Crnicas
1 de abril de 2008

La comparsa de los anuros 134wa

Jos Hugo Fernndez

LA HABANA, Cuba, marzo (cubanet.sergipeconectado.com) - Por pocos que sean los que ven aqu la Mesa Redonda, alguien habr necesitado tomar bicarbonato luego de presenciar en directo las ltimas chirigotas desgranadas por Silvio Rodrguez en ese programa de televisin.

En particular si lleg a verlo alguno de sus nostlgicos de aquellos tiempos en los que, segn dicen, Silvio fue un trovador contestatario. Adems de tomar bicarbonato necesitara consultar a un experto en metempsicosis para que le aclare en qu reencarnacin remota, de culebra o juta, ocurri tal cosa.

Ahora fue a la Mesa Redonda a contar lo bien que le va y lo solidario y lo patriota que se ve a s mismo al frente de una comparsa de camaradas con abultados vientres resueltos a demostrar que lo nico que necesitan los presos en las crceles de Cubaes que les recuerden, sea con guitarra o violn, que en las afueras de sus barrotes existen todava los sueos y los querubes y los duendes y los unicornios y los ngeles y los rabos de nubes y los necios.

Hablamos de presos comunes, por supuesto, ya que los polticos o prisioneros de conciencia no cuentan. Son entelequias, inventos del enemigo. As que no alinean en los planes de la comparsa. Bien porque los carceleros no les dan , o porque ellos mismos se niegan a participar en la farsa, o porque estn muy ocupados pariendo corazones para la nueva era dentro de sus atades de hierro a los que metafricamente llaman celdas de castigo.

Durante el largo espacio de la Mesa Redonda (no tan largo como cada minuto en los calabozos de “rgimen especial” en Kilo 7, pero largo al fin) no se mencion ni una vez el trmino “preso de conciencia”. No hay dudas de que Silvio y los de su comparsa saben tan bien como cualquiera que en el momento justo en que ellos pormenorizaban en torno a los sensibles resultados de su faena como patriotas llevadores de cultura a las crceles, justo en ese momento, en Kilo 7 y en otros mataderos similares, cientos de personas presas por el nico delito de no saber tragarse sus diferencias con el rgimen, sufren y son aniquilados mediante enfermedades sin cura slo por defender la premisa eminentemente cultural de que a los cubanos se nos permita desarrollar con libertad nuestras ideas y determinar nuestras preferencias.

Silvio no poda ignorar, por bien que lo simulase, que a la hora en que se regodeaba pblicamente con su accin solidaria -por cierto, utilizando la jerga propia de cuadros cuadrados con que hablan todos en la Mesa Redonda-, a la misma hora, uno de estos presos de conciencia estaba (y est) murindose en prisin, con tuberculosis, que es uno entre sus ms de diez padecimientos crnicos. Ni que a esa misma hora, por slo mencionar otro de losinnumerables casos, un prisionero de conciencia se encontraba en estado de coma como resultado de una huelga de hambre de ms de 40 das para exigir sencillamente que le celebren juicio luego de seis aos tras las rejas.

No es la primera mamarrachada en la que Silvio incurre. Sus nostlgicos han tenido ocasiones suficientes para verlo embarrarse. Y eso que son muy pocos aqu los que tuvieron a su entrevista-papelazo con Jaime Bayly. De modo que si ahora gasto tiempo y saliva en volver a mencionarlo, no es porque me cause fro o calor en su papel de anuro conjurador de aguaceros, sino por el componente malvolo, cnico, tergiversador que contiene esta nueva comparsa de anuros, en tanto politiquera y propaganda disfrazada.

Silvio, en lo particular, no es excepcin. Todo lo contrario, parece confirmar aquella regla segn la cual despus de cierta edad y desde cierto estatus, para algunos resulta mucho ms prctico engendrar serpientes que soar con ellas.


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