Agua
con libertad
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press 54n3b
LA HABANA, Cuba, noviembre (cubanet.sergipeconectado.com) - Soy
un privilegiado. Tengo agua y libertad en Cuba. La primera a causa
de una suerte en extincin tanto en el barrio como en su
periferia. Miles de coterrneos la obtienen a cuenta gotas.
Otros salen a cazarla adonde sea posible con una retahla
de cubos y tanques apiados sobre un carretn renqueante.
Innumerables vecindarios de la capital guardan cierta empata
con los beduinos de frica Septentrional. El agua en ambas
zonas es una quimera, un producto tan excepcional como un da
soleado en la pennsula de Kola, al norte de Rusia.
Por supuesto que el agua a la que tengo carece de la debida
potabilidad. Los ndices de parasitismo son alarmantes fundamentalmente
en zonas donde no existen los recursos ni la costumbre de purificarla.
Un alto nmero de ncleos familiares, quizs
sin saberlo, sufren diversas patologas relacionadas con
la ingestin del vital lquido sin antes higienizarlo
con el fuego.
Las altas tarifas elctricas confrontadas con salarios de
servidumbre, reducen las posibilidades de mantener a raya las infestaciones.
Muy pocas familias sacrifican sus ingresos con el fin de evitar
el arribo de amebas, oxiuros, giardias y otros organismos que consiguen
un espacio permanente dentro del sistema digestivo causando estragos
algunas veces irreversibles.
Deca que era un ciudadano afortunado, pero la dicha no suele
funcionar a cabalidad en los estados fallidos. No voy a morir de
sed, tampoco he dejado de baarme, hasta puedo hervir el
agua que voy a consumir, pero tales realidades distan de ser comunes
para todos los habitantes de la isla.
Pululan los barrios marginales en el centro de la capital, los asentamientos
caracterizados por la ms rancia pobreza con casuchas de
tablas carcomidas y sin a servicios bsicos; cmo
olvidar las comunidades de albergados sometidos a los rigores de
la promiscuidad y la ausencia de mnimas condiciones que
correspondan a una existencia digna. En estos enclaves se vive entre
la casualidad y los pinchazos del abandono, entre el acoso de las
aguas albaales y el peligro de derrumbe, entre la subalimentacin
y la proclividad a enfermarse por virus asociados a la extrema pobreza.
No es una petulancia afirmar que tambin disfruto de libertad
en medio del totalitarismo. Es as, porque me lo propuse
hace tres lustros. Pagu entonces y pago ahora el precio
de decir lo que pienso. Definitivamente, nunca pude aprender el
oficio de aplaudir como un pingino sin otra funcin
que la del espectculo y la imitacin condicionada
por el terror.
Nada que ver con el herosmo ni otras vanidades. Solo voluntad
de ser libre, preferencia natural por la autoestima e inclinacin
por practicar una autenticidad ajena a los atajos que ofrece, a
raudales, la cobarda.
Dice la Sra. Danielle Mitterrand que la defensa de los derechos
humanos debe incluir la supervivencia de la humanidad y el
al agua. Eso ha dicho en una conferencia a propsito de un
actividad celebrada en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos
(ICAP), una institucin con fachada de no gubernamental y
que se circunscribe a ejecutar ciertos designios del gobierno cubano,
enfilados en sostener y ampliar la red de apoyo y solidaridad de
diversas organizaciones internacionales que sirvan de soporte legitimador
a su poder absoluto.
La ex primera dama de Francia y presidenta de la organizacin
no gubernamental
Liberts est en lo cierto y nadie podra
arriar su bandera sin sufrir un descalabro moral de grandes proporciones.
Desconozco si sabr las precariedades de decenas de miles
de cubanos que tienen serias limitaciones para consumir agua de
calidad a casi 50 aos de revolucin.
Ni la nomenclatura, ni los extranjeros radicados en Cuba, ni los
turistas, afrontan la zozobra de no baarse o ingerir aguas
infectas. En esos seoros hay suficiente moneda dura
para construir murallas contra la contaminacin y las penurias.
Sera saludable conocer que la preocupacin de la
Sra. Mitterrand por la tragedia vinculada a la carencia de agua
tiene en cuenta a los cubanos privados de este derecho. Pero mucho
mejor es que haya tratado el tema de la libertad y el espinoso asunto
de los ms de 200 presos polticos y de conciencia
que languidecen en galeras y celdas de castigo.
All apenas llega el agua y la razn. Es el reverso
del paraso que pregonan desde plpitos y altares
los que gobiernan el pas a fuerza de decretos y antojos.
De esos mundos puedo disertar a la manera de un sabio. Yo tuve que
beber fango y padecer las sombras de los barrotes por ejercitar
el criterio sin el lastre de los condicionamientos durante casi
dos aos.
Ahora, en medio de las ruinas que me rodean, puedo hervir el agua,
verterla sobre mi cuerpo desde una cubeta a manera de bao.
Crame que soy un privilegiado porque, adems, disfruto
del derecho a pensar y expresarme sin fingimientos ni concesiones.
No puedo mendigar algo que es intrnseco al gnero
humano.
Agua con libertad, una combinacin que disfruto en la Habana
de intramuros. Aunque, si de elegir se trata, preferira
unos sorbos de Cuba Libre.
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