Trueque
canbal
4t65s
Jos Hugo Fernndez
LA HABANA, Cuba, noviembre (cubanet.sergipeconectado.com) -Aunque lo sigamos
tomando como un asunto corriente, resulta inslito (de una
incoherencia siniestra) que cada vez que un prisionero de conciencia
sale de la crcel en Cuba antes de haber cumplido su condena,
al igual que cuando se le permite trasladarse a otro pas
o ir a recibir tratamientos mdicos en el exterior, tales
dispensas no responden a una llana actitud humanitaria, por parte
del rgimen, ante su salud quebrantada entre las mazmorras.
Tampoco el “perdn” obedece a un acto de condescendencia
con los familiares del prisionero, los cuales no se cansaron de
rogar piedad proclamndolo inocente.
Mucho menos esta “gracia” se otorga (jams, sin
excepciones) como una muestra de reconocimiento y enmienda de la
“equivocacin” cometida al condenar a un individuo,
casi siempre en juicio sumario, por el simple “delito”
de no estar de acuerdo con la poltica del poder y por manifestarse
pacficamente.
Por lo visto, para el rgimen de la Isla los presos de conciencia
son como los caballos pura sangre para los jeques rabes:
prendas muy personales de las que se deshacen slo en ocasiones
de excepcin, generalmente porque se ven situados en el compromiso
de obsequiarlas a determinados amigos tambin de excepcin.
Y no es que pretendamos ser ingratos con los amigos famosos del
rgimen que, segn trascendi a veces, ya que
tampoco se le da publicidad (por pudor o pudir?), acumulan
en su haber varios de estos obsequios especiales. Realmente son
intermediaciones que no debemos sino agradecer y que, todava
ms, deben quedar dentro de nosotros como deudas.
De lo que se trata ahora no es de cuestionar el indudable perjuicio
que ocasionan al pueblo cubano algunas celebridades extranjeras
autentificando al rgimen ante la opinin pblica
mediante su amistad, su beneplcito y su apoyo. All
ellos.
Lo medular, lo dantesco es la revelacin que encierra el
tratamiento dado por las autoridades a estos compatriotas a los
que no conforme con haberles hipotecado toda esperanza (a ellos
y a sus familiares) condenndolos al infierno en vida, los
hace pasar por la humillacin de ver convertida sus ansias
de libertad en regalo que brinda slo a ciertos amigos, slo
en ocasiones excepcionales y slo si el amigo es de afuera.
Pareciera que no existe cabida para mayor chapucera en la
proyeccin de un gobierno. Pero hay ms. La poltica
es como el retrete: siempre queda espacio para nuevos hedores.
Y en este caso el nuevo hedor lo aporta el hecho de que ya no tienen
que ser necesariamente amigos personales del rgimen aquellos
a quienes se les concede algn preso de conciencia. Tampoco
la concesin implica necesariamente un regalo. Ms
bien es el resultado de un negocio, tcito o no.
De tal forma hay ahora pases, o representantes de pases,
que han llegado incluso a enarbolar como xitos de su poltica
internacional el haber conseguido que el rgimen de Cuba
saque de la crcel a algn que otro prisionero de
conciencia con graves problemas de salud. Por supuesto que los tales
logros no han sido gratuitos, sino a cambio de apoyo, vista gorda
y slo Dios sabe qu deferencia ms.
Si a este tipo de negociacin ciertamente mefistoflica
no se nos permite llamarle “trueque canbal”,
entonces me dirn qu otro nombre le cuadra mejor.
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