La trata de presos 184b43
Juan Antonio Muller. El
Universal, Venezuela, 14 de diciembre de 2004.
Qu tienen en comn, Oscar
Espinosa Chepe, periodista; Lzaro Forero,
comisario; Edel Jos Garca, periodista;
Ral Rivero, poeta, o Henry Vivas, jefe
policial? Estos cubanos y venezolanos, disidentes
y opositores, considerados como enemigos por sus
respectivos gobiernos, padecen persecucin,
son sometidos a todo tipo de tropelas
y vejmenes y afrontan la realidad o el
riesgo de largas condenas carcelarias.
Los dos regmenes, el cubano y el venezolano,
atropellan a sus adversarios, utilizan el trfico
de presos y manejan la llamada justicia revolucionaria
con criterios autoritarios, alejada de toda prctica
apegada al derecho y a las leyes mundialmente
aceptadas.
Lo que acaba de ocurrir en Venezuela con la vergonzosa
entrega de los comisarios a la injusticia venezolana
por parte del gobierno salvadoreo, rompe
con la tradicin de respeto por el derecho
de asilo que sirvi para que el demcrata
cristiano, Napolen Duarte, que sera
el primer presidente democrticamente electo
en El Salvador, conviviera entre nosotros unos
aos, preparndose para regresar
a su patria ensangrentada, y ayudar a sacarla
de la guerra civil promovida desde fuera.
La sospecha que la diplomacia petrolera cumpli
un rol fundamental en este episodio, no se borra
de la mente de los que esperbamos un desenlace
distinto. Sobre todo, cuando el actual presidente
de El Salvador fue objeto de la intervencin
de su semejante venezolano, que apoy sin
recato a su contendiente electoral, el ex jefe
guerrillero marxista Schafic Handal, haca
slo unos meses.
Lo que ocurre en Cuba, con las llamadas licencias
extracarcelarias mediante las cuales algunos disidentes
han sido sacados temporalmente de prisin
y puestos bajo confinamiento, muestra el desprecio
por la persona humana, toda vez que expresa sin
tapujo, cmo se maneja la justicia con
la finalidad de sacar provecho poltico
y econmico.
Esta trata de presos, no se diferencia de la
trata de negros en poca de la esclavitud
ni de la trata de blancas que fuerza a indefensas
mujeres a ejercer la prostitucin. Todo
trato inhumano dado a personas, por motivo de
su raza, gnero o posicin poltica,
merece la repulsa y condena por parte de las sociedades
democrticas. No hacerlo es complicidad
y cobarda.
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