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dos manos para La Habana en su aniversario 525j3x
Omar Rodrguez Saludes y Miguel Saludes.
LA HABANA/MIAMI, noviembre -Tiene un nombre compuesto.
San Cristbal es el primero. Pero todos le llaman por su
segundo, de origen profano: La Habana. Mixtura hispana y aborigen.
Evocacin femenina de la capital cubana. Al mismo gnero
pertenecen los vocablos Cuba, Isla, Patria. El peso de casi cinco
siglos pudiera marcarle con rasgos de ancianidad. Pero su rostro
sigue joven, a pesar de los desvelos. Es el que nos muestra la figura
pequea y escultural de la emblemtica Giraldilla.
Infinidad de corazones han quedado prendados ante
ella. No son pocos los halagos dedicados a la ciudad que se baa
con las aguas del Golfo y transpira olor a Caribe. Los bardos le
han cantado sus inspiraciones. Si la ciudad tuviera que escoger
entre ellas tal vez se inclinara por el Habname
de Varela o las sbanas blancas de Alfonso. Tropel de sentimientos
donde se mezclan nostalgias, alegras y tristezas.
Cuantos lloran por ver una vez ms sus calles,
andar sus avenidas. A pesar del calor exasperante, de los cambios
irremediables -no precisamente climticos- y del deterioro
que corroe a nuestra Habana, su belleza sigue conquistando amores.
Cuantos sufren por la condena de la ausencia, aun sin dejar de estar.
Es terrible recordarla en la distancia del exilio. Peor an
es hacerlo sabindola al alcance de unos pasos, impedidos
por la estructura de un muro, o por el espectro de la alambrada.
El dolor que significa sentirla a travs de los barrotes
de la celda inspir a Omar Rodrguez Saludes. Es el
homenaje que dedica al lugar donde naci y del que ha sido
arrancado desde hace cuatro aos. .
Tras un delicado monte
tu belleza se me pierde,
tu cadera entre lo verde
slo veo en el horizonte
Ese abanico del Norte
que oxigena mi sabana,
resuena como campana
en un silencio profundo
Al invitarme a tu mundo
adorada y fiel Habana,
Ciudad de mi calma
que lloras por tus dolores
Dolores que l quiso poner al desnudo. Por
hacerlo, padece la tragedia del preso expatriado del entorno familiar,
de la cercana de los amigos, del paisaje de su barrio. Por
esta ausencia, como por la de tantos cubanos, tambin llora
La Habana en su aniversario. Son hijos que le faltan, amores que
le han prohibido. Unos vagan perdidos en espacios lejanos. Otros
permanecen desterrados en su propio vientre.
Por tu piel aun sin flores
como un valle sin su palma,
por la huella del fantasma,
por la grieta enmohecida
Por la mano adormecida
que desea en la sombra
ser el vuelo de la alondra
en la tierra prometida
Capital de mis latidos
a pesar de todo adoro,
ese amanecer de oro
que da versos encendidos.
La Habana se deja adivinar en las noches de prisin.
La luz del Morro no solo rompe la negrura en la que se funden ocano
y cosmos para guiar al marinero. Sus haces son guios cmplices
que destina a quienes la extraan. En cada rayo del faro
les manda el recuerdo de sus esquinas, del muro infinito que la
distingue. El Malecn habanero. Nuestro muro de los lamentos.
Frontera donde termina la ciudad y comienza el mundo. Lugar privilegiado
para desafiar el calor, y de paso echar a volar amores, pesares
y aoranzas. En el horizonte se imagina otra vida. A las
espaldas bulle la real, la cotidiana. Cada noche lo recorre la bella
mestiza, empeada en el encuentro entre culturas. Por el
pasa la gente que lucha y sufre sin perder la risa. All
rebotan los dicharachos, las malas palabras que ya son naturales.
Los nios ya no juegan a robarle una moneda al mar, pero
siguen sin camisas. El muro les mira, sumergidos en la contaminacin
que le rodea.
Omar capt todas estas imgenes en
el lente de su cmara indiscreta. Exponer las manchas que
afean a la Giralda fue considerado un acto desleal. La privacin
de 27 aos para verla es una condena brutal. Su sacrificio
de entrega es la mayor prueba de fidelidad para lo que se ama. Solo
por amor se defiende lo querido al costo de la libertad y la vida,
si es preciso. Es una cruz muy pesada de llevar.
Tus adoquines fundidos,
la ola del Malecn,
Tu columna, tu balcn,
de trgica serenata,
dedicada a la mulata
de Compostela y Chacn.
Por culpa del desatino
hoy aoro tu marea,
El Vedado, La Corea
Y la Virgen del Camino.
Seora de mi destino
yo te quiero, no te miento.
Yo recuerdo tus cimientos,
tu faro y tu baha.
Es tu tierra la vala
Del ms bello monumento.
Oh, Habana! yo quiero verte
casada y no soltera,
Bailando en la pradera
de flores y no de muerte
Quiero un vestido ponerte
y peinarte de esperanzas;
recitarte una alabanza,
que redoble la Catedral:
ver el brillo sideral
que en tus ojos hoy descansa.
Ms all del encierro los amantes se
presienten. La ciudad y Omar no dejan de darse citas. Es una relacin
que nada ni nadie podr destruir. Desde el reducto al que
ha sido confinado, le canta al recuerdo que llena sus horas de soledad
y encierro. El sentimiento de la inspiracin, fruto del desgarramiento
humano, es testimonio del mejor cumplido que se puede hacer a nuestra
Habana, a pesar de que el desatino, la irracionalidad o el desvaro
del poder, nos despojen el derecho de verla, caminarla o poseerla.
Ella ser siempre la capital amante de todos los cubanos.
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