PRENSA INTERNACIONAL
Mayo 5, 2005

Perspectiva del exilio 384z2s

Manuel Cereijo, El Nuevo Herald, 3 de mayo de 2005.

Los exiliados cubanos somos y no somos polticos. Lo somos en la medida en que dedicamos gran parte de nuestras vidas, y ciertamente nuestros mayores desvelos, a una causa poltica. No lo somos en la medida que la gran mayora no ejercemos la poltica como si fuera una actividad profesional.

Para los empresarios profesionales, la imaginacin, la creatividad y la capacidad de riesgo --un subproducto de la imaginacin-- son decisivos. Los exiliados cubanos hemos aportado a nuestra actividad poltica la visin empresarial profesional, que no pierde nunca de vista el objetivo final: la liberacin de Cuba.

Los exiliados sabemos que no existen fuerzas impersonales de la historia, que todo lo que ocurre en la historia lo hacen los individuos. Sabemos que, como nada est determinado de antemano, todo es posible. As es como pudimos sacar adelante, con plena istracin en contra, y contra los medios de comunicacin y de muchos polticos, as como la Amrica Latina y la Unin Europea, unas Radio y TV Mart, una Ley Torricelli, una Ley Helms-Burton, y muchos otros logros de los ltimos 20 aos.

Nosotros sabemos que desde finales de los 60 era intil y contraproducente la va armada nuestra, directa, contra Castro, entre otras cosas porque Estados Unidos no estaba dispuesto a jugar el papel de santuario, ni Amrica Latina tampoco. Qu hacer entonces? Odiar a los Estados Unidos y frustrarnos, o dedicarnos mediante el uso de los mecanismos que permite la democracia norteamericana a contagiar a este pas con una procupacin activa por la libertad de Cuba? Esto lo hemos empezado, hemos logrado algunos xitos, pero no lo hemos conseguido en su totalidad, quiz porque en los ltimos aos hemos perdido parte de esa gran visin nuestra.

Tenemos que recobrar esta visin, esta innovacin, este empresarismo nuestro y aplicarlo en esta etapa vital de nuestra historia. Tenemos que hacer consciente a la prensa de este pas del peligro que representa Cuba para los Estados Unidos. La situacin presente --armas biolgicas, ataques cibernticos, inestabilidad y terrorismo en Amrica Latina, misiles norcoreanos en Cuba-- es ms peligrosa, ms mortal, ms temible que la gran crisis de 1962, donde la prensa norteamericana se ali a nuestra causa, no por amor a la libertad de Cuba, sino por la subsistencia y seguridad de este pas.

Los exiliados debemos concentrar nuestros esfuerzos en lograr que nuestros intereses, como cubanos y como norteamericanos, coincidan con los intereses primordiales de esta nacin. Estados Unidos est en guerra contra el terrorismo. Cuba es un pas terrorista. Estados Unidos se ve amenazado por ataques terroristas. Cuba es parte principal de esa amenaza.

Los exiliados hemos tenido que multiplicarnos en dos frentes, invirtiendo energas en combatir contra la opinin pblica y las instituciones norteamericanas al mismo tiempo que lo hacemos contra la opresin en Cuba. El exilio, por muchos aos, tuvo que enfrentar a Castro y luchar contra una condicin de apestados polticos. Ya esto empieza a cambiar a medida que las verdades del totalitarismo de Castro estn saliendo a la luz y nosotros hemos comenzado a recobrar un perfil humano que la mentira de Castro haba reemplazado por un monstruo.

Cuando pensamos y planeamos la reconstruccin, el exilio llena un vaco. Nadie en Cuba puede hacerlo. Los que mandan porque trabajan en contra de ella, y los que no, porque tienen otras prioridades --la supervivencia diaria-- y porque el sistema policial que los aprisiona se lo impide.

Es el exilio el que entonces se ha puesto a pensar en la transicin. Los protagonistas cotidianos de la transicin sern los millones de cubanos que estn en la isla, pero ya stos contarn con los planes del exterior para evitar que en la isla amanezcan un buen da sin comunismo y se miren las caras preguntndose qu hacer. Gracias al exilio, ese da todos --los que estn y los que irn-- sabrn por dnde empezar.

Exigirnos que actuemos sin fisuras, en una forma monoltica como una pared de cemento, es exigirnos algo que est reido con la libertad. Pero s cabe, no obstante, preguntarnos por qu los principales grupos del exilio no hemos sido capaces, todava, de actuar en un frente comn. Desde luego, no sera prctico, ni justo, pretender colocar en pie de igualdad a cien organizaciones bajo un liderazgo colectivo. El resultado sera el caos, la inaccin y la frustracin de quienes, a un alto precio, s han logrado a lo largo de estos aos una representacin real de la oposicin cubana. Pero s es posible conseguir la unidad sin que las distintas fuerzas o grupos pierdan su peso especfico o vean desdibujarse su perfil. Ms importante an, fuera de Miami no hemos sido capaces de transmitir la sensacin de un frente unido, al cual teme el propio rgimen de Castro. Tenemos que conseguir que las organizaciones del exilio, con pocas diferencias ideolgicas reales, establezcan alianzas de base ancha que permitan que este gran pas simpatice y sea aliado de nuestra causa.

Nosotros, los exiliados, y los cubanos de la isla, alcanzaremos la libertad de Cuba y haremos all una Cuba ms prspera que la que hemos hecho aqu en el exilio. Todos juntos vamos a inventar y crear una nueva Cuba. Y ser pronto.

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