PRENSA INTERNACIONAL
Abril 9, 2007

El camino viejo 29403w

Ral Rivero, El Nuevo Herald, 8 de abril de 2007.

Madrid -- Rechazo las descalificaciones personales y las ofensas y reprobaciones en medio de los debates de ideas y en las contiendas polticas. Las rechazo porque esa prctica carece de altura profesional y demuestra que quien usa adjetivos denigrantes para su adversario anda escaso de argumentos y sobrado de odios y frustraciones. A ese nivel rasante, el sujeto se encuentra ya al borde del desfiladero y en la antesala de la derrota.

Pero claro, el hecho de que nunca responda en el patio del mismo solar al que se me convoca, slo quiere decir que no incluyo los insultos en mis textos de respuesta por respeto a los lectores. Pensarlos, los pienso, y guardarlos para libros que ya estn comprometidos con editoriales, los guardo.

Esta semana estuve a punto de hacer una excepcin. En realidad, ver en la pantalla de mi televisor, al amanecer de un da de primavera en Madrid, al ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Prez, insultar a los presos polticos ante medios de prensa de todo el mundo y en presencia de una delegacin espaola de alto nivel, me inspir enseguida una respuesta apresurada donde lo describa como un embutido de Stalin y el conde Drcula. Afortunadamente, me contuve al final.

Sent ese impulso perturbador porque es repugnante que alguien, nombrado a dedo por un dictador, hable con desprecio y, en nombre del pueblo, de ms 300 verdaderos demcratas encarcelados, sepultados en vida en calabozos por no compartir una lnea de pensamiento cuyo nico objetivo es mantenerse en el poder. A toda costa, lo mismo detrs de la levita de Carlos Marx que empeando la leontina de Jos Mart.

Para ellos el tiempo no pasa. Creen que lo ganan. Los apapipios se consideran entendidos en materia de inmortalidad. Les inducen esa fe, desde las alturas del limbo, los seores que se niegan a pasar.

Pienso que esa declaracin del funcionario cubano y el hecho de que ni el ministro Miguel Angel Moratinos, ni nadie del primer nivel de su delegacin, se haya dignado a recibir a los representantes de la oposicin pacfica y a una comitiva de las Damas de Blanco, anularon la eficacia de la publicitada visita de 48 horas a Cuba, al menos, en lo que se refiere a Espaa como una presencia importante en el proceso de cambios que se avecina en la isla.

No se puede ningunear a quienes representan la real franja democrtica de la sociedad cubana. Ni se puede aceptar un dilogo de derechos humanos con un gobierno que asume ese valor universal como un asunto interno del estado totalitario. Y, mucho menos, si de manera pblica se excluye de la agenda --con una frase atropellada y brbara-- el tema de los presos polticos.

Nadie se puede conducir con decencia y como un caballero ante unos rufianes. Este tiempo, que es otro porque es el mismo, no le da entrada a las ingenuidades. La ingenuidad es una tarjeta transparente que se intercambian los nios y los enamorados. Es penoso asistir en silencio a esa excursin naif, concebida por comisarios polticos y a paso de conga, preparada para Moratinos, como si se tratara de uno de esos nuevos aprendices de tiranos que aparecen ahora en el continente. Escuela de Medicina, arte y besos a nios en las calles (la mayor fantasa de Todor Yikov) para despus, en el minuto final y ante la prensa, contemplar como Prez se pone, con un gesto rpido, su corbata de esbirro.

Creo que el viaje es un xito para los empresarios espaoles y todos estamos de acuerdo en que los gobiernos tienen, entre sus deberes bsicos, el de defender los intereses econmicos de la nacin. Aunque hay muchos caminos y veredas.

Pienso que los presos y los opositores polticos, los hombres y mujeres que tarde o temprano participarn de manera decisiva en el futuro de Cuba, tienen razn en estar indignados y distantes. Esto ha sido un guateque para los secuestradores de la nacin cubana.

Con los opresores no se puede negociar con emocin y gratitud, sino con firmeza, cautela y sin msica de fondo.

''Qu van a hacer ahora los cubanos?'', me pregunt anoche desde Oslo un periodista noruego muy amigo mo. Los cubanos de la isla y del exilio --le dije-- lo de siempre, trabajar por la libertad de los 29 periodistas, de todos los prisioneros polticos y de conciencia y a favor de los grupos de la oposicin pacfica y por la democracia porque los tiempos oscuros --ya se sabe-- son los que suelen anticipar el alba de oro.

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