7 de noviembre de 2007
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7 de noviembre de 2007

Soberana en peligro? 1v3s2q

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet) - Desde hace unos aos se viene gestando una alta dependencia de la economa cubana respecto a Venezuela, mediante crecientes subvenciones por el suministro de petrleo relativamente barato y crditos ventajosos. En contrapartida, Cuba enva mdicos y otros especialistas que ya suman decenas de miles.

En la prctica se repite la frmula utilizada con el bloque sovitico, terminada con el derrumbe de los regmenes de Europa del Este a fines de los aos 80. La diferencia consiste en que ahora la exportacin es de personal al carecerse hasta de azcar para hacer frente a los pagos por las importaciones. La vinculacin con Venezuela es denominada integracin, concepto muy en boga internacionalmente como consecuencia del desarrollo de las economas y de actividades como las comunicaciones que la hacen posible, de manera que el planeta se convierte de forma creciente en una gran aldea interconectada.

El esquema integracionista no se repite exactamente en el modelo cubano-venezolano, teniendo en cuenta que en Cuba existe una involucin generalizada de la economa y la sociedad, y en Venezuela hay un crecimiento econmico coyuntural resultante de los altos precios del petrleo, que en cualquier momento pudiera fallar. De ello se deriva que la colaboracin bilateral ligada a pasajeras circunstancias polticas podra perecer en cualquier momento.

No obstante, actualmente Caracas constituye el gran salvavidas de La Habana, lo que es bien conocido por los dirigentes venezolanos, fundamentalmente el Presidente Hugo Chvez, quien con un extraordinario ego e imbuido de un mesianismo peligroso, en la ltima visita de octubre pasado mostr sus intenciones de tener una sustancial presencia poltica en Cuba adems de la econmica. As, anunci los propsitos de establecer una Confederacin, donde los cubanos entraramos como socio menor, dado la catica situacin nacional, escenario que el caudillo venezolano parece querer utilizar. Esta intencin resulta preocupante e indica sus sueos hegemnicos de ser el sustituto real de Fidel Castro, enfermo desde hace casi ao y medio.

Durante esa visita, Chvez reflej una postura calificada por algunos como imperial. En ocasiones lanz directivas al pueblo cubano, y con su grotesco humor se burl repetidamente de algunos altos funcionarios, gestos que inexplicablemente fueron recibidos con complacencia por las victimas de las chanzas.

Aunque el gobierno cubano se ha vanagloriado por casi 50 aos de ser el cancerbero de la soberana nacional, el desastre generalizado actual, provocado por el obstinado sostenimiento de un sistema disfuncional, ha daado el sistema inmunolgico de la sociedad cubana en todos los aspectos, incluido el respeto de la soberana, logrndose en la prctica algo muy distinto a lo pregonado.

A este cuadro se agregan preocupantes declaraciones de altos funcionarios, como que Cuba tiene dos presidentes, uno en La Habana y otro en Caracas. Golpean las ms recientes, formuladas a la cadena norteamericana CNN por el canciller Prez Roque: “Nuestra nacin est dispuesta a renunciar a nuestra soberana y bandera” para integrarse a un gran bloque de naciones latinoamericanas y caribeas. Ese punto de vista resulta tan insultante para los cubanos, que el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcn, ha tenido que dar explicaciones a travs de la prensa extranjera, a la vez que los domesticados medios oficiales han ocultado los absurdos e indefendibles planteamientos, a lo mejor por temor a la condena popular.

Muchas personas se preguntan sobre los orgenes de esas ofensivas declaraciones. Quizs la respuesta podra estar, segn algunos analistas, en los debates presentes en la alta jerarqua, reforzados ltimamente por el discurso del General Ral Castro el 26 de Julio y su discusin en los organismos del Partido Comunista, centros de trabajo y otros lugares, donde se ha puesto de manifiesto la existencia de dos tendencias, una proclive a iniciar cambios econmicos que posteriormente pudieran conducir a una transicin pacfica a la democracia, y la de quienes atrincherados en sus cargos hacen todo lo posible por mantener las estructuras de poder absoluto. Estos ltimos conocen que sus posiciones son muy dbiles porque la inmensa mayora del pueblo quiere cambios en un marco de compromiso y reconciliacin. Esta presin popular ha llegado hasta altos niveles del Partido Comunista, el gobierno y las fuerzas armadas.

Los duros, desprovistos del poder real a no ser el que otorga la personalidad de Fidel Castro, menguada por su prolongada enfermedad, buscan apoyo en factores externos para fortalecer su incierto futuro poltico. Esa actitud, de ser cierta, no es patritica y podra reflejar peligrosas e ilimitadas ambiciones. Esas personas parecen no tener en cuenta las aspiraciones del pueblo cubano, que al mismo tiempo que rechaza las injerencias de otras latitudes, tambin se enfrentara a injerencias de nuevo cuo.

Esa posicin, con seguridad, es compartida por la inmensa mayora de los cubanos, por encima de diferencias ideolgicas, convencidos de que la solucin del drama nacional slo nos compete a nosotros y nicamente estaramos conformes con la creacin de una nueva Cuba independiente y absolutamente soberana.


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