Castro bajo presi�n j3061
Jorge A. Sanguinetty. En
defensa del neoliberalismo, 29 de marzo de
2005.
La reciente presentacin televisada de
Fidel Castro sobre las ollas arroceras y de presin
nos brinda una oportunidad de analizar el estilo
de gobierno que sufre Cuba y el estado de miseria
en que vive el cubano. Primeramente hay que sealar
lo inslito que resulta que el jefe de
gobierno de una nacin de once millones
de habitantes, que supuestamente alcanz
un cierto grado de civilizacin pero que
sufre una aguda crisis crnica tanto en
lo econmico como en lo poltico
y social, le dedique cinco horas a dar consejos
culinarios a la poblacin y al uso y distribucin
de ollas de cocina. Esto solamente puede ocurrir
en una nacin organizada en torno a instituciones
primitivas, casi tribales, donde un solo hombre
centraliza un grado exagerado de poder y donde
el resto de la ciudadana, desde sus colaboradores
ms cercanos hasta los ciudadanos ms
humildes, est sometida a una humillante
indigencia y una abyecta servidumbre. Esa comparecencia
posiblemente represente el nivel ms bajo
en que ha cado la nacin cubana
y su pueblo en toda su historia.
En segundo lugar debo indicar que esta forma
personal de direccin, lo que en ingls
se denomina micro management y que pudiramos
traducir como micro direccin, ha sido
el estilo de istracin de este gobierno
desde sus comienzos. Es el estilo que predomina
en las organizaciones deficientes, unas veces
por pura incompetencia istrativa, otras como
resultado de una centralizacin excesiva
de poder. La caracterstica esencial del
micro director es que desconfa de sus
subalternos y no les da suficientes grados de
libertad para ejercer sus funciones con la mayor
eficiencia. El resultado es siempre el mismo:
todo se hace con menos eficiencia, cuesta ms
y a veces ni siquiera se logra terminar lo que
se comienza, o sea, adems de sacrificarse
la eficiencia, se sacrifica la eficacia. El derrumbe
de la economa cubana es la consecuencia
lgica de dicho sistema de direccin
istrativa.
El tercer punto que hay que mencionar es el estado
de deterioro mental en que compareci Castro
ante las cmaras. Aqu tenemos que
plantearnos una interrogantes: Por qu
va l en persona ante las cmaras
en ese estado a hablar de ollas y de un posible
mejoramiento de los niveles de consumo de la poblacin?
Alguna razn de estado tiene que haber
para dedicar cinco horas a disertar sobre ollas
y mtodos culinarios. El dictador puede
parecer decrpito en la forma de expresin,
pero yo dudo que tambin est decrpito
en formular el objetivo general de una comparecencia
como sta. Sabemos que el gobierno cubano
lleva a cabo regularmente encuestas de sentimiento
poltico entre la poblacin (por
supuesto, no son de opinin, no pudieran
serlo) cuyos resultados son reportados al jefe
mximo.
Tambin sabemos que los niveles de consumo
del cubano sufrieron una cada catastrfica
con la desaparicin del bloque sovitico.
Esos niveles de consumo parecen haberse recuperado
parcialmente gracias a los nuevos subsidios ofrecidos
por segmentos del exilio cubano y a los ingresos
provenientes del turismo y otras fuentes. Sin
embargo, la informacin fragmentada pero
que fluye sistemticamente desde Cuba indica
que una gran proporcin de la poblacin
vive en una constante zozobra sobre la alimentacin
diaria de sus familias.
Con base en estas consideraciones yo me atrevo
a especular que la comparecencia de Fidel Castro
y sus promesas de un mejoramiento de los niveles
de alimentacin popular son muestras de
una gran preocupacin oficial sobre el
descontento del pueblo y las posibilidades reales
de una explosin social en el pas.
Todos estos aos nos hemos venido preguntando,
hasta cundo van a resistir los
cubanos semejante rgimen? Los avances
que han ido logrando hasta ahora los dos grandes
movimientos opositores del pas, el de
la Convocatoria del 20 de mayo y el del Dilogo
Nacional, a pesar de las diferencias entre ellos,
indican claramente que hay muestras serias de
descontento y efervescencia en la ciudadana.
No nos dejemos distraer por las payasadas y fallas
seniles de Fidel ante las cmaras. El rgimen
puede estar necesitando usar la ascendencia que
al dictador aun le queda sobre el segmento de
poblacin que todava se deja impresionar
por l, para enviar un mensaje de esperanza
a esos infelices que al fin y al cabo estn
sufriendo las mismas carencias que los dems
cubanos. Perder el apoyo de ese segmento marginal,
pero importante, puede quebrar el equilibrio precario
sobre el cual el totalitarismo sobrevive.
Irnicamente, Castro est tratando
de meter el vapor reprimido y la presin
del pueblo en unas ollas. Es una carrera contra
el tiempo.
Qu llegar antes, el fin
de su vida o la explosin del pueblo?
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