Visita del Papa a Cuba
despolitiz� las relaciones entre Iglesia y Estado
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La
Crnica de Hoy,
Mxico, 2 de abril de 2005.
(AFP en La Habana) La histrica visita
que el Papa Juan Pablo II realiz en 1998
a Cuba, nico pas comunista de
Occidente, sirvi para que las relaciones
entre la Iglesia Catlica y el Estado se
mantuvieran en un clima neutro, sin la politizacin
que durante dcadas ahond sus divergencias.
El Sumo Pontfice, que falleci
este sbado tras 26 aos ocupando
el trono de San Pedro, dej un mensaje
de reconciliacin en la sociedad cubana
y orden a sus pastores que predicaran
el evangelio sin inmiscuirse en asuntos polticos.
Desde casi el inicio de su Pontificado, Juan
Pablo II conden el embargo poltico
y comercial que Estados Unidos aplica a Cuba desde
1962, ganando las simpatas del gobierno
de Fidel Castro y facilitando las negociaciones
para efectuar su visita a la mayor isla de las
Antillas.
Sus apariciones pblicas junto a Castro
durante su estada en Cuba -del 21 al 25
de enero de 1998- marcaron el fin de un prolongado
enfrentamiento entre el Vaticano y el gobierno
revolucionario de la isla.
El llamado que hizo entonces Juan Pablo II para
que "Cuba se abra al mundo con todas sus
posibilidades y que el mundo se abra a Cuba",
reflej la posicin papal de buscar
un equilibrio para atender tanto el magisterio
pastoral como los reclamos de la comunidad internacional
por una apertura democrtica en la isla
comunista.
Unas semanas despus de culminar el periplo
pastoral, Castro respondi a una splica
papal para liberar prisioneros y dispuso una amnista
que permiti a ms de un centenar
de personas recuperar su libertad, entre los que
se contaban presos comunes y polticos.
"La misin de la Iglesia no es competir
con el Estado, oponerse al gobierno o aliarse
con l. La Iglesia tiene que ser neutral"
en el terreno poltico, record
el mes pasado la Conferencia de Obispos Catlicos
de Cuba en un comunicado.
Sin embargo, los prelados advirtieron que "deben
intervenir cuando desde el ejercicio del poder
se atente contra los derechos fundamentales de
los seres humanos", operando como una "conciencia
crtica" de la sociedad.
Luego de una ola represiva contra la disidencia
interna en marzo de 2003, que culmin con
el encarcelamiento de 75 opositores pacficos,
y el fusilamiento de tres jvenes que secuestraron
una nave de pasajeros para emigrar ilegalmente
a Estados Unidos, tanto el Papa como los Obispos
cubanos no guardaron silencio.
Juan Pablo II remiti una carta a Castro
expresando su "dolor" por las ejecuciones
y pidi "clemencia" con los prisioneros
polticos, en tanto los Obispos sealaron
su "grave preocupacin" ante
la escalada represiva sin precedentes.
Catorce de los disidentes encarcelados en 2003
fueron liberados desde mediados del ao
pasado, en la mayora de los casos debido
a razones de salud, segn explicaron las
autoridades.
Los clrigos denunciaron adems
en una "instruccin teolgico-pastoral"
difundida el mes pasado que "a partir de
la visita del Papa se ha experimentado en Cuba
de forma creciente un retorno al lenguaje y a
los mtodos propios de los primeros aos
de la Revolucin en todo lo referente a
la ideologa".
En esos aos, principios de la dcada
de 1960, la Iglesia fue duramente afectada por
disposiciones del nuevo gobierno de Castro, perdiendo
la propiedad de grandes extensiones de tierras
y la prohibicin a mantener abiertos sus
centros de enseanza primaria y secundaria,
que pasaron a ser monopolio estatal.
Pero en los vaivenes de esa conflictiva convivencia
entre Iglesia y gobierno, la visita papal permiti
devolver a los catlicos la celebracin
de la Navidad como da feriado y retornar
a las calles para efectuar sus procesiones religiosas.
La apertura a la religiosidad comenz
en 1991, cuando el IV Congreso del Partido Comunista
decidi abandonar la definicin
de Cuba como un estado ateo para convertirlo en
uno laico, al tiempo que se permiti el
ingreso de creyentes a las filas partidarias oficialistas.
Pese a las dificultades que an persisten,
los prelados mantienen la orientacin dejada
en 1998 por Juan Pablo II de trabajar en Cuba
por "un dilogo constructivo y reconciliador",
"sin representar intereses polticos
de grupo, porque la Iglesia no est alineada
polticamente ni con el gobierno ni con
la oposicin".
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