Otro lío nacional 5rj3w
Adrián Leiva
LA HABANA, Cuba, agosto (cubanet.sergipeconectado.com) - El 17 de septiembre de 1879 José Martí fue arrestado por la policía colonial. Una semana después era deportado de Cuba. Nunca más vería la ciudad en la que nació. Era el precio que le imponían los opresores por su lucha en pro de una tierra independiente.
Desde 1902 hasta 1959 jamás se privó al pueblo del derecho a la patria por motivo alguno. Ni siquiera durante las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, ningún cubano fue limitado en sus derechos por decidir viajar al exterior o residir fuera del país.
La lucha encabezada por Fidel Castro contra Fulgencio Batista para restituir el orden constitucional quebrantado el 10 de marzo de 1952, terminó con la implantación de otro tipo de poder dictatorial de corte populista. El mérito de la masificación en los servicios educacionales y de salud quedó oscurecido por la realidad de un pueblo convertido en masa obediente a su sistema político unipersonal. Entre los derechos confiscados al cubano quedaron los de la nación.
La instauración del sistema totalitario trajo como consecuencia la emigración. Durante décadas la gente ha buscado salir de las imposiciones del castrismo. El gobierno halló en la expatriación una manera de castigar a todos aquellos que decidieron radicarse fuera de la Isla en estos años, privándoles de sus derechos de nacimiento como cubanos. Más tarde, por conveniencia del régimen, los emigrados pudieron retornar a su patria en condición de turistas por tiempo limitado, a fin de reencontrarse con sus familiares. Esta autorización es humillante al impedir la entrada a quienes son considerados personas no gratas por las autoridades. Otro aspecto degradante es que los residentes en el extranjero tienen que solicitar permiso para entrar a su tierra natal.
Hace unos meses llovieron las especulaciones entre la población y algunos medios de prensa extranjeros, fundamentalmente de Europa, que indicaban que el nuevo gobierno de Cuba estudiaba la derogación de estas disposiciones inconstitucionales y trabajaba por establecer una nueva política al respecto, básicamente con la parte más afectada: los cubanos residentes en Estados Unidos. Ya no existen capitanes generales en Cuba. La isla dejó de ser colonia española hace más de un siglo. Entonces, tanto gobernantes como gobernados nos debemos preguntar si desde la condición independiente de nuestra República alguien debe arrogarse la facultad de confiscarle la patria a su gente, determinando quién puede y quién no puede entrar en ella.
Levantar cuanto antes estas restricciones debería ser una prioridad, en honor al Apóstol, para las nuevas autoridades cubanas; más allá de cualquier consideración. Si por una parte es cierto que la actual política de los Estados Unidos no brinda el clima adecuado, esto no puede servir de justificación para poner remedio sano a este negro episodio en la Cuba de hoy, donde conceptos tales como salida definitiva, permiso de entrada y de salida, expatriación y repatriación, son una desvergüenza nacional.
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