Jutía a la carta 235q6u
Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, agosto (cubanet.sergipeconectado.com) – Un personaje muy conocido en la Ciénaga de Zapata, al sur de Matanzas, es Sandalio Ramírez. Su popularidad radica en su afición por la cría de jutías (Capromys pilorides) en cautiverio para proteger la especie, desde hace quince años. Sandalio posee más de 150 de estos mamíferos roedores. Los hermanos Avelino y Berto Castellón, residentes en la costera ciudad de Guanabo, al este de la capital, fueron también buenos criadores del mamífero.
Una jutía adulta puede pesar hasta seis libra. Su carne exquisita, especialmente asada o en fricasé la convierte un manjar de mucha demanda. Y más en estos tiempos de escasez de alimentos. Se paga entre 25 y 30 pesos la libra.
La presencia del hombre en los bosques, y aún en la vegetación rala (refugios naturales de la jutía) para la extracción de madera, construcción de vías, presas, fomento de poblados, agricultura y la caza furtiva, han colocado al roedor en un proceso de acelerada extinción.
El cazador, siguiendo el rastro con perros, acorralándola en los árboles o mediante el empleo de trampas, resulta el peor enemigo del indefenso y tímido animal.
Por esa cualidad que posee, a la persona miedosa y huidiza se le califica de jutía en la jerga popular.
El reciente decreto ley 259, mediante el cual el estado entregará la mitad de las tierras ociosas aptas para el cultivo, hace pensar que si no se establece una metodología de protección medio ambiental que contemple el cuidado de la flora y la fauna endémicas y autóctonas, esto puede significar un proceso de pérdidas irreversibles.
No se debe pasar por alto que varias convenciones de Naciones Unidas plantean que hay que cuidar hasta la vegetación rala, como parte importante de la biodiversidad del planeta.
La jutía se alimenta de hojas, frutas, raíces, corteza de árboles, semilla y tubérculos. En el siglo XIX se vendía desollada, seca y ahumada en grandes cantidades, y fue parte esencial de la dieta de los indígenas, conquistadores, esclavos, criollos, insurrectos y la población en general.
José Martí cuenta en su Diario de Campaña cómo un mambí caza, desuella, aliña y cocina una jutía en medio de la espesura del bosque.
La jutía es oriunda de las Antillas y se clasifica entre los animales más antiguos del planeta, con 30 millones de años de existencia, mientras que los datos arqueológicos revelan que los aborígenes poblaron la Isla sólo desde los últimos 7 mil años, antes de desaparecer, por lo que se debe ser más respetuoso con los primeros dueños del país.
De trece especies de jutías existentes, Cuba cuenta con diez. Por su carne, por ser tan prolífera, por sus cualidades para la vida doméstica, es digna de atención, cuidando siempre que no se extinga.
Del guacamayo, bellísima ave de plumaje multicolor sólo queda un ejemplar en el Museo de Ciencias Naturales de La Habana, y ¡disecado! ¿Correrá igual suerte la Capromys pilorides? Ojalá algún día podamos pedir en cualquier restaurante del país un plato de fricasé de jutía.
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