Crnicas
28 de abril de 2008

Vendedores de globos 506v53

Jos Hugo Fernndez

LA HABANA, Cuba, abril (cubanet.sergipeconectado.com) - Bajo las sombras largas del totalitarismo en Cuba, nuestro rgimen ha confraternizado con algunos de los ms sobresalientes represores o terroristas de estado que registran hoy los anales del oprobio mundial. Muchos de ellos fueron acogidos aqu en visitas oficiales. Y muchos recibieron condecoraciones en actos solemnes, celebrados ante la imagen de Jos Mart.

De sobra conocido es que durante casi medio siglo la Isla constituy refugio y escuela de etarras y guerrilleros, as como de la ms diversa laya de subversores de la paz y de las normas democrticas en sus respectivos pases. Tambin se sabe que ms de un asesino internacional prfugo y ms de un narcotraficante en desbandada se han paseado entre nosotros como Carmelina.

Sin embargo, resulta que ahora la televisin cubana –oficialista, ya que es la nica que al parecer nos merecemos- pretende poner en evidencia la honradez de las Damas de Blanco utilizando fotos y grabaciones en las que algunas de estas sufridas madres y esposas de nuestros prisioneros de conciencia aparecen cerca del jefe de la Seccin de Intereses de Estados Unidos en La Habana, o intercambian conversacin con una congresista cubano americana.

Desde la propia pretensin de los propagandistas del rgimen salta a la vista su retorcida forma de ver y respetar el derecho a la libertad de accin y expresin entre los humanos. No se limitan a considerar como un delito y una actitud antipatritica que alguien de aqu coincida en una foto o converse con personas que no piensan como ellos, sino incluso creen que nada ms necesitan para convencer a la gente de que quien as acta –slo por eso y nada ms, ya que de nada ms ofrecen pruebas- es un mercenario y un farsante.

No hay que perder el tiempo buscando en los archivos de programas emitidos por la televisin cubana un simple prrafo, una imagen sobre la escalofriante masacre en la Plaza de Tiananmen, o sobre los gulag soviticos, o sobre los exterminios tnicos de Hussein y Milosevic, entre otras lindezas consumadas por sus cmbilas. En cambio, es posible conocer los pormenores de una conversacin telefnica o ver imgenes intrascendentes, tomadas, por dems, violando los ms elementales derechos de privacidad. Y encima debemos aceptar que nos estn mostrando pruebas de una gran conspiracin antipatritica, con mujeres sencillas y nobles como peligrosas agentes del enemigo.

Demasiado ciego o desalmado habr que ser para tragarse el cuento de que un grupo de madres, esposas, hermanas desesperadas ante el encarcelamiento de sus seres queridos reclaman justicia por el mero hecho de ganarse unos dlares. nicamente a partir de aquel viejo principio de que cada cual es segn concibe al prjimo, se ite no ya la manipulacin de estos pobresvendedores de globos patrioteros, sino la aceptacin de una barrabasada tan barata.


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