud americana
te saluda y te llora, pero oh, maestro,
qu has hecho!'' Vuelve a evocar al amigo
ido en sus artculos Nusea y Prosa
dispersa, en 1896 y 1897. En su libro Los raros,
sita a Mart entre sus ms
irados, junto con Ibsen, Edgar Poe, Laconte
de L'isle, Verlaine y otros. Estando Daro
en Pars, en 1900, en sus crnicas
Peregrinaciones que publicaba el diario La Nacin,
de Buenos Aires, record: ``Como aquella
que una vez celebr en La Nacin,
con su prosa lrica pletrica, el
grande Mart, en una correspondencia que
se asemeja a un canto de Homero''.
En Prosa poltica menciona a su ''amable
viga'' cinco veces, y lo llama ''evanglico''
''gallardo'' ''mltiple'' ''grande'' e
''insuperable''. En un ar-
tculo que le dedica al poeta Jos
Joaqun Palma vuelve a calificarlo ''el
gran Mart'', en una referencia que hace.
En 1912 La Nacin le ofrece a Daro
un banquete, en Buenos Aires, y en el mismo dijo:
''Lleno de juventud, y animado de poesa,
mi dorada ilusin era figurar en aquella
estupenda sabana de antao donde Emilio
Castelar, Edmundo de Amicis y Jos Mart
hacan flamear, a los aires de la gloria,
las ms hermosas prosas del mundo''. Un
ao ms tarde, 1913, le dedica a
Mart cuatro artculos, en La Nacin,
y lo llama ''varn puro'', ''dulce amigo'',
''cerebro csmico'' y ''vasta alma'' que
lo tuvo todo: ``la accin y el ensueo,
el ideal y la vida y una pica muerte.
Y en su Amrica, una segura inmortalidad''.
Habr habido, nos preguntamos,
mayor iracin y devocin de un
poeta hacia otro en la historia de las letras
hispanas y tal vez del mundo?
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