El
pr�ximo paso de la acci�n no violenta 285q43
Dora Amador, El
Nuevo Herald, 6 de junio de 2005.
Temprano en la maana del sbado
21 de mayo llam a Oswaldo Pay
a su casa para pedirle que fuera a la Asamblea
para Promover la Sociedad Civil en Cuba, que comenzara
a las 10 a.m., como el da anterior. Le
expuse detalladamente las razones por las que
consideraba que era necesario que fuera. Escuch
su detallada explicacin de por qu
no iba. Cmo no se daba cuenta
de la importancia de su presencia en esa reunin?
Cmo no consideraba que las imgenes
y las voces que recogan las cmaras
estaban recorriendo el mundo, que era un momento
culminante de la disidencia cubana, que su pensamiento
y su voz all junto a los otros eran imprescindibles?
El da antes, 20 de mayo, habamos
escuchado gritos de ''Libertad'', ''Abajo Castro'',
''Democracia'', aplausos para los presos polticos,
cientos de manos elevadas que hacan con
sus dedos la V de la victoria. Mi mayor deseo
era que hubiera unidad, dentro de su pluralidad
de ideas y estrategias, que estuvieran all
juntos.
Como Oswaldo me haba dicho al final de
nuestra conversacin que meditara
sobre lo que le haba dicho --cierto que
insist ms de la cuenta--, acog
la esperanza de que cambiara de idea e
ira a donde estaban reunidos Martha Beatriz
Roque, Fliz Bonne Carcasss, Ren
Gmez Manzano, Vladimiro Roca y unos 100
delegados de organizaciones disidentes. Pero pas
el da y Oswaldo Pay no fue.
El impulsor del magnfico Proyecto Varela
y promotor del Dilogo Nacional, Oswaldo
Pay, tiene razones poderosas para sentirse
herido y desconfiar. Antes de entrar en este tema,
recomiendo una lectura, imprescindible en estos
momentos, del breve documento donde se recogen
por primera vez las tendencias registradas hasta
ahora de este dilogo entre cubanos de
all y de ac. Es importante en
este debate que se est llevando a cabo.
Se llama el Dilogo Nacional, el camino
del cambio y est firmado por todos los
del Comit Coordinador y fechado 16 de
mayo de 2006.
Como en el exilio, en Cuba algunos de los que
luchan por la libertad de la patria tienen grandes
diferencias, grandes necesidades de ejercer el
liderazgo y grandes desconfianzas que llegan a
una enemistad que tiene que acabar. Hablo de los
cubanos de buena fe en los que habita una fundamental
conciencia tica, que quieren que Cuba
alcance la democracia sin derramamiento de sangre
y sacar del poder a los que
con nuestro consentimiento y nuestro miedo ejercen
ese poder sobre nosotros.
Digo nuestro, nosotros, aunque est fuera,
porque me siento una con mis hermanos de all.
Intent regresar a mi pas como
corresponde de acuerdo con la Declaracin
Universal de Derechos Humanos. Por tres aos
estuve esperando el permiso de entrada que nunca
me fue otorgado. Digo esto para que no se diga
que porque estoy fuera pido que los que estn
dentro no tengan miedo.
Decenas de miles de cubanos firmaron y siguen
firmando el Proyecto Varela, miles se renen
en dilogo ideando el programa de transicin
propuesto por el Movimiento Cristiano Liberacin;
cientos de organizaciones disidentes que congregan
a muchos otros opositores en todo el pas
estn afiliadas a la Asamblea para Promover
la Sociedad Civil. Esto es un pueblo en marcha
que ha perdido el miedo.
Pero falta algo: la unidad de la oposicin.
Necesitamos cultivar el respeto a la opinin
ajena, al debate serio civilizado, el consenso
elemental que construye las bases institucionales
de la democracia que nos conduzca a una nacin
libre y feliz, porque tenemos ese derecho. Y ese
deber. Es deber de cada uno de nosotros ser una
piedra angular de ese edificio de democracia.
Le pido a mis hermanos Martha Beatriz Roque,
Flix Bonne Carcasss, Ren
Gmez Manzano y Oswaldo Pay Sardias
que acaben su enemistad. Deben sentarse en una
mesa de dilogo. Eso se logra perdonndose
mutuamente y ejerciendo la voluntad de amar y
reconciliarse. Eso no significa, repito, uniformidad
de pensamiento ni abandonar los proyectos y estrategias
propios, es dar un paso imprescindible de civismo,
de cristianismo. Pienso en los presos polticos
de conciencia, Oscar Elas Biscet, Jorge
Luis Garca Prez --Antnez--,
Regis Iglesias y tantos otros que sufren
da a da el horror de las crceles
cubanas.
Las prioridades de ambos grupos disidentes son
las mismas. El Proyecto Varela y la Asamblea para
Promover la Sociedad Civil exigen la libertad
inmediata de todos los presos polticos
y la democracia para Cuba. Por qu
no concentrarse en lo que los une en lugar de
lo que los divide? As podrn realizar
con afectividad y efectividad los prximos
pasos de esta poltica de la no violencia,
cuyo mtodo de lucha se divide en tres
etapas: 1. Protesta y persuasin. 2. No
cooperacin social, econmica ni
poltica. 3. La accin no violenta.
Las obras de Gene Sharp, El poder y la lucha,
y Los mtodos de la no violencia surgieron
de su estudio de Gandhi y de Martin Luther King.
Es decisivo que se d el prximo
paso: que se una la oposicin y surjan
las demostraciones de protesta en las calles para
exigir libertad. El gobierno comienza a caerse
a partir de ese momento.
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