SOCIEDAD
Manolo, el profesor de literatura 1255w
Lus Cino
LA HABANA, Cuba - Octubre (cubanet.sergipeconectado.com) -
El profesor de Literatura lo dej claro
en la dedicatoria escrita con bolgrafo
en la segunda pgina del libro: disculpaba
mis pecadillos de diversionismo ideolgico,
mis greas rebeldes, algunas preguntas
inadecuadas y hasta mi modo cmico de caminar.
Era el mejor alumno de literatura del curso 1972-1973
y eso bastaba. El libro con el cual quiso premiar
mi trabajo contena el Lazarillo de Torms,
El Buscn y otros ttulos de la
picaresca espaola del siglo XVI.
Manolo Lpez Granda, el profesor de literatura,
es uno de los pocos recuerdos amables que guardo
de mis aos en el instituto preuniversitario
"Ral Cepero Bonilla". En medio
de los rigores casi militares y la atmsfera
gris del plantel, destacaban sus clases apasionadas,
su inteligencia y bondad.
Con su extrema delgadez y una prematura calvicie,
"el profe Manolo" se ganaba sin esfuerzos
la confianza de los alumnos y fomentaba en ellos
la pasin por la lectura. Lo recuerdo como
director de campamento durante una zafra en Matanzas,
en las fras noches, tras las agotadoras
jornadas en los cortes de caa, discutir
"Cien aos de soledad", la clave
para leer Rayuela o analizar, paciente, versos
escritos con lpiz, en hojas de cuaderno
escolar, sospechosamente parecidos a hbridos
de Whitman, Vallejo y Antonio Machado.
Casualmente, los muchachos que acudamos
a l con tales inquietudes no reunamos
exactamente las cualidades que se supona
inculcara el Instituto en sus alumnos. A nadie
se le hubiera ocurrido describirnos como combativos
y disciplinados. Manolo no se propuso pedir peras
a olmos, se conform con conseguir buenos
lectores y amigos para el futuro, al menos eso
lo logr.
He vuelto a encontrarme con Manolo, mi profesor
de literatura; reconoci mi caminar desde
lejos; la alegra fue mutua. Tratamos de
indagar en minutos qu haba pasado
en nuestras vidas en ms de treinta aos.
Manolo acaba de cumplir los 67 aos y
sigue viviendo en Lawton, se jubil pero
tuvo que volver a trabajar. El retiro no le alcanzaba
para cuidar de su padre de 98 aos. Ahora
ensea literatura cubana a estudiantes
de msica. Apenas puede leer, dispone de
poco tiempo libre, pero lo peor es que publican
pocos libros, caros y en muy limitadas ediciones.
Fue entonces que me pregunt si segua
escribiendo, siempre dijo que tena madera
de escritor. Lamentablemente, los comisarios municipales
de casas de cultura y talleres literarios no compartieron
su criterio.
Me sent de nuevo como en las aulas del
"pre" Cepero Bonilla. Le dije que claro
que segua escribiendo, pero no me atrev
a confesarle que como periodista independiente.
En su lugar, le expliqu con timidez que
escriba crnicas y cuentos que
publicaba en el exterior. V sus ojos brillar
de contento y me dijo que le gustara leerlos.
Le contest que me encantara que
los leyera, que su opinin, exigente y
de conocedor, me sera muy til,
pero que tema no le parecieran bien desde
un punto de vista ideolgico. Extraado,
me pregunt que quin me haba
dicho que la literatura se meda por ideologas.
No os responderle que mis aprensiones
se remontan, entre otras cosas, a mis das
de estudiante.
Me habl entonces de desilusin,
de sueos rotos y de las vueltas que da
la vida. No me sonaron raras en l sus
palabras. Slo me doli no haberle
podido trasmitir un poco de optimismo y de esperanza.
Tambin yo lo necesito.
Al despedirnos con un abrazo, le asegur,
lleno de nostalgias, que leer mis cuentos.
Claro que los leer. En cierta forma, es
algo que le debo a Manolo, mi profesor de Literatura,
desde 1972.
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