Crnicas
7 de abril de 2008

Trabajar para el gobierno 6p6u1c

Oscar Mario Gonzlez

LA HABANA, Cuba, mayo (cubanet.sergipeconectado.com) - Definitivamente, muchos cubanos no quieren trabajar para el gobierno lo cual no es nada nuevo ni exclusivo de nuestro pas. Lo particular de Cuba es que el gobierno no consiente que haya personas que no quieran laborar.

La intolerancia estatal hacia los que rehsan doblar el lomo o sudar la camisa es propia de todos estos sistemas totalitarios de izquierda.

Lenin, el viejito de la barbita como le decamos de muchacho, fue el primero en enarbolar esta bandera contra los vagos apelando a la vieja sentencia bblica de que “el que no trabaja no come”.

Ac, siguiendo la senda marcada por los antecesores caudillos totalitarios, se decret, el l6 de marzo de 1971 la “Ley contra la Vagancia” que previamente se haba “discutido” en 115 000 asambleas, desde el primero de enero de ese mismo ao. La ley, adems de establecer el trabajo como un deber social, concepta su evasin como un estado predelictivo.

A favor del anterior presupuesto se esgrimen argumentos tico-morales en el sentido de la injusticia que supone vivir del trabajo ajeno, la insolidaridad de tal gesto y otros. Tales razonamientos cobran mayor fuerza argumentativa en un rgimen totalitario cuyo paternalismo considera que cualquier calificacin profesional y hasta la vida misma es regalo del estado. Es decir, el estado te dio la vida y te instruy y en cambio tu no contribuyes con tu esfuerzo.

En un pas democrtico si a usted no le da la gana de trabajar porque un familiar lo mantiene o por otra razn no atentatoria a la legalidad nadie lo molesta; mucho menos lo reprime o encarcela, sin que por ello la sociedad deje de enaltecer al hombre que honradamente y con el sudor de cada da libra el sustento.

Pero en Cuba se trata, fundamentalmente, de los sueldos que ofrece el gobierno. Al no alcanzar para resolver las necesidades y aspiraciones el individuo rechaza o desestima trabajar para la frula gubernamental.

Cuando al cubano en edad laboral se le ofrece un trabajo con el gobierno, si el que oferta es de confianza, se le pregunta sin ambages el nivel de “invento” que tal cargo acarrea. Es decir cunto, ms o menos, se puede robar. Ello y no la vocacin o actitud del solicitante decide si se acepta o no la ocupacin ofertada. Es la realidad y nadie se ruboriza por esto. Esta generalizada y casi todos participan de ella con la excusa de que hay que vivir y de que “ladrn que roba a ladrn tiene mil aos de perdn”.

El sueo de cualquier persona que arribe a la edad laboral es trabajar para el turismo o con una firma extranjera. En su defecto se inclinan al trabajo por cuenta propia ya sea en calidad de asalariados o propietario.

La dbil pero atractiva economa privada, mayormente ilegal y otras veces con permiso de licencia, pero siempre participante del mercado negro, tiene sus escalas y tarifas aunque no contempladas en ningn documento acreditativo. As pues un dependiente o ayudante de cafetera, pizzera u otro tipo de timbiriche gana de 40 a 50 pesos diarios que representan unos mil pesos mensuales. Para el elaborador de alimentos la escala es mucho mayor pero por lo general estos oficios lo ocupan los dueos del negocito.

A un familiar allegado mo le result muy difcil encontrar a una persona decente que le cuidara un enfermo las 24 horas por 60 pesos convertibles o chavitos mensuales (1200 pesos). Muchos le decan que el trabajo costaba 100 en lugar de 60.

Se entiende, claro est, la preocupacin del gobierno por el asunto toda vez que en Ciudad de La Habana, por ejemplo, alrededor de un 20% de la poblacin en edad laboral est desocupada mientras que slo existe, segn el gobierno, un 3% de desempleo.

El problema no es nada fcil de resolver, pienso yo, dentro de las estructuras socioeconmicas vigentes desde hace ms de medio siglo y que el rgimen se niega rotundamente a cambiar por tenerlas como las mejores del mundo.

As la cuestin, seguiremos viendo las calles de la capital y de las ciudades, como los parques aceras y otros lugares de reunin pblica, colmados de ciudadanos laboralmente activos en horas de trabajo. Algo que llama mucho la atencin a todos los que nos visitan desde otras latitudes y que, por supuesto, tiene otras muchas ms connotaciones.


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