PRENSA INTERNACIONAL
Diciembre 30, 2004

Cuba: superar la incondicionalidad 6ft3l

Oscar Pea. El Nuevo Herald, 27 de diciembre de 2004.

Debemos itirlo. La incondicionalidad humana ha hecho mucho dao a la historia cubana. Siempre hemos sido y somos en poltica incondicionales de alguien. Quin no tuvo en la historia reciente un abuelo o un padre incondicional de figuras polticas cubanas, cuntos no hemos sido en algn momento incondicionales de Fidel Castro, cuntos no lo siguen siendo hoy dentro de Cuba, quin no es incondicional en el destierro a un lder exiliado.

Cuntos no afirman que son incondicionales a la disidencia porque est dentro de Cuba, cuntos disidentes no son incondicionales del que le enva recursos desde el exterior. Ni en un caso ni en el otro ello es serio, sano ni constructivo para liberar y edificar la nacin cubana. Ni la situacin geogrfica, ni los recursos econmicos determinan, ni deben imponer, pautas.

Un opositor puede estar dentro o fuera de Cuba y plantear una estrategia de liberacin irreal, daina, falsa o indirectamente aliada del rgimen (lase apoyar una invasin a Cuba, anunciar pases de cuentas, proyectar repetir los fusilamientos, plantear no contar para la liberacin de Cuba y para su futuro con nadie que est dentro del rgimen, no itirle un punto al adversario y apoyar otros salvajismos polticos que se oyen. Una vibrante opositora u opositor dentro de Cuba o fuera de ella, ms que torpes polticamente (existen en ambas orillas) pueden ser de la Seguridad del Estado que se aprovechan de la pasin patritica e ingenuidad de algunos exiliados para que dentro de la isla slo rebote un discurso polticamente no atractivo nacional e internacionalmente. Ha pasado y volver a pasar.

En ninguna circunstancia se debe ser incondicional. Ni los militares. Quin garantiza que un jefe no pierda la sensibilidad humana, la razn, y emita rdenes criminales? En caso de ser militar, cumplira el lector la orden de matar a todos los que encuentre en el camino, incluyendo mujeres y nios? Se aspira a que no. Tan criminal es el que da esa orden como el incondicional que la cumple. Igual de grave sucede en la vida civil.

Definitivamente la incondicionalidad ha sido una seria enfermedad nacional que hay que superar. Dentro de Cuba ello ha sido hoy, junto al miedo que generan los regmenes totalitarios, el factor esencial del sostn de esta ltima dictadura, y dentro de su oposicin interna y externa la incondicionalidad ha posibilitado tener lderes que no han llevado a cabo acciones adecuadas y otros que, siendo provocadores del rgimen, o cretinos elevados a la quinta potencia, han proyectado un extremismo tan atroz y torpe que ha debilitado la imagen de la oposicin dentro de Cuba y ante el mundo.

Slo es til el que aporta sus puntos de vista, el que intercambia sus razones con el disidente interno y ste con el exiliado; el que alerta en privado de la mala proyeccin, de la ausencia de resultados, de los caminos no viables. No slo se trata de exponer, tambin hay que saber escuchar y entender. No necesariamente nuestras inquietudes o puntos de vista van a tener siempre la razn. La verdad nunca est de una parte o de la otra, ni existe nadie con la razn absoluta. Lo ms convincente y cercano al desarrollo de un partido, grupo o pas es buscar el consenso, donde todos cedemos un por ciento de nuestra opinin para lograr un acuerdo que refleje y recoja parte de los sentimientos, intereses y proyecciones de cada cual. Despus de ese mgico proceso es que debemos ser cumplidores del acuerdo de todos.

Del diccionario poltico cubano debemos borrar la palabra incondicionalidad. Ser incondicional es igual a cercenarse la cabeza y no pensar. Ser incondicional es igual a un cero a la izquierda. Un incondicional slo sirve para hacer grupo en un saln o para llenar plazas. El incondicional no es til ni para la persona a la que sigue. La puede embriagar de irrealidad y provocar desastres para l, para su partido, grupo u organizacin. O, lo que es ms grave, para el pas.

Es el caso de Cuba. La isla est pasando vicisitudes y su pueblo se desangra hacia el exterior y es improductivo nacionalmente por el candado que le tiene puesto a la sociedad cubana el mandatario que est con las riendas del pas desde hace 46 aos. Es una gigantesca irresponsabilidad y un punto que puede convertirse en un penoso captulo de la historia cubana, el papel de los que forman parte del alto aparato de direccin militar, poltica y istrativa de Cuba, al seguir siendo superincondicionales de los errores, caprichos y ratificada mala voluntad nacional de Fidel Castro.

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