16 de noviembre de 2007
Crnica
16 de noviembre de 2007

Agua con libertad Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 54n3b

LA HABANA, Cuba, noviembre (cubanet.sergipeconectado.com) - Soy un privilegiado. Tengo agua y libertad en Cuba. La primera a causa de una suerte en extincin tanto en el barrio como en su periferia. Miles de coterrneos la obtienen a cuenta gotas. Otros salen a cazarla adonde sea posible con una retahla de cubos y tanques apiados sobre un carretn renqueante. Innumerables vecindarios de la capital guardan cierta empata con los beduinos de frica Septentrional. El agua en ambas zonas es una quimera, un producto tan excepcional como un da soleado en la pennsula de Kola, al norte de Rusia.

Por supuesto que el agua a la que tengo carece de la debida potabilidad. Los ndices de parasitismo son alarmantes fundamentalmente en zonas donde no existen los recursos ni la costumbre de purificarla. Un alto nmero de ncleos familiares, quizs sin saberlo, sufren diversas patologas relacionadas con la ingestin del vital lquido sin antes higienizarlo con el fuego.

Las altas tarifas elctricas confrontadas con salarios de servidumbre, reducen las posibilidades de mantener a raya las infestaciones. Muy pocas familias sacrifican sus ingresos con el fin de evitar el arribo de amebas, oxiuros, giardias y otros organismos que consiguen un espacio permanente dentro del sistema digestivo causando estragos algunas veces irreversibles.

Deca que era un ciudadano afortunado, pero la dicha no suele funcionar a cabalidad en los estados fallidos. No voy a morir de sed, tampoco he dejado de baarme, hasta puedo hervir el agua que voy a consumir, pero tales realidades distan de ser comunes para todos los habitantes de la isla.

Pululan los barrios marginales en el centro de la capital, los asentamientos caracterizados por la ms rancia pobreza con casuchas de tablas carcomidas y sin a servicios bsicos; cmo olvidar las comunidades de albergados sometidos a los rigores de la promiscuidad y la ausencia de mnimas condiciones que correspondan a una existencia digna. En estos enclaves se vive entre la casualidad y los pinchazos del abandono, entre el acoso de las aguas albaales y el peligro de derrumbe, entre la subalimentacin y la proclividad a enfermarse por virus asociados a la extrema pobreza.

No es una petulancia afirmar que tambin disfruto de libertad en medio del totalitarismo. Es as, porque me lo propuse hace tres lustros. Pagu entonces y pago ahora el precio de decir lo que pienso. Definitivamente, nunca pude aprender el oficio de aplaudir como un pingino sin otra funcin que la del espectculo y la imitacin condicionada por el terror.

Nada que ver con el herosmo ni otras vanidades. Solo voluntad de ser libre, preferencia natural por la autoestima e inclinacin por practicar una autenticidad ajena a los atajos que ofrece, a raudales, la cobarda.

Dice la Sra. Danielle Mitterrand que la defensa de los derechos humanos debe incluir la supervivencia de la humanidad y el al agua. Eso ha dicho en una conferencia a propsito de un actividad celebrada en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), una institucin con fachada de no gubernamental y que se circunscribe a ejecutar ciertos designios del gobierno cubano, enfilados en sostener y ampliar la red de apoyo y solidaridad de diversas organizaciones internacionales que sirvan de soporte legitimador a su poder absoluto.

La ex primera dama de Francia y presidenta de la organizacin no gubernamental
Liberts est en lo cierto y nadie podra arriar su bandera sin sufrir un descalabro moral de grandes proporciones.

Desconozco si sabr las precariedades de decenas de miles de cubanos que tienen serias limitaciones para consumir agua de calidad a casi 50 aos de revolucin.

Ni la nomenclatura, ni los extranjeros radicados en Cuba, ni los turistas, afrontan la zozobra de no baarse o ingerir aguas infectas. En esos seoros hay suficiente moneda dura para construir murallas contra la contaminacin y las penurias.

Sera saludable conocer que la preocupacin de la Sra. Mitterrand por la tragedia vinculada a la carencia de agua tiene en cuenta a los cubanos privados de este derecho. Pero mucho mejor es que haya tratado el tema de la libertad y el espinoso asunto de los ms de 200 presos polticos y de conciencia que languidecen en galeras y celdas de castigo.

All apenas llega el agua y la razn. Es el reverso del paraso que pregonan desde plpitos y altares los que gobiernan el pas a fuerza de decretos y antojos.

De esos mundos puedo disertar a la manera de un sabio. Yo tuve que beber fango y padecer las sombras de los barrotes por ejercitar el criterio sin el lastre de los condicionamientos durante casi dos aos.

Ahora, en medio de las ruinas que me rodean, puedo hervir el agua, verterla sobre mi cuerpo desde una cubeta a manera de bao. Crame que soy un privilegiado porque, adems, disfruto del derecho a pensar y expresarme sin fingimientos ni concesiones. No puedo mendigar algo que es intrnseco al gnero humano.

Agua con libertad, una combinacin que disfruto en la Habana de intramuros. Aunque, si de elegir se trata, preferira unos sorbos de Cuba Libre.

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