Cazar
en coto vedado 3n3761
Andrs Reynaldo, El
Nuevo Herald, 2 de junio de 2005.
Es difcil hacer poltica en Cuba
desde Miami, sin la contundencia de un brazo armado
ni el empuje de un masivo movimiento interior.
En verdad, hemos hecho lo que se puede. Apoyar
a los disidentes, mantener un alto nivel de denuncia
de los atropellos a los derechos humanos y, sobre
todo, ayudar materialmente a nuestros familiares.
La dictadura se lleva los dlares, pero
nosotros nos llevamos la fraternidad. Y la historia
ensea que las naciones, en su hora trgica,
necesitan ms compasin que dinero.
El pasado martes, Jos Basulto ech
a andar una iniciativa que, aunque no fructifique,
puede contribuir a poner un par de cosas en claro.
El encausamiento de Ral Castro por el
derribo en 1996 de dos avionetas de Hermanos al
Rescate y la muerte de sus cuatro tripulantes.
Las razones vlidas para encausar a Ral
u otras figuras del rgimen cubano no faltan.
En casi medio siglo de poder, tanto l
como Fidel se han involucrado en una amplia gama
de actividades internacionales de carcter
delictivo. Drogas, contrabandos, asesinatos (incluidos
ciudadanos norteamericanos), desestabilizacin
de gobiernos extranjeros. Por mucho menos, el
dictador panameo Manuel Noriega fue derrocado
y puesto tras las rejas.
Soy escptico respecto a la voluntad de
Washington ms all de la acostumbrada
fbula anticastrista. Desde hace dcadas
Estados Unidos ha aceptado a la dictadura cubana
como un factor de estabilidad. No dudo que la
Casa Blanca quisiera ver una democracia postcastrista.
Slo que les horroriza el avatar de una
transicin con olor a plvora. Con
tal de no amanecer ante una quiebra del orden
y una avalancha de balseros, los americanos son
capaces de echarle el freno a ese futuro democrtico.
O de hacerse los de la vista gorda cuando escuchen
el frenazo. Esta es la mejor carta de triunfo
que posee el equipo de sucesin del dictador.
Por default, cualquier movida para llevar a los
tribunales a Fidel o Ral nos permite medir
hasta qu punto existe un compromiso entre
Cuba y Estados Unidos. A diferencia de lo que
suele pregonarse, el actual equipo de la Casa
Blanca es ms pragmtico que ideolgico.
Y pragmtico con la oreja muy pegada a
los intereses de sus asociados partidistas y econmicos.
En la proyeccin hacia la isla esta actitud
se expresa en los jugosos volmenes del
intercambio comercial. Lo dems es retrica
para la Calle Ocho.
Visto desde la perspectiva de la conveniencia
norteamericana, una Cuba que adopte un modelo
como el chino o el vietnamita es preferible a
corto plazo a una Cuba inmersa en un escabroso
proceso en busca de la democracia. Me temo que
ahora mismo, desde ambas orillas, se est
levantando ese entendimiento. Faltan los protocolos,
pero ya se siente el espritu.
Washington no va a pedir demasiado: apertura
al capital estadounidense, concesin de
discretas libertades que bien podran ser
certificadas por una oposicin amaada
y algunos guios amables hacia determinados
sectores del exilio. Si el proceso de encausamiento
contra Ral tuviera xito en los
tribunales, se habr removido la seccin
central del puente. Y sera necesario salir
a forjar otra estrategia. Quizs entonces
pudieran emerger nuevas fuerzas dentro del rgimen
cubano con un proyecto no continuista.
El derribo de las avionetas en aguas internacionales
fue un crimen de profunda connotacin para
nuestra conciencia nacional. Queda por aclarar
el grado de participacin, o negligencia,
de las autoridades norteamericanas. A estas alturas
del juego, Basulto sabe que va a meterse en camisa
de once varas. Nada tan peligroso como salir a
cazar en un coto vedado. A la vez, est
sosteniendo la ofendida ensea de nuestra
memoria. Un gesto digno en tiempos turbios y entre
gente muy corrupta. Ganadas o perdidas, stas
son las batallas que an dan sentido a
nuestro exilio.
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