Primeras
impresiones 48254r
Manuel Vzquez Portal,
El
Nuevo Herald, 19 de junio de 2005.
Conocer la libertad personalmente es un hecho
sobrecogedor y trascendente. Es como un susto
agradable. Sobre todo para quien la recuerda de
nio y la ha aorado por casi medio
siglo. Aterric en Miami y la libertad
me tom de la mano para mostrarme que el
mundo no est fabricado de discursos y
rejas solamente. Fue un reencuentro feliz.
Para m, hijo de la sabana y el galope,
la libertad era la tonada dulce de mi padre bajo
un sombrero laborioso; la dulzura de mi madre
despidindome con un beso para que fuera
a una escuela donde no me imponan consignas;
el retozo con mis hermanos en la poza de un ro
sin contaminacin.
Luego llegaron hroes. Legendarios, mesinicos.
Pompas en sus promesas. Pareca que el
paraso estara al estirar la mano.
Ibamos a ser una memoria sin cicatrices. Fascinado
march con los ojos cerrados. Cuando abr
la mirada estaba dentro de una celda. Mi pequea
isla dej de tener costas para rodearse
de barrotes.
Me mintieron y me traicionaron. Descubr
los embustes y las infidelidades. Arremet
contra ellas. No alcanc ms que
esta libertad prestada que me brinda el doloroso
exilio. Entonces he descubierto ms y me
he jurado ayudar, en lo que pueda, a que mi pas
consiga la verdadera.
Cuando llegu no me esperaban en el aeropuerto
autoridades del gobierno norteamericano para rendirme
honores de soldado a su servicio. Me esperaban
Diosmel y Jadir, dos cubanos pobres y emprendedores
que antes que yo sufrieron la expulsin
de la isla. Y me condujeron a casa de la ms
cubana de mis amigas: Rosa Berre. All
slo haba una cama pulcra y un
plato sencillo. No hall el fasto de que
la acusan y que merecera por tanto esfuerzo
cotidiano y continuado. Su casa, modesta, sobrevolada
por palomas rabiche que tambin parecen
haberse exiliado, y un auto viejo y abollado.
No es la millonaria que pintan los voceros de
Castro. Slo si el buen gusto, la higiene
y la ternura fueran riquezas, que lo son!,
vivira en la opulencia.
La humilde Cubanet que abri hace ms
de diez aos su pgina a mi pensamiento
no es la fastuosa empresa que difaman los lacayos
del totalitarismo cubano. Una angosta oficina
y un viejo computador es lo que me han ofrecido
para que mantega, a duras penas, a mi familia
y ayude a Cuba. Y no necesito ms.
Eso s. Hall un tesoro que los
parlanchines, descalificadores, no ponderan nunca.
Hall en cualquier esquina la mano bondadosa
y sincera que me da la bienvenida; la sonrisa
sin dobleces, franca, limpia, perdida en Cuba
por tanta batalla cotidiana para sobrevivir. Hall
la compaa que me faltaba en La
Habana. Yo era un hombre solo. Mis amigos: escritores,
artistas, condiscpulos, gente de mi pueblo
natal, de los barrios en que he vivido se encuentran
en el exilio. Y ha sido llorar de alegra
en el reencuentro!
Hall mariposas de colores, palomas, lagartos,
caracoles que haca tanto no vea.
Se habrn exiliado tambin
huyendo del desastre ecolgico que arrasa
mi pas? Hall la cortesa,
Dios mo! la cortesa perdida
en el molote a la puerta de un ''camello''; perdida
en la cola de la bodega desabastecida; perdida
en los apagones y la escasez de agua potable y
en el saludo matinal de los barrios.
Hall, al fin, despus de siete
aos, a mi hijo Pablo, convertido en un
mocetn respetuoso y educado, laborioso,
con sueos y proyectos de futuro. Quin
dice que ac no se estudia, se trabaja
decentemente y se crece como ser humano? Pregntenle
a mi hijo Pablo.
Hall, por ltimo, esta voz amorosa,
sin rencores, que queran prohibirme y
por la cual me llevaron a la crcel. Y
que hoy, como siempre he soado, pondr
slo al servicio de Cuba. Me siento como
el viejo, glorioso mamb que llegaba a
territorio liberado. No he venido a competir --aunque
si es necesario lo har. He venido a pedir,
humildemente, permiso para incorporarme a las
huestes de la provincia insurrecta.
Permtanmelo, por Cuba.
Periodista y poeta cubano recin exiliado.
Fue condenado a 18 aos de crcel
durante la ola represiva del 2003 y liberado por
razones de salud en junio del pasado ao.
Es el primero del Grupo de los 75 que recibe refugio
en Estados Unidos.
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